Agenda feminista en Davos: piden responsabilidad a las empresas sobre la inclusión de la mujer
La agenda del género parece haber permeado muchas de las discusiones que se dan a nivel global en los últimos meses, y el Foro Económico de Davos, que tuvo lugar en Suiza a fines de enero, no fue la excepción.
La convocatoria a la que asisten la mayoría de los líderes políticos y empresarios del mundo tenía sin embargo un enfoque más amplio, bajo el objetivo enunciado en su título (en inglés) de crear un futuro compartido en un mundo fracturado.
La premisa fue que la falta de inclusión de las minorías -incluyendo a las mujeres como la minoría más numerosa- es una de las principales causas de la inequidad, que está generando consecuencias graves. Por ejemplo, el apoyo político de las sociedades a populismos, nacionalismos y regímenes proteccionistas desde lo económico.
En ese marco, la diversidad de género en los ambientes de trabajo no era un tema que pudiera obviarse en la primera edición del Foro Económico Mundial que tuvo una dirección exclusivamente femenina, a cargo de siete co-presidentas.
Christine Lagarde, directora del FMI, fue la encargada de moderar una charla entre ellas, y al discutir el futuro de la economía, los negocios y la sociedad, mencionó la posibilidad de alcanzar un pacto social que debería incluir el empoderamiento de las mujeres, una lucha global contra la corrupción, la garantía de educación para toda la vida con responsabilidad compartida e inclusión, que genere un espacio colaborativo para científicos e investigadores.
Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (ITUC, por sus siglas en inglés), apoyó la idea para rediseñar las fuerzas de trabajo pero asegurándose que incluya también derechos humanos básicos.
"Un nuevo contrato social es un reto para todos si queremos restaurar la confianza en la globalización. No se puede hablar de inclusión si no tienes diversidad. Nunca tenemos que perder el control humano en el despliegue de la tecnología, en el control de los datos; retener la mediación humana para tener en cuenta la ética y asegurar que los Derechos Humanos que nuestros predecesores fijaron en la declaración de la ONU, también estén en una economía digital donde cambien los modos de producción y distribución", sentenció.
Por su parte, la primera ministro de Noruega, Erna Solberg, puso el foco en el papel del Estado en garantizar condiciones para esta nueva etapa del trabajo: "Yo veo que hay mucho dinero, mucho flujo de financiamiento pero hay mucha corrupción y se está potenciando el terror, el conflicto, y están dividiendo sociedades en lugar de usar el dinero para desarrollar a las personas y su educación".
"Hay más que suficientes trabajos que deberían ser hechos, pero necesitamos modelos de negocio para ellos, y gente capacitada para hacerlos. Ahí hay un rol para el Estado. También hay que discutir la responsabilidad de las compañías para que inviertan en la educación de sus empleados, para que ellos puedan cambiar junto a la tecnología en lugar de que sean reemplazados cuando ésta cambia", sentenció.
La decisión de llenar de mujeres la presidencia del Foro llegó luego de que en noviembre pasado se presentara el informe anual de la entidad de base suiza, anunciando el detenimiento del progreso de la mujer en puestos técnicos y de decisión en todo el mundo.
De acuerdo a ese informe que relevó 144 países, la brecha se cerró en 96% en promedio respecto del ingreso de salud (igual que el año pasado) y se equiparó en 95% el "gap" educacional (que tuvo un pequeño retroceso desde el análisis de 2016).
Sin embargo, la distancia entre hombres y mujeres sigue siendo mucho mayor en lo que refiere a participación económica -se cerró un 58% en promedio en 2017, lo que implica el segundo año consecutivo de retroceso y el valor más bajo desde 2008- y política (23%, sin cambios desde el año pasado).
A este ritmo, el Foro espera que la brecha de género se cierre en 217 años. Sin embargo, la grieta educacional en particular podría cerrarse en tan solo 13 años, mientras la que tiene que ver con la salud está hoy más lejos de eliminarse que en 2006, cuando se realizó este relevamiento por primera vez.
La propuesta del Foro para acelerar ese ritmo de cierre es enfocarse en las diferencias de género ocupacionales. Para ello trabajó en conjunto con LinkedIn en un análisis que concluyó que mientras los hombres están subrepresentados como mano de obra en sectores como la educación, la salud y la asistencia social, a las mujeres les ocurre lo mismo en ingeniería, producción, construcción y tecnologías de la comunicación.
Es decir que los talentos femeninos escasean precisamente en las áreas en las que se abrirán mayores oportunidades de empleo en el futuro.
Más aún, las mujeres representan -según el análisis de datos realizado por la red social para profesionales- menos del 50% de los líderes en todas las industrias evaluadas, y en algunas como energía, minería y producción, son menos del 20 por ciento.
El ritmo al que esto está cambiando es cada vez más lento: en los últimos 10 años la proporción de mujeres líderes se incrementó en promedio 2 puntos porcentuales en cada industria. Y aquellas donde las líderes son el 40% de los puestos con poder de decisión, son precisamente aquellas que históricamente pagan menos.
"Cuando las mujeres entran en una profesión en grandes números, la paga tiende a decrecer en relación a otras industrias", aseguraron desde LinkedIn.
Para algunos de los líderes presentes en Suiza, esas diferencias comienzan a subsanarse a partir de medidas concretas. Y estas medidas tuvieron en el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, a su defensor más acérrimo.
"Para que una sociedad progrese necesitamos asegurar que todos sean capaces de contribuir todo su potencial, y que todos tengan la chance de tener éxito. Eso significa contratar, retener y promover a las mujeres dentro de espacios de trabajo, no sólo porque es lo correcto, sino porque es inteligente", dijo durante un panel, citando ejemplos de cómo el Producto Bruto en su país, en China y los Estados Unidos puede mejorarse con más mujeres en posiciones de liderazgo.
En este punto lo acompañó durante otro panel Jack Ma, quien no dudó en asegurar que tener una gran cantidad de empleadas es uno de los secretos del éxito de Alibaba: "Confíen en mi, una compañía llena de hombres no puede ser sostenible. Por ejemplo, para nosotros el valor principal es que el cliente es la prioridad número uno. La mayoría de las mujeres lo cree desde el primer día, es como el primer amor, mientras que los hombres se lo olvidan fácil".
Trudeau aseguró que este año su gobierno promoverá la igualdad salarial entre hombres y mujeres en empleos estatales a nivel federal, pero insistió en que es solo un primer paso.
"Tenemos que hablar de planeamiento familiar, promociones, seguridad del empleo. Las mujeres hacen más trabajos part-time y trabajos no pagos que los hombres", dijo el mandatario, que también atribuyó parte del reciente crecimiento económico de Canadá a los cambios en políticas de planificación familiar.
Ese país, anunció Trudeau, duplicará este año su aporte al Global Partnership for Education, además de tomar iniciativas en torno a la inclusión de mujeres de grupos minoritarios, como la comunidad LGBT y la de pueblos originarios.
"Cuando educas y empoderas a las mujeres, las conversaciones cambian, los tipos de éxito cambian, la sociedad misma mejora con más diversidad y representatividad en lugares de poder, y también en el tipo de decisiones que tomamos", afirmó Trudeau, e indicó que educar a las mujeres es "la forma más efectiva de hacer un cambio de largo plazo y una diferencia".
En la misma línea se expresó la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, al referirse en principio al movimiento feminista como lucha por la igualdad.
"Es muy importante que la educación les dé un mensaje de igualdad a cada niño del mundo. Hay 130 millones de chicas que no pueden ir a la escuela, y si hablamos de empoderamiento y de mujeres participando en la economía y en el desarrollo del país, los gobiernos primero tienen que invertir en su educación".
Para esta militante por la educación de las niñas, las barreras que éstas encuentran para progresar incluyen desde cuestiones básicas como no tener escuelas en su comunidad o que sus padres no les permitan asistir a las mismas, hasta cuestiones más serias como ser víctimas de esclavización y trata de personas.
"Tenemos que asegurarnos que primero haya suficientes escuelas y profesores de calidad y también de que el ratio de acceso a educación entre niños y niñas sea parejo. Es una inversión donde el retorno es muy alto y el costo de oportunidad es bajo. Cuando invertís en educar niñas cambiás un país", expresó.
Otro que elogió las medidas tomadas en Canadá fue el presidente francés, Emmanuel Macron, que mantuvo un discurso pro Unión Europea, a favor de sostener el Acuerdo de París para detener el cambio climático, y también, de proponer un nuevo pacto social multilateral destinado a salvar de sí mismo al capitalismo a través de la equidad.
En la medida en que los países necesitan "menos brazos y más cerebros", Macron instó a los mandatarios a no seguir en una carrera de impuestos a la baja para atraer a grandes compañías a sus territorios, sino a seguir tres principios:
1. Derecho a invertir, sobre todo en educación, y en particular en la de las niñas.
2. El deber de compartir el valor agregado para eliminar la crisis del capitalismo moderno. Incluye también iniciativas de igualdad de género y de sistemas modernos de impuestos coordinados, con marcos internacionales de cooperación y principios para manejar la tecnología, que estén en manos de los gobiernos y no de las compañías.
3.Protección contra el terrorismo, pero también financiera.
Francia invierte 5% de su PBI en Educación, y Macron aseguró que además se lanzarán pronto iniciativas en torno a la educación vocacional y de aprendices (oficios), en línea con las reformas que los líderes mundiales sugieren para adaptar a las poblaciones para los empleos disponibles en el futuro.
Un problema inaceptable
Por primera vez en la historia del Foro de Davos, se trató oficialmente en los paneles la temática del acoso sexual.
Otra vez el primer ministro canadiense fue quien más firmemente se expresó a favor de grupos feministas que denuncian estos hechos en distintas industrias como #MeToo.
"Estos movimientos nos están enseñando que es necesario que tengamos un debate critico sobre los derechos de las mujeres, la igualdad y las dinámicas de poder de género. El acoso sexual en las empresas y en el gobierno es un problema sistémico y resulta inaceptable. Como líderes, debemos reconocerlo y actuar para demostrar que de verdad el tiempo se acabó", dijo.
Sugirió tener un proceso bien establecido para presentar denuncias de acoso sexual, para que sean tomadas en serio. "Es nuestra responsabilidad escuchar, y más importante, creer. Son cambios fundamentales para como operamos como empresas y gobiernos", cerró el mandatario.
Más tarde, en otro panel específico sobre género, poder y acoso sexual, Maryam Monsef, Ministra de Mujeres de su Gobierno amplió sus declaraciones. Sugirió que trabajar contra la violencia hacia las mujeres fue un mandato que surgió de las urnas en Canadá, y en el cual el Gobierno de Trudeau comenzó a trabajar mucho antes del movimiento #Metoo.
Se arribó así a una legislación federal, con presupuesto ya asignado, que se lanzó en junio. La misma tiene tres pilares: prevención, apoyo a los sobrevivientes y sus familias, y un sistema legal y judicial más sensible.
Monsef reconoció la importancia de fortalecer los Derechos Humanos, pero además remarcó que "hay un imperativo económico en juego: la mayor barrera para tratar la brecha salarial es la inequidad, y la mayor barrera para alcanzar la equidad para las mujeres y la diversidad, es la violencia de género".
Para ella, el acoso sexual y la violencia no son nuevos: "Los voceros del movimiento de mujeres nos vienen diciendo esto desde hace décadas, nuestro trabajo es honrar sus contribuciones, seguir escuchando esa sabiduría colectiva, y por último, invertir en la sustentabilidad de esos esfuerzos". En esa instancia indicó que Canadá invertirá u$s20 millones para financiar organizaciones que apoyan a las víctimas de violencia de género.
En el mismo panel, otra exposición destacada fue la de Peggy Johnson, Vicepresidenta ejecutiva de Business Development de Microsoft, compañía que en diciembre se convirtió en la primera del prestigioso grupo Fortune100 en eliminar el requisito de arbitraje privado obligatorio para los casos de denuncias por violencia de género, al que están sometidos en sus contratos laborales alrededor de 60 millones de norteamericanos, según comentó.
De esta manera, esperan apoyar el proyecto de Ley que en este momento se discute entre legisladores norteamericanos para dar respuesta a los reclamos de #MeToo.
La ejecutiva contó que en la cúpula directiva de este gigante tecnológico se venía discutiendo desde hacía un año tomar o no posición acerca de los movimientos feministas, pero fueron los empleados los que pedían que se pronuncien: "Particularmente los millennials, nos tocaban la puerta para decirnos que nos involucráramos".
Luego contó cómo su hija, que acaba de ingresar en la industria tecnológica, ya no se ríe de "chistes inapropiados" como ella lo hacía a los 25 años, en el inicio de su carrera. "Yo siempre me reí, pensé que tenía que hacerlo", confesó Johnson, pero "estamos teniendo un impacto y nuestras hijas ya no están aguantándolo, las cosas están cambiando".
Lisa Sherman, CEO del Advertising Council -consejo publicitario norteamericano- también se animó a confesar que durante los primeros 15 años de su carrera, sentía remordimiento por no animarse a confesar su orientación sexual, pero que ahora percibe otro panorama para quienes se declaran homosexuales.
Y fue Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de Oxfam International -conglomerado de ONG que luchan contra la pobreza y la inequidad- la que puso el foco en las desigualdades económicas como origen de la violencia de género.
Aseguró que al hablar con mujeres de condiciones humildes en todo el mundo, "todas nos dijeron que sufrieron acoso sexual o que conocen a alguien que lo sufrió. Ocurre en todos lados con impunidad".
"No es un accidente que las mujeres sean abusadas sexualmente en el trabajo y en hogar, hay normas sociales que están ahí para justificar su explotación económica. Por eso creo que es tan importante taclear la inequidad económica de manera de terminar con la violencia hacia las mujeres", continuó la militante de Oxfam.
Así fue que propuso un plan de tres pasos fundamentales para derribar este tipo de agresiones. El primero es eliminar las leyes que discriminan a las mujeres en la economía, que según el Banco Mundial, existen aún en 155 países.
El segundo paso es ir contra las normas sociales, las creencias y actitudes, que justifican la explotación sexual y económica. "El sector privado piensa que no tiene nada que hacer, pero tiene un rol importante que cumplir, desde cómo educan en sus fábricas hasta como publicitan sus productos", insistió Byanyima.
Por último, sugirió llevar a las mujeres a lugares de decisión, no solo en los Parlamentos sino en sus propias casas, para que sus voces sean oídas, así como en las juntas directivas y los negocios.