Con mucha frecuencia descargamos el estrés laboral en los amigos, hijos o parejas. Sin embargo, lo ideal es que los problemas del trabajo se queden en la oficina.
Según la consejera matrimonial Jackie Coleman, y el asesor de negocios John Coleman, hay dos hábitos que colaboran en lograr ese objetivo.
El primero es desarrollar la costumbre de llegar al "fin del trabajo". Mandar una señal al cerebro de que es hora de irse a casa con un ritual que ayude a relajarse.
"Tome un camino a casa más panorámico, escuche música en el autobús o vaya al gimnasio", sugirieron los autores en el texto "Don't Take Work Stress Home With You", publicado en Harvard Business Review.
El otro método es crear un tercer espacio. Esto implica viajar de ida y vuelta (física y emocionalmente) entre el hogar y la oficina, pero tener otra instancia para descomprimirse.
Puede ser cualquier cosa, desde una cafetería tranquila o un club de libros, hasta una noche de cartas.