Los llamados "workaholics" son personas obsesionadas con el trabajo. Su pasión laboral lesiona su faceta profesional y familiar. Para ellos, disfrutar del ocio es secundario porque el trabajo es lo único importante. En los casos en los que el jefe de la empresa presenta estos síntomas, es necesario aprender a gestionar su modo de hacer, para evitar complicaciones laborales y familiares.
Estás cinco prácticas están destinadas a mejorar la situación de aquellos obligados a lidiar con un jefe adicto al trabajo:
1) Tomar distanciaDouglass McEncroe, director de Douglass McEncroe Group aseguró, según el sitio Expansión, que "el trabajo no es, ni de lejos, lo más importante de la vida". Por eso conviene tomárselo como lo que es: una vía para aprender y conseguir ingresos. Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, decía que las personas para ser felices tienen que poder trabajar y amar. Y es esa ecuación la que genera personas equilibradas y que, también, pueden disfrutar de su tarea. El peligro surge cuando ese trabajo se realiza de manera compulsiva, escapando de los sentimientos, y se convierte en tóxico.
2) No tener miedoEstos profesionales no suelen ser malas personas. Al contrario, aquellos que aguantan su ritmo los convierten en aliados incondicionales y procuran llevarlos consigo a lo largo de su carrera. Los expertos en gestión de personas coinciden en señalar que su principal problema es que confunden el medio con el fin. El "workaholic" no sabe equilibrar tiempo, eficacia y resultados, y por eso suele ser exigente y controlador.
3) Vigilar el rendimiento"¡Viva el despilfarro del rendimiento!". Con esta frase tan elocuente se refiere Paco Muro, presidente de Otto Walter, a algunos de los jefes más irritantes, entre los que se encuentran los que nos ocupan. En su libro "El jefe que no contaba chistes y el empleado que nunca se reía" menciona alguno de los obstáculos que menguan el rendimiento y que casi siempre coincide con los más adictos al trabajo: "Cuando el exceso de tareas y de urgencias pasa a ser lo normal en un departamento, difícilmente se harán las cosas bien, lo que traerá consigo tener que corregir múltiples errores que se transformarán en nuevas tareas y urgencias. Entrar en semejante espiral de improvisación dificulta el rendimiento y el trabajo eficaz".
Uno de los defectos de los workaholicses que tienden a la desorganización. Su querer hacer anula la eficacia del trabajo inteligente. "¿Cómo puede alguien rendir de verdad, en la dirección adecuada, si nadie se ha molestado en indicarle lo que se espera de él o de ella", se pregunta Muro.