Declaró el "Madoff argentino": cuál fue el argumento que presentó en su defensa por las estafas
El empresario Enrique Blaksley, quien es sometido a juicio como acusado de cometer una multimillonaria estafa a través de su empresa "Hope Funds", dijo este jueves al declarar ante la Justicia que fue "dinamitado y ejecutado públicamente" por los medios periodísticos y que eso le impidió pagar a algunos de sus clientes, a quienes "nunca" buscó estafar.
"Parecía que nosotros éramos el Rey Midas, como me han titulado, y de repente paso a ser un monstruo", sostuvo el bautizado "Madoff argentino", al comenzar a prestar declaración indagatoria en el juicio que se le sigue por una multimillonaria estafa cercana a los 184 millones de pesos, cometida contra más de 300 clientes que invirtieron en su empresa.
Desde la cárcel de Ezeiza, donde sigue preso porque aún no pagó la fianza de 450 millones de pesos que le fijó la Justicia el 5 de este mes para acceder a la excarcelación, Blaksley habló por primera vez ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 4 que lo juzga junto a otros 16 acusados, varios de ellos familiares suyos.
"Jamás dejamos de reconocer mutuos (contratos de inversión). Simplemente no les pude pagar en un momento determinado porque fui dinamitado y ejecutado públicamente a través de medios periodísticos, sistemáticamente desde el 2013 hasta hoy", se quejó desde la sala de videoconferencias del Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza.
Además, Blaksley cuestionó las comparaciones hacia su persona con el estafador estadounidense Bernard Madoff:
"Con respecto al título de Madoff quiero decir que se lo acusó de haber estafado porque engañaba con sus estados de cuenta, diciendo que adquiría ciertos títulos que nunca adquirió. Mintió descaradamente", dijo para diferenciarse.
En su caso, por el contrario, sostuvo que siempre invirtió en bienes concretos y enumeró el Buenos Aires Design, el Hard Rock Café, la Esquina Carlos Gardel o la marca Piazzolla.
"Eran activos de valores reales. A mí me iba muy bien, no solamente por la confianza de la gente, sino también me iba bien económicamente y le iba bien a toda la gente que proyectó conmigo", agregó.
Blaskley hizo un repaso de los orígenes de sus negocios en la década del 90 junto a la familia Romero Victorica, con la que dijo que estuvo vinculado en esos emprendimientos.
"Decidí invertir en la economía real, simplemente fui un hombre de negocios que creativamente en vez de solicitar préstamos a los bancos, solicité préstamos a personas físicas que me prestaron plata para que yo adquiera un negocio", aseguró.
La compañía "nunca jamás intentó perjudicar a ninguna persona. Mi buen nombre era mi negocio, la gente confiaba en mi, imposible que yo no les cumpla", insistió.
La declaración de Blaskley continuará el próximo 7 de abril, para cuando se fijó una nueva audiencia del juicio oral.
Confirmaron a la AFIP como parte querellante
Al inicio de la jornada, el TOF 4 rechazó planteos de las defensas y resolvió que continúe el debate con las declaraciones indagatorias de los acusados.
Los jueces Néstor Costabel, Jorge Gorini y Ricardo Basílico desestimaron planteos de nulidad de los requerimientos de elevación a juicio en la causa y también confirmaron a la AFIP como parte querellante, al negar un pedido para que sea apartada.
El juicio se reanudó con las respuestas del fiscal Abel Córdoba, la abogada de la querella de AFIP Cintia Vázquez y las querellas por los damnificados particulares, a los planteos hechos por las defensas en las llamadas "cuestiones preliminares".
El empresario está acusado de una megaestafa a través de su empresa Hope Funds SA y es juzgado junto a otros 16 acusados como presunto responsable de estafas reiteradas por un monto calculado en 184 millones de pesos contra unos 300 damnificados, en concurso con captación de ahorros del público no autorizada agravada por haber sido cometido mediante oferta pública..
También se lo juzga por lavado de activos de origen delictivo y asociación ilícita.
Además de Blaksley son juzgados su cuñado y gerente administrativo de Hope Funds, Federico Dolinkué; el encargado de formar las sociedades en el exterior, Alejandro Miguel Carozzino, y la gerente comercial Verónica Vega, entre otros.
Quién es el "Madoff argentino", acusado de estafar a 300 personas
El 18 de febrero comenzó el juicio contra el empresario Enrique Blaksley Señorans, conocido como el "Madoff argentino", y otras 16 personas, entre ellas algunos familiares suyos, acusados de haber cometido la mayor estafa de la historia del país a través de la empresa Hope Funds SA, que tiene a más de 300 ahorristas damnificados, de quienes se apoderaron de unos 184 millones de pesos.
En la mañana del sábado 26 de noviembre de 2016, Enrique Blaksley, de 55 años, el hijo mayor de una familia de 14 hermanos criados a metros de la Catedral de San Isidro y fundador de Hope Funds, recibió su segunda amenaza pública en siete días: un aviso fúnebre del diario Clarín lo daba por muerto y saludaba a su familia y a sus socios "en este difícil momento".
Ex tres cuartos del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) y sin otra formación académica que el paso por el bachillerato del colegio El Salvador, Blaksley se embarcó en este negocio en 1989, cuando advirtió que los numerosos ejecutivos de cuentas que le reportaban en la compañía aseguradora donde trabajaba podían también vender otro tipo de productos financieros.
Hope Funds es lo que el mercado financiero conoce como private equity funds, emprendimientos que, por fuera de la regulación estatal pero sin cruzar la frontera de la ley, ofrecen a los ahorristas tasas imposibles de alcanzar en el circuito formal.
El de Blaksley, por ejemplo, llegó a retribuir entre 7 y 12% anual en dólares, dos puntos por encima de lo que retribuía el mercado informal de las cuevas. La medida que seguramente contribuyó para que muchos de los creyentes de Hope Funds hayan decidido finalmente retirar sus apuestas fue el blanqueo que impulsa el Gobierno. Se sabe desde el crack del '29: nadie resiste una corrida.
El caso es resonante porque involucra a artistas, gente del mundo del polo y del espectáculo, parientes del propio dueño del grupo y ejecutivos de empresas de primera línea
Apenas el caso se conoció en la opinión pública, quienes conocen de finanzas decían que lo más probable era que se tratara de un caso dominado por decisiones tomadas con alto grado de irresponsabilidad, ambición infinita y escasa experiencia en banca privada.
Blaksley no supo, no pudo o no quiso calibrar los riesgos de un negocio que, aunque empezó bien, se le terminó yendo de las manos. Cuestiones típicas de lo que se conoce como "descalce": Hope Funds hacía inversiones a varios años con un fondeo de ahorros cuya mayor parte no excedía el año de plazo. Era lo que permitía esa tasa, fijada en dólares para los 12 meses en el 7% anual, rendimiento que crecía de manera paulatina hasta el 12% para los seis años, el plazo máximo.
Una vez que explota, la burbuja financiera se lleva consigo toda la ficción que fue capaz de crear.
Con qué famosos se vinculó
Blaksley era un inversor de prestigio, con 25 años de trayectoria en el sector y uno de los empresarios más requeridos en el mundo del deporte. Trajo a Roger Federer a una exhibición con Juan Martín del Potro, a Usaín Bolt a correr contra el Metrobus, organizó la despedida de Ariel Ortega en River, encaró un proyecto inconcluso que pretendía abrir cafés con la marca Messi y ganó la Triple Corona como principal sponsor de La Dolfina. En 2013, ante las cámaras de TyC Sports, Adolfo Cambiaso (h), con quien hoy está peleado, lo elogiaba distinguiéndolo de los fríos patrocinantes comunes: "Cuando tenés una amistad todo se hace más llevadero: desde salir a comer, desde jugar al polo, desde compartir las mismas cosas. De repente podés tener gente que te sponsorea, pero vive en Rusia y la verdad es que no es la misma sensación".
El fracaso de su negocio tuvo motivos reales. El más relevante fue la investigación de Carlos Gonella, exjefe de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos, que determinó a mediados de 2014 que, de 521 inversores del grupo, sólo tres podían explicar el origen de los fondos.
Tres años antes, el 11 de febrero de 2011, con una gran fiesta en el Sheraton de Pilar, Hope Funds había inaugurado Verazul, su apuesta de negocios más importante, un barrio cerrado enclavado en Villa Rosa, a orillas del río Luján. Pero la iniciativa se frustró tiempo después con una denuncia de ambientalistas. Y ése fue el principio del fin: la presentación llevó al gobierno de Humberto Zuccaro, entonces intendente de Pilar, a retirarle a Hope Funds el permiso precario para construir, se paró la obra y, con ella, los pagos de cuotas de clientes que empezaron a inquietarse con las demoras.
La publicación de los primeros contratiempos en enero de 2015, justo el día del cumpleaños 50 de Blaksley es según Hope Funds la tercera razón de la debacle. Hasta entonces el grupo había seguido funcionando con una agresiva política para incorporar vendedores a su fuerza comercial, reforzada con comisiones en dólares que llegaban al 7%, viajes y premios para los más exitosos.
Hace algunos años, el grupo se abocó a constituir sociedades off shore por u$s10 millones en las Islas Vírgenes Británicas, armadas por el estudio Mossack Fonseca, algo que cerca del empresario ahora niegan.
"No es un mal tipo: dio la cara, sigue trabajando y siempre estuvo a disposición de la Justicia", agregaban en su entorno. "El Negro pisó la banquina y se fue al pasto", retrucaba uno que trabajó con él. De lo que nadie duda es de que el negocio fue un fiasco. Que obligó, por ejemplo, a Blaksley a desprenderse hace cinco meses, por pedido de Hard Rock Internacional, de la franquicia que esa cadena tiene en Recoleta.
La fiesta terminó y guarda unas cuantas imágenes incómodas. Entre ellas, una foto de Blaksley en el hotel InterContinental de Tigre con Federer, Sergio Massa y Guillermo Marín, su socio en la firma Imagen Deportiva. O aquella entrevista de YouTube en que el líder del grupo afirma que, más que la rentabilidad en sí misma, "el objetivo final de Hope Funds es proteger a las personas". O el recuerdo imborrable de 120 vendedores a quienes se premió con un crucero del mar Báltico, con comida y barra libre. Era agosto de 2014, la Argentina no terminaba todavía de sobreponerse a la devaluación de enero y tanta opulencia llevó a uno de los viajeros a sopesarlo todo en voz baja y con una conclusión drástica, delante de sus compañeros, apenas tocaban las costas de Dinamarca: "Esto se cae".