Microdepartamentos y edificios sin portería: todos los cambios del Código Urbanístico porteño
La Legislatura porteña convirtió en ley los nuevos Código Urbanístico y de Edificación de la Ciudad que establecen los rangos para futuras construcciones, que no podrán superar los 38 metros de altura, contemplan microdepartamentos de 18 metros cuadrados y plantean criterios de sustentabilidad como los “techos blancos” para combatir el calor.
Ambas iniciativas obtuvieron 34 votos a favor del bloque Vamos Juntos y 23 en contra del arco opositor en la sesión ordinaria de la Legislatura, donde vecinos de la Ciudad concurrieron a manifestar su rechazo por considerar que "restará espacios verdes y públicos y fomentará desarrollos inmobiliarios en detrimento de los habitantes porteños".
Las normativas, que fueron elaboradas por el Gobierno de la Ciudad y remitidas al Parlamento en abril pasado, apuntan a modernizar el Código de Planeamiento Urbano que data de 1977 y establece dónde, cuánto y con qué criterios se debe construir en el distrito.
En tanto, el Código de Edificación databa de 1943 y fijaba cómo y con qué materiales debían hacerse las nuevas obras.
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En el caso del Código Urbanístico, se redujeron de 27 a seis la cantidad de alturas permitidas para las futuras edificaciones en cada barrio, con el propósito de "homogeneizar” los niveles de las construcciones a partir de un rango que va de los 9 y 10,5 metros, principalmente en pasajes y calles, hasta los 38 metros en zonas de grandes corredores, como las avenidas Del Libertador y 9 de Julio.
El oficialismo asegura que esta medida va a fomentar el desarrollo de algunas áreas porteñas y va a evitar que en una misma cuadra haya casas de sólo uno o dos niveles junto a altas torres.Así, se eliminan las 27 zonas que regían hasta el momento y que se basaban en el Factor de Ocupación Total (FOT) y el Factor de Ocupación Suelo (FOS).
No habrá obligación de tener baños con bidet y con bañera, ni será obligatorio incorporar vivienda para el encargado.
También quedó instituida una “mixtura de usos” de los suelos en los barrios, que habilita una combinación en una misma zona de distintas actividades -como áreas comerciales, viviendas y servicios sociales- lo que marca una diferencia con la antigua norma, que contenía sectores específicos para cada función, como residenciales o industriales.
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Asimismo, el nuevo código aplica criterios de sustentabilidad para las futuras construcciones, como la exigencia de que cuenten con “terrazas verdes” o “techos blancos” que absorban el calor en épocas de alta temperatura y la prevención de inundaciones a través de la recolección y uso del agua de lluvia.
El Código de Edificación, en tanto, fija nuevos materiales y sistemas de construcción que son considerados “más eficientes” para las obras, y deja establecidas las subdivisiones en los ambientes de los departamentos para “mejorar los espacios”.
En ese punto, abrió la chance de los denominados "microambientes" de 18 metros cuadrados, que generó fuertes críticas de parte de asociaciones de personas con discapacidad o movilidad reducida por los inconvenientes que les causaría para su desplazamiento.
Por ello, se dispuso que no podrán existir edificios enteros con ese tipo de "microdepartamentos", sino que "sólo la mitad de las unidades estarán autorizadas a contar con esa métrica".
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Por otra parte, habrá nuevos modelos de arquitectura inclusiva, ya que los nuevos bares y restaurantes podrán tener baños unisex o incorporar dispositivos para el cambio de pañales de los bebés en baños masculinos.
Respaldos y cuestionamientos en la Legislatura
Diputados del oficialismo porteño defendieron la sanción de los nuevos Códigos Urbanístico y de Edificación, que fijan los criterios de gestión urbana para los próximos 40 años, en tanto que la oposición manifestó sus críticas al considerar que las flamantes normativas contribuirán a “negocios inmobiliarios”.
La diputada de Vamos Juntos y presidenta de la Comisión de Planeamiento Urbano, Victoria Roldán Méndez, sostuvo que “la elaboración de nuevas estrategias nos invitan a la acción en corto plazo, y este Código Urbanístico plantea herramientas para seguir actualizándose de cara a la Ciudad que se viene”.
Por su parte, el legislador de Unidad Ciudadana Javier Andrade aseguró que las normas aprobadas “maximizan la posibilidad de hacer negocios inmobiliarios” en tanto que “no resuelven la cuestión habitacional ni el acceso a la vivienda.
Desde el socialismo, Roy Cortina indicó que "tras el discurso maniqueo del freno a las torres, el texto promueve un importante incremento de la capacidad constructiva, sin ninguna evaluación del impacto negativo que puede tener en servicios públicos que están saturados, en la disponibilidad de espacios verdes y en las identidades barriales”.
El diputado porteño Juan Francisco Nosiglia, de Evolución, justificó el voto negativo al señalar que "debería representar consensos profundos en lugar de una mayoría circunstancial y forzada", mientras que el legislador del Polo Obrero Gabriel Solano manifestó que beneficiará “los negocios inmobiliarios a expensas de la Ciudad” y Sergio Abrevaya, del GEN, dijo que “va a empeorar la calidad de vida de los vecinos”.