Grieta en el Congreso: peronismo duro se aleja del cristinismo mientras gobernadores buscan chequera de Macri
Lo que parecía improbable, se convirtió en realidad. Tras la impensada derrota en la elección presidencial, el Frente para la Victoria (FPV) comenzó a agrietarse entre el peronismo duro y los aliados de Cristina Kichner, tanto a nivel nacional como provincial.
Aunque el FPV perdió una importante cantidad de diputados en el Congreso, La Cámpora logró aumentar su representación y, a la vez, obtuvo sus primeras cuatro bancas en el Senado.
Ahora, para las sesiones ordinarias que comenzarán el próximo 1 de marzo, los camporistas tendrán un sub-bloque de 24 diputados, liderado por el hijo de la presidenta Máximo Kirchner, quien logró un lugar por Santa Cruz que le servirá para convertirse en parte de la férrea oposición al macrismo.
Pero no todo el FPV piensa como él.
Desde diciembre, en los papeles, el bloque del FPV cuenta con 98 miembros, mientras que el PRO -sumado con el radicalismo y la Coalición Cívica en el bloque Cambiemos- llega a 88 diputados.
Sin embargo, a pesar de ser la primera minoría, muchas de las lealtades que parecían eternas hacia Cristina Kirchner comenzaron a desvanecerse.
En ese escenario, Macri no será el único que deba transpirar la camiseta para lograr consensos parlamentarios a la hora de impulsar sus proyectos.
Para la oposición, mantener la cohesión puede ser una tarea igual de difícil.
Sucede que en la cámara baja, el bloque cristinista tiene su mayor representación, bajo la batuta de Héctor Recalde. El ex asesor de la CGT sostuvo que "el manejo del quórum" por parte del kirchnerismo "dependerá de las circunstancias".
Además, admitió que hay diferencias profundas respecto de cómo posicionarse frente a los proyectos que envíe Macri al Congreso.
"Yo no soy de la Cámpora, no voy a votar todo en contra al oficialismo. Lo importante es plantear cuando vemos excesos de este Gobierno y decisiones que atentan contra la Constitución", aseguró el titular del bloque del FPV en la cámara baja.
Por lo pronto, unos 20 diputados del bloque K se alejarán para conformar una nueva fuerza: pertenecen a Salta, Buenos Aires, Chaco, Santa Fe, Jujuy, La Rioja, Catamarca, Entre Ríos, San Juan y Tierra del Fuego.
El gobernador salteño Urtubey, los salteños José Luis Gioja y Sergio Uñac, los riojanos Luis Beder Herrera y Sergio Casas y el diputado Diego Bossio forman parte de esta división.
¿Y qué pasa en el Senado? el escenario es distinto ya que su jefe, el rionegrino Miguel Pichetto, sostiene que el PJ tiene que hacer una "oposición responsable".
Incluso, hace pocos días se ofreció como mediador entre el macrismo y las provincias peronistas, garantizando gobernabilidad si es que se cumplían con los envíos de dinero coparticipable y se reiniciaba la obra pública paralizada.
Por lo pronto, Pichetto no puede darse el lujo de quedarse tranquilo, ya que un grupo de 15 de los 40 legisladores que integran el bloque del FPV emitió un comunicado en el que se criticaba fuertemente la decisión de la titular del cuerpo, Gabriela Michetti, de dar de baja a 2.035 empleados de la cámara alta.
Posteriormente, tres miembros que aparecían firmando la misiva desmintieron haberlo hecho, lo que generó suspicacias y críticas por lo bajo.
En ese contexto, el macrismo –que apela a manejarse con decretos de necesidad y urgencia mientras el Congreso está en receso- espera con ansias las sesiones ordinarias para dejar en evidencia la ruptura del bloque del FPV en ambas cámaras.
Sucede que está negociando con gobernadores opositores la ayuda a las provincias ahogadas por las deudas a cambio de que lo acompañen con iniciativas claves para su gestión.
Además, Sergio Massa, quien será una pieza fundamental en las negociaciones con Macri -por tener 27 diputados en el Frente Renovador- busca reunificar al peronismo.
A principios de enero organizó un asado en su casa de veraneo en la costa atlántica al que asistieron hombres del peronismo y ex aliados de Cristina Kirchner, como el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey y el actual diputado y ex titular de la ANSES, Diego Bossio.
No hubo presencia de camporistas, ya que se intentó mostrar una imagen de renovación, lejanía al kirchnerismo más duro y se buscó reflejar que se puede hacer política garantizando gobernabilidad al presidente de turno, pero sin dejar de ser crítico.
Apenas se conoció la foto de los principales dirigentes peronistas compartiendo un encuentro, el diputado nacional y referente de La Cámpora, Andrés "Cuervo" Larroque hizo referencia al "ego-peronismo" y señaló que le pedirá explicaciones a Bossio, por haber participado.
Quien también busca ocupar uno de los primeros planos en la escena justicialista es el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Fue precisamente él quien lanzó una frase contundente: "Con el peronismo solo no alcanza, pero sin el peronismo el Frente Para la Victoria no existe".
Moreno remarcó que no quiere conducir el PJ, pero advirtió que si no hay unidad él podría imponerse sin problemas en la interna partidaria.
Todo esto ocurre mientras se reúne el Consejo nacional justicialista. La idea de sus participantes es fijar una fecha para los comicios internos, que deberían realizarse antes de mayo, cuando vencen los actuales mandatos.
Producto de esta reunión ya se produjeron algunos cruces entre dirigentes de peso, como Jorge Capitanich, José Manuel De la Sota y Juan Manuel Abal Medina.Capitanich marcó sus diferencias con el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien ya blanqueó su ambición presidencialista para 2019.
"Si elegimos una conducción que sea funcional al oficialismo, vamos a tener un problema de representatividad", advirtió en alusión al proceder del hombre fuerte de Salta.
En tanto, Abal Medina -que promovió un discurso de unidad- advirtió que con una posible ruptura del partido "le hacemos el juego al macrismo".
Para De la Sota, "la fragmentación del PJ-K (sic) se ha acelerado tanto, que ya no se sabe cuántas son sus líneas internas y los ex K que ahora se autopostulan".
Desde el macrismo ven con especial interés quien será el líder del peronismo. En este sentido, Jaime Durán Barba, asesor del Presidente, propuso para la renovación a Urtubey o a Massa, los protagonistas de la gran foto política del verano.
Señales
La primera señal de rebeldía hacia Cristina Kirchner y de muestras de fisuras dentro del bloque se dio cuando el kirchnerismo no pudo avanzar en las comisiones del Senado con uno de los proyectos en el que la mandataria había hecho más hincapié.
De hecho, el intento para lograr el quórum en comisión no fracasó una sino tres veces.
Tras la derrota en el balotaje, CFK sufrió un "desaire" por parte de sus miembros del bloque en la cámara baja.
Se evidenció claramente en una sesión convocada con un temario cerrado predeterminado por el Frente para la Victoria, que debió comenzar casi media hora más tarde de lo estipulado.
Luego se tuvo que recurrir a cuarto intermedio -que se extendió más de cuatro horas- a raíz del retiro de varios legisladores peronistas del reciento.
Tuvieron que aguardar la llegada de un diputado tucumano desde su provincia -en un avión privado- para conseguir quórum y aprobar proyectos.
A partir de ese momento, la fractura entre los leales a Cristina y los que se autocalifican como peronistas tradicionales quedó en clara evidencia.
Esa situación se agravó en el Senado, ya que ni siquiera logró el quórum para sesionar en la última reunión del año.
Buenos Aires, otro campo de batalla
A principios de enero, el Congreso bonaerense (primero Diputados y luego el Senado) aprobó el endeudamiento y el proyecto de gastos enviados por la gobernadora María Eugenia Vidal.
Este proyecto debió tratarse en una sesión especial ya que –a última hora- el cristinismo decidió "voltear" la sesión del 30 de diciembre, a la que se había comprometido a asistir, por un llamado de Cristina Kirchner.
En concreto, el camporismo cuestionó el endeudamiento de $94.000 millones que pretendía contraer la mandataria bonaerense para poder sanear las cuentas provinciales.
Finalmente, se cerró en $60.000 millones luego de presiones y pedidos de los intendentes que responden al Frente para la Victoria.
En Diputados, el jefe de bloque, el camporista José Ottavis, sufrió la fuga de cerca de 20 diputados (que acompañaron a Cambiemos y al Frente Renovador) y sólo 15 lo acompañaron en su pedido de rechazar el endeudamiento.
En el Senado, el proyecto fue rechazado por los 8 representantes leales a Cristina.
Precisamente la cámara alta bonaerense fue el escenario de la primera "batalla" como oposición entre el camporismo y el peronismo tradicional que estaba dentro del Frente para la Victoria.
Antes de la elección de las autoridades de las cámaras legislativas provinciales -el pasado 10 de diciembre- el bloque informó que no llegaron a un acuerdo en el Senado, por lo que decidieron conformar dos bancadas distintas, una compuesta por miembros de La Cámpora y otra por el Partido Justicialista.
Nueve de los 16 senadores responden al peronismo y 7 a La Cámpora.
El grupo de los cristinistas está liderado por Ana María Sierra, mientras que la bancada peronista es presidida por Daniel Barrera.
Estos acusaron a los kirchneristas de querer imponer al jefe de bloque con una dirigente propia, pese a que el acuerdo inicial era otro.
Por lo pronto, los tiempos políticos han cambiado y las lealtades también.
Van quedando atrás las expresiones de Cristina Kirchner cuando, en su rol de jefa de Estado, comprometía a todos a defender a rajatabla el "modelo" y la "década ganada".
Como en otros momentos de la historia, las urgencias de los gobernadores -al ver sus cuentas en rojo- pueden más que aquellas palabras pronunciadas desde escenarios y cadenas nacionales.
Al decir de un legislador, la chequera de Macri puede más que el "relato".