Ganó Gran Hermano pero todo fue cuesta arriba: perdió casi todo el dinero y sufrió el fin de la fama
En un puñado de años no debió reinventarse una vez, tampoco dos. Roberto Parra, ganador de la segunda edición de Gran Hermano, tuvo que reescribir su propia historia en tres oportunidades. Y solo la primera -la más satisfactoria- fue buscada. Las restantes -aquellas que padeció- resultaron una consecuencia no deseada, con sus respectivos daños colaterales.
Cuando el 4 de agosto de 2001 ingresó a la Casa de Gran Hermano 2, este por entonces estudiante de marketing ni siquiera había visto la primera edición del novedoso reality, un formato importado desde los Países Bajos. Roberto era un seguidor más de El Bar, que bajo la conducción de Andy Kusnetzoff y desde la pantalla de América le ofrecía una digna batalla al tanque de Telefe.
Podría afirmarse que El Bar -desde donde saltó a la fama una tal Pamela David- era un reality a puertas abiertas. Cada fin de semana sus participantes servían tragos desde una barra -de allí su nombre-, para deleite de los fanáticos que se acercaban a verlos en vivo, como antes habían hecho frente al televisor.
En cambio la Casa de GH era otra cosa: 14 jóvenes anónimos sometidos al mayor de los hermetismos, al aislamiento absoluto, pero filmados las 24 horas, claro. Pese a todo, allí fue Roberto, sin mayores pretensiones que ser él mismo, con sus virtudes y defectos.
La historia de Roberto Parra, ganador de Gran Hermano en 2001
Permaneció encerrado 120 días. Hasta que el 1 de diciembre, en una final comandada por Soledad Silveyra y con casi 30 puntos de rating, se consagró como ganador gracias a los votos de los espectadores, relegando a su amiga Silvina Luna al segundo lugar.
Y enseguida, la primera reinvención: del anonimato total al protagonismo máximo, estallido de fama mediante. Porque de un momento a otro, aquel pelilargo de 30 años que solo se sacaba fotos en su cumpleaños, era solicitado por las revistas de actualidad para distintas producciones fotográficas. Y si bien no existían las selfies, debía firmar infinidad de autógrafos. Todo un país hablaba de Parra.
"Cuando entrás a Gran Hermano no te conoce nadie, y cuando salís te conoce todo el mundo. Fue muy fuerte, una explosión mediática muy grande. Mucha vorágine". Sin embargo, se hallaba a gusto, lejos de cualquier incomodidad. "Lo mejor fue sentirme valorado y querido por la gente. Eso es algo que voy a llevar conmigo para siempre", recuerda Roberto, 23 años más tarde. Y hace una pausa: "Desgraciadamente, perdí mucho dinero... Hoy tendría una jubilación asegurada".
Aquí, la segunda reinvención. Porque aquel país que hablaba de Parra era muy distinto al que había dejado cuatro meses atrás, cuando ingresó a la Casa con el 1 a 1 monetario todavía vigente. En cambio, en esos primeros esbozos de un diciembre que sería trágico, Argentina se desangraba en una crisis económica, social y política.
La final de GH se transmitió a la noche, en el prime time de Telefe. Mucho más temprano, ese mismo 1 de diciembre, Domingo Cavallo había anunciado desde su rol de ministro de Economía la implementación del corralito. Los depósitos quedarían retenidos en los bancos. También los 200 mil pesos -o dólares, en ese momento- que le correspondían a Roberto como ganador del reality. "¡Me mató! Me agarró toda la guita del premio...", lamenta, como si hubiera sido ayer.
En marzo de 2002 pudo retirar el dinero, post devaluación. "No me olvido más: en vez de cambiar 200 mil dólares, solo pude comprar 49 mil -detalla-. Pero en ese momento no te das cuenta, porque estás en pleno auge, vas de un lado para el otro. Recién con el paso del tiempo entendí que era mucha plata: perdí ni más ni menos que 150 mil dólares. Algunos me decían: 'Bueno, pero es un juego'. '¡Sí, dale! Entrá vos, encerrate cuatro meses y ganá'. Me lo decían de buena onda, pero yo tenía una calentura...".
Su vida, cuando los flashes comenzaron a apagarse
Los flashes de los estudios televisivos comenzaron a apagarse en mayo: Roberto ya no era tan requerido como meses atrás. Al igual que sus excompañeros, tenía un contrato firmado con Telefe por tres años, con posibilidad de extenderlo otros dos. Pero en septiembre de 2002 se lo rescindieron. "Me dolió. Aunque no tengo nada en contra del canal: gracias a ellos soy conocido, y sé que esto es un negocio".
Silvina Luna, quizás la más famosa del grupo, lograría construir una carrera sólida hasta su absurda muerte, en agosto de 2023. Otro tanto hizo Alejandra Martínez, hoy figura en las transmisiones de la Fórmula 1 en la que brilla Franco Colapinto. Ximena Capristo y Gustavo Conti no solo formaron una familia, sino también una respetable trayectoria en los medios. Pablo Heredia -mudado a Perú-, otro tanto.
Pero los demás no encontraron de qué manera permanecer. Entre ellos, Parra. "Me hubiese encantado perdurar -admite-. Pero tuve que asimilar la situación y seguir".
Aquí, su tercera reinvención. Y puede que la más dura, apenas con una cuarta parte del premio y alejándose sin querer del centro de la atención mediática. "Lo peor es cuando te dicen que la fama se va. El ostracismo. Decir: 'Se va todo esto lindo que viví'. Lo tenés que ir aceptando. Ahí caes a tierra, y no es fácil. El golpe duele. Y me bajoneó. Soy un poco nostálgico y a veces tengo mis bajones. Pero bueno, trato de superarlo día a día. Gracias a Dios otra cosa de salud no tengo. Nunca me drogué, no tomo alcohol, soy sano. Pero alguna que otra vez me agarra esa nostalgia".
Roberto se dedicó al rubro textil, abriendo su propia marca de ropa. Hasta que hace un tiempo debió cerrar el local. Ahora fabrica vestimenta de trabajo y prendas para merchandising, como buzos con logos bordados o estampados. Además, junto a un amigo se dedica a la compra y venta de autos usados. "Con una sola cosa no alcanza", dice.
Vive solo con su adorada Shafu, una caniche de 13 años. Confía que está "conociendo a una chica", aunque no se encuentra en pareja. Y cada noche cumple con una rutina: conversar por teléfono con su madre. "No soy un nene de mamá, de esos que no cortan el cordón. Pero mi vieja es un ser de luz", dice, orgulloso.
Casi no mantiene contacto con sus excompañeros de convivencia televisada. "Teníamos un grupo de WhatsApp, pero me fui porque no coincidía en algunas cosas. No voy a dar nombres, pero todos salimos de un mismo pozo, y para mí las estrellas están en el cielo. Cuando empezaron a surgir los egos y esas boludeces, preferí abrirme. ¿Para qué me voy a enganchar con esas cosas? No me gusta que para algunos siga siendo 'Roberto, el que les ganó'. Si yo no cagué a nadie. A mí me votó la gente".
Este lunes 2 de diciembre, al día siguiente de cumplirse un aniversario de la consagración de Parra, Telefe estrenará la temporada 14 de Gran Hermano. Roberto planea seguirla por los recortes que se postean en Instagram. "Es que no miro canales de aire. Soy más de mirar información, o películas y series. Pero no podés dejar de seguirlo por si te llaman de algún programa -aclara-. Yo podría tener mucha cabida en La noche de los ex, pero bueno, muchos están apalabrados, por no decir otra palabra. Y me encantaría estar en algún panel, donde sea. Si hay tanta gente que nunca estuvo en la Casa y se sienta en un panel, ¿por qué no voy a estar yo? Algo sé como para estar ahí...".
Roberto Parra cuenta que se pone feliz cuando desde un medio lo convocan para hacerle una entrevista, ya sea un portal o un programa televisivo. "Me revive -confiesa-. También cuando a veces me reconocen en la calle. El otro día tres pibes me gritaban: "¡Eh, Parra!". Pero ya no es como antes. Pasaron 23 años... Pero bueno, tuve la suerte de haber ganado. Quieras o no, estoy en la historia de Gran Hermano".