No sólo un apagón: el calor y la sequía restarán más de 6.500 M de dólares a la cosecha
El agravamiento de la sequía en el campo implicará una pérdida adicional en las exportaciones agrícolas de unos u$s900 millones que llevarían a las exportaciones de granos y derivados del complejo sojero, maicero, trigo y girasol a un nivel de u$s33.000 millones, o sea, 6% menos respecto de 2021, consideró la consultora Abeceb.
La preocupación principal pasar por los impactos cambiarios, en un mercado donde "cada dólar" cuente. El saldo comercial que en 2021 fue de u$s15.000 millones se achicaría a u$S8.500 millones aún con importaciones pisadas por cepos y controles, indicó.
Perder u$s6.500 millones a u$s7000 millones de oferta potencial de dólares en un año es una muy mala noticia para un mercado cambiario extremadamente tensionado, en el que desde fines de septiembre la demanda supera la oferta y la diferencia es cubierta con ventas del BCRA de reservas que ya no tiene, dado que en rigor las reservas liquidas son negativas, afirmó.
La caída en las exportaciones agrícolas se debe tanto a menores exportaciones de granos como por el derrame hacia la industria molinera y aceitera, aclaró.
Lo preocupante es que este empeoramiento en las perspectivas de producción ocurre en simultáneo con una tendencia esperada declinante de los precios de las commodites que, aunque con buenos niveles en perspectiva histórica, se sitúan por debajo de los valores máximos del año pasado. Los futuros de la soja para mayo de este año están en u$s509 la tonelada contra el pico de u$s570 la tonelada en mayo de 2021, indicó.
Si antes del recorte de las proyecciones de la cosecha esperábamos una caída de 3% en las exportaciones totales ahora la misma puede superar el 4%, comentó.
Tendría que suceder un milagro como, por ejemplo, que vengan dólares extra del FMI con el acuerdo, porque si no se endurecerá el súper cepo para pisar aún más la demanda de dólares (pagos de deuda con el exterior, gastos en turismo, atesoramiento etc), o se viene un reacomodamiento más sustancial del tipo de cambio oficial. También podría darse un mix de todo esto, precisó.
Los números de los cultivos
La Bolsa de Comercio de Rosario informó este jueves que la sequía recorta 8 millones de toneladas en maíz y limitaría a la soja a 40 millones de toneladas.
De los 56 millones de toneladas que se proyectaban con un escenario normal hace un mes, el clima ajustó la primera estimación maicera a 48 millones de toneladas.
Temperaturas extremas, baja humedad relativa, días de vientos continuos, una humedad relativa de 10% a 15% y una radiación con valores de watts también extremos son algunas de las variables que se han alineado para poner al maíz de primera contra las cuerdas ya que han predominado en la etapa crítica del cultivo. El ajuste mensual ha sido muy fuerte, con un descuento de un 14%.
Este año se sembró más, pero habrá menos maíz, ya que el rinde cae 10 quintales respecto a 2021, concluyó la Bolsa de Comercio de Rosario.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó, a su vez, en que la proyección de superficie para la campaña de soja 2021/22 se reduce en 100 millones de hectáreas, cayendo a 16,4 millones de hectáreas. El ajuste de superficie se explica por la imposibilidad de culminar los planes de siembra en sectores del extremo sur de la región agrícola.
Se relevó una condición hídrica Regular/Sequía en el 53 % del área sembrada con maíz, el equivalente a más de 3,3 millones de hectáreas. La condición de cultivo de Regular/Mala compromete el desarrollo de más de 2,2 millones de hectáreas entre siembras tempranas y tardías, cifra que representa un 36 % del área total, explicó.
Y desde la Bolsa de Cereales de Córdoba, su economista jefe, Gonzalo Agusto sostuvo que esto no son buenas noticias para el país por la gran sequía que atraviesa gran parte de la zona productora, lo que implica que hay lotes que no se han podido sembrar. Esto significa bajos rendimientos potenciales a obtener y pérdida de hectáreas.
En soja se esperaban 48 millones de toneladas y en maíz 56 millones, pero por la sequía se recortaron en 8 millones de toneladas los dos cultivos, calculó.
Esto para el país significa menor entrada de divisas, con una caída de u$s6400 millones dólares sumando maíz y soja, y para el Gobierno, menor recaudación por retenciones con una baja de u$S1700 millones, remató Agusto.
La soja bajo gran stress
En cuanto a la soja, la Bolsa rosarina explicó que problemas en la siembra, crecimiento detenido, lotes regulares y escenario de baja productividad.
Los retrasos y la severa falta de agua que han sufrido las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos ponen en duda si podrán sembrarse las 300.000 hectáreas que están pendientes de una siembra total de 16,2 millones de hectáreas.
Si bien hay expectativas por los pronósticos que señalan lluvias para este fin de semana, las siembras estarán sujetas a la cantidad de milímetros, ya que por el grado de desecamiento alcanzado son pocos los lotes que aún tienen posibilidades.
La condición de la soja en nuestro país va de buena a mala, como se observa en muchas zonas del centro este de Buenos Aires, sur y centro de Santa FE, Entre Ríos y centro y norte cordobés. El estrés hídrico de diciembre ha frenado el crecimiento, produciendo aborto de flores, quemado de hojas, muerte de plántulas en las áreas más afectadas y comienza a haber abandono de cuadros, advirtió la Bolsa de Comercio de Rosario.
Se descartan los escenarios de alta productividad que hasta hace poco hacían posible pensar en una campaña de 48 millones de toneladas.
Las condiciones de desecamiento y estrés termo hídrico han sido tan graves en los últimos 30 días que se descarta también la posibilidad de un escenario de normalidad y rindes promedios, lo que arrojaría un horizonte productivo de 45 millones de toneladas y se trabaja ahora con una proyección de 40 millones de toneladas.
Sea que no se concreten las siembras pendientes y/o aumente la cantidad de hectáreas que no valga la pena trillar, estaríamos ante una posible área de cosecha de 15,4 millones a 15,6 millones de hectáreas y un rinde nacional más cercano a los 26 quintales por hectárea, que a los casi 29 quintales de promedio de los últimos 5 años de producción de soja en Argentina, consideró el informe agrícola.
Menor recaudación
Bernardo Ciancaglini, del estudio del mismo nombre, estimó que los números de la sequía hasta el momento generaría una pérdida de exportaciones estimadas en u$s2.600 millones y una caída de recaudación aproximadamente de u$s1.450 millones, aunque la verdadera pérdida aún está por determinarse.
Desde un punto de vista macroeconómico, la disminución de saldo exportable de cereales y oleaginosas daña de manera directa la generación de recursos genuinos, presentes como potenciales, por parte del Estado en todos sus niveles, comentó.
Respecto del impacto presente, la menor producción es directamente proporcional a menos recaudación en general, en todos los impuestos y tasas que la actividad y la cadena agropecuaria se encuentra alcanzados, que justamente es inmenso, añadió.
En particular, la presión fiscal sobre el sector agrícola tiene una afectación sobre la renta del 60% a 63%, con lo que la falta de recaudación genuina causa un daño inmenso de impacto sobre las arcas fiscales, sostuvo.
Esto impacta en aumento del déficit fiscal, como consecuencia del aumento de la emisión monetaria necesaria que apalanque los ingresos faltantes por perdida de la recaudación. Asimismo, se origina un aumento de la proyección en la tasa de inflación 2022, conjuntamente con más presión cambiaria proyectada, consideró
El agro tiene efectos son directos en otros sectores de la economía, por ejemplo, el automotriz, construcción, industria metalmecánica. Además, las pérdidas por menores rindes aumentan aún más el descalce cambiario entre el tipo de cambio que recibe el productor respecto de los precios de los insumos, fertilizantes y demás tecnologías aplicables en las sementeras agrícolas.
Por último, las pérdidas generadas por estas situaciones, más distorsiones cambiarias, económicas, financieras, y la presión fiscal colosal, sin dudas, hasta por un propio acto reflejo, se producen menos incentivos a la inversión productiva y mayor retención de mercaderías como método de apalancamiento, concluyó.
Soja, menos dólares y caída de actividad
Rodolfo Santángelo, economista de MacroView, dijo que el principal impacto de la situación es cambiario. Si el año hubo récord de exportaciones, el mercado cambiario fue deficitario con pérdida de reservas, con menos exportaciones agrícolas, este año habrá habrá menos actividad, más cepo e impacto de cambio, salvo que un programa con el FMI traiga alguna solución.
El economista José Fanelli advirtió sobre los siguientes efectos de la sequía:
1. Cae la recaudación tributaria y se revierte en parte el shock positivo del año pasado. Complica porque este año no hay impuesto a la riqueza ni DEG del FMI.
2. Menos entrada de dólares. Complica porque obliga a devaluar más rápido cuando el dólar está ya algo atrasado. No hay dólares para intervenir en el mercado.
3. Menos superávit comercial cuando las importaciones crecen por crecimiento del PBI y por la suba del petróleo.
4. Si hay que devaluar y subir tarifas al mismo tiempo, la inflación se acelera.
Joel Lupieri, economista de Empiria, opinó que la merma en los rindes agrarios siempre es una mala noticia para la economía argentina. La retracción en la oferta de dólares ocasiona mayores presiones sobre el tipo de cambio, e incrementa las dudas sobre su sostenibilidad.
La caída en la recaudación por retenciones, así como la menor liquidación esperada, que podría alcanzar los u$s1.500 millones en pérdidas, golpea a las expectativas duramente, en especial en momentos en el cual se mantiene una brecha cambiaria muy amplia, y el Estado tiene necesidad de afianzar sus reservas, indicó.
El Gobierno habrá de mantener el duro cepo que ha impuesto sobre las divisas, a fin de consolidar su posición como demandante neto y buscando cerrar más los caminos por lo que se filtran otros jugadores, importadores, por ejemplo, afirmó.
¿El optimismo todavía es posible?
Cynthia Moskovits, economista de FIEL, puso una voz de optimismo, al asegurar que hay que tener en cuenta que la campaña de trigo acaba de terminar, con un resultado espectacular, que significa una producción 25% más alta que la de la campaña anterior.
En cuanto a maíz y soja, si bien las expectativas pueden verse frustradas por la falta de lluvia y el calor extremo, esa comparación es frustrante, justamente, de acuerdo con lo que se preveía, no necesariamente en comparación con lo que ocurrió en la campaña 2020/21, aseguró.
A hoy, si el clima no continúa siendo adverso, podría pensarse en producciones de 50 millones de toneladas para el maíz y 42 millones de toneladas para la soja. Por supuesto existe el riesgo de que el problema climático continúe y la situación sea todavía peor. Pero tomando el escenario que planteo arriba como probable, eso significa una producción de maíz apenas 1% más baja que la de la campaña 2020/21, que es 9% menor en el caso de la soja, remarcó.
Estos comportamientos, de acuerdo con las últimas proyecciones de FIEL, podrían dar lugar a una caída del PBI del sector agropecuario del orden del 4% para el año, con la pérdida concentrada en el segundo trimestre, consideró.
Por supuesto, que al agro no le vaya bien tiene consecuencias no solo en el sector sino que se difunde a otros sectores de la economía como el transporte y el comercio en forma directa y, más indirectamente, a la construcción y el sector financiero, por ejemplo, apuntó.
También tiene incidencia en los ingresos del fisco, en forma importante a través de los derechos de exportación, y, obviamente, en el volumen y monto de las exportaciones (tanto de productos primarios como de manufacturas de origen agropecuario) y consecuentemente en la balanza comercial y en el resultado de la cuenta corriente, sostuvo.
Sin embargo, el mensaje es que hay pérdidas, que son dramáticas si la referencia son las expectativas y más acotadas si la referencia es la campaña previa. Todo ello teniendo en cuenta que los precios internacionales se mantienen elevados y no muy diferentes de los correspondientes a 2021. Por supuesto, hay riesgos de que el clima continúe dañando las cosechas de maíz y soja, aceptó.