Expertos reclaman una administración tributaria digital y moderna
En los últimos años se ha visto como la implementación de los avanzados recursos tecnológicos ha incidido, de forma contundente, en las Administraciones Tributarias del mundo. En Latinoamérica se menciona a Chile, Brasil y México como casos de éxito y ejemplos a nivel mundial.
Si hacemos foco en el caso argentino, vemos una marcada tendencia que comenzó a vislumbrarse a comienzos del año 2017 donde se observaba, al menos, una clara intención o rumbo de integrar la plataforma de su Administración Tributaria al mundo de la digitalización.
La tecnología y las Administraciones Tributarias
Durante el año 2020 el mundo transitó una situación sin precedentes. Los efectos de la pandemia del COVID-19 hicieron que el universo social y comercial debieran readaptar sus estructuras drásticamente. Aplicaciones como WhatsApp, Zoom, Slack, Microsoft Teams o Skype ahora nos resultan esenciales a la hora de coordinar el trabajo remoto, o tan sólo para conectarnos con nuestros seres queridos mediante videollamadas.
Los Estados, por su parte, no sólo han debido enfrentarse a la emergencia coordinando la ayuda sanitaria, sino que también han tenido el desafío de seguir prestando sus servicios públicos en medio de la crisis.
Hoy en día, si hay algo innegable en materia tributaria, es la obsolescencia absoluta de todos los sistemas de la Administración Federal de Ingresos Públicos. Durante el año 2020, quizás el período histórico más imprescindible para que dichos sistemas fueran de calidad, toda la estructura tecnológica del organismo ha fallado a niveles dramáticos, catastróficos y trágicos. No, no estoy exagerando.
Debe hacerse especial hincapié, que al hablar de fallas de sistemas en el año 2021, implica que nada puede hacerse cuando los recursos tecnológicos no funcionan como deben. Los contribuyentes (grandes y pequeños) no pueden facturar y no pueden cobrar, no pueden pagar y no pueden informar, pero a su vez, deben enfrentar el drama constante de verse incumplidores de las cuantiosas obligaciones que el Organismo incesantemente dicta y requiere.
En contraste con ello, las exigencias normativas por parte del Organismo no hicieron más que aumentar en forma creativa, constante (y errante) hacia contribuyentes y asesores. Exigencias que, paradójicamente, dependen exclusivamente del correcto funcionamiento de los sistemas, sitios y micrositios. Y todo ello acompañado por el silencio absoluto por parte del organismo. No dio explicaciones ni anunció las reformas que, obviamente, son más que necesarias.
La complejidad de las normas fiscales, cuya simplificación debe ser promovida por los propios organismos que las dictan, constituye un verdadero desafío para las Administraciones Tributarias en todo el mundo. Este desafío ha sido favorecido por el auge de las tecnologías de la información y la comunicación. Es obligación de las Administraciones Tributarias su constante y correcta implementación en favor del contribuyente, así como también un deber a cumplir por ser un organismo estatal encargado de la recaudación de los tributos para las arcas del Estado.
Asimismo, la correcta digitalización de las Administraciones Tributarias debe ayudar a disminuir los costos de cumplimiento para los contribuyentes, pero también, los costos de administración del sistema tributario.
En los últimos meses, fue noticia el dictado de la Resolución General 4838/2020 que, entre otras cosas, intenta justificar el levantamiento del secreto fiscal para contadores y abogados, con la excusa de que ello importa a los fines de la transparencia fiscal, la lucha contra la evasión, el lavado y muchos otros males.
Somos contestes que en el año 2021 ninguna Administración Tributaria puede pretender transparencia fiscal si no detenta la fuerza y el control de la herramienta más importante del mundo moderno: la tecnología.
La Administración Federal debe centrar todos sus recursos en lograr reacondicionar el universo de su estructura tecnológica actual, para luego dar el salto de calidad hacia una administración tributaria digital y moderna, donde el contribuyente, el asesor y el organismo, convivan de una forma más fácil, más armónica, más transparente, y con menos dramas.
Federico Schweizer
Gerente - Estudio Teresa Gomez - Carlos Quian & Asociados