Cómo la tecnología contable impactará en las políticas públicas
Nunca se vivió una época de avances tecnológicos tan veloces como la que experimentamos hoy. Estos cambios ya están teniendo efectos en una gran cantidad de actividades y, entre ellas, también en el campo de los profesionales de las Ciencias Económicas.
En Argentina, esto se manifiesta a través de la necesidad de aplicar normas internacionales de información financiera y de auditoría; en la realización de auditorías basadas en riesgos, interrelacionando bases de datos; y en la manera en que se confeccionan las declaraciones juradas de impuestos, que pronto vendrán semielaboradas por la AFIP. Todos estos cambios implican que los profesionales en Ciencias Económicas estaremos cada vez más dedicados a aspectos estratégicos como el análisis de datos, y menos a la ejecución.
En este sentido merece una consideración aparte la creación de la Central Federal de Información Financiera (CenFIF). Aún se encuentra en fase de desarrollo, pero una vez en funcionamiento será una fuente de información que, alimentada con datos provistos por los balances de las empresas y otra información adicional, permitirá el acceso a sus bases no sólo a los organismos que lo requieran, sino también al público en general.
El proyecto del CenFIF, que se inició en el año 2018, está siendo desarrollado por el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, con el asesoramiento y colaboración permanente de la Federación Argentina de Consejos Profesionales en Ciencias Económicas (FACPCE). Según el proyecto, en 2021 se establecerá la presentación obligatoria de los estados contables para grandes empresas; a partir de 2022 se incorporaría la presentación voluntaria para PyMES; y desde 2024 sería obligatorio para todas las empresas.
La CenFIF será una entidad autárquica de carácter técnico profesional, dependiente del Estado Nacional, y su función principal será recolectar y consolidar la información contable y financiera de todas las sociedades comerciales y civiles del país. A esos datos se les podrá agregar todo tipo de información relevante de las compañías como la cantidad de empleados –incluyendo categorizaciones como rangos, distribución por género, etc. – y hasta indicadores relacionados con políticas de RSE, entre otros.
El modelo, que ya está vigente en varios países, está concebido para que las empresas envíen su información contable (balance) al Consejo Profesional de Ciencias Económicas de su jurisdicción, incluyendo la firma digital del auditor externo, que luego el Consejo certifica y envía al CenFIF. Esa información pasa entonces a formar parte de una gran base de datos pública a la que podrán ingresar organismos oficiales, entidades financieras, sector privado no financiero y organismos internacionales. Esto significa que, con una única presentación, cualquier persona o entidad interesada podrá nutrirse de esos datos.
El propósito del CenFIF es promover el acceso a información de calidad a los distintos usuarios, brindando mayor transparencia. En un primer paso, pondrá a disposición del mercado la base de información sin procesar y, en etapas posteriores, se incorporarán servicios con mayor valor agregado, como por ejemplo los datos consolidados por actividad, distribución geográfica, nivel de actividad, empleo, etc.
De esta manera, toda la comunidad interesada podrá tomar decisiones en base a información procesada y emitida por un organismo público (mixto en la composición de su dirección) que le permitirá al Estado Nacional, entre otras cosas, elaborar políticas públicas basadas en información confiable e integradora; y al público en general, acceder a información agregada o desagregada según sus necesidades.
La presentación de los balances se hará en un lenguaje común, es decir una taxonomía estandarizada en formato XBRL. Para ello se desarrollaría un software de traducción automática, de manera que las empresas seguirán utilizando sus planes de cuenta como lo venían haciendo y con una parametrización inicial de los dos sistemas estaría resuelto.
Este es sólo un ejemplo de los muchos desafíos que tenemos por delante, y los profesionales en Ciencias Económicas debemos estar preparados para afrontar esta era de cambios permanentes que se nos presentan con un dinamismo nunca antes visto.