Otro lado oscuro de los trastornos de la conducta alimentaria: el riesgo de suicidio
Los trastornos de la conducta alimentaria, también conocidos como TCA, son un problema cada vez más visible. Se habla cada vez más de ellos, se los trata con mayor respeto y se les da la entidad que realmente requieren en lo que respecta a la salud física y mental de la persona que lo padece y su entorno.
La fuerte afectación que provocan este tipo de trastornos en quienes los sufren puede estar estrechamente relacionada con un alto riesgo de suicidio. En este sentido, Mara Fernandez, psicóloga especializada en trastornos alimentarios (M.N. 36031), señaló que "los trastornos de conducta alimentaria constituyen una problemática de salud con alto impacto en la sociedad por los efectos físicos y mentales y por el alto riesgo suicida".
De hecho, la experta aclara: "Los intentos de suicidio son frecuentes en los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Se han realizado estudios que indican que aproximadamente un 20% de las personas que padecen un cuadro de anorexia o bulimia nerviosa tuvieron intentos de suicidios o presentaron autolesiones".
Es importante considerar un punto que destaca la profesional: "Los cuadros de desórdenes alimentarios pueden estar asociados con síndromes depresivos, lo que suelen intensificar ideas de muerte".
Aunque también advierte: "Sin embargo, muchas veces el suicidio sucede por el abuso de sustancias, o rasgos impulsivos, la comorbilidad con otros trastornos de la personalidad, trastornos de pánico o trastornos de estrés postraumático".
Es frente a esta información y en estos contextos cuando surge la pregunta sobre qué se puede hacer, o de qué manera es posible tratar un TCA para evitar que el o la paciente llegue al suicidio.
La Lic. Fernández explica que lo primero que se debe hacer es "una buena evaluación que nos permita hacer un diagnóstico exhaustivo y preciso, y poder diferenciar si es un cuadro franco de trastorno de la conducta alimentaria, o por el contrario el desorden es comorbilidad de otro tipo de trastorno mental. Esto nos va a permitir tener una mirada más integrativa del paciente y poder definir el tipo de tratamiento y el pronóstico".
Otro punto clave que la experta señala es que "se debe prestar suma atención a los adolescentes y a los cambios de actitud, ya que la adolescencia es un periodo de cambios corporales, hormonales, de duelos, lo que vuelve a los adolescentes más vulnerables al riesgo suicida".
Esto implica "observar si se aíslan y dejan de relacionarse con familia y amigos; si empiezan a mostrarse más tristes e irritables; si usan ropa mucho más holgada; si calculan calorías y muestran obsesión por estar delgados; si empiezan a saltarse comidas o a ir al baño inmediatamente después de una de ella. Todas estas actitudes son signos de un malestar psíquico que subyace y en el que los profesionales especializados debemos indagar, para elaborar estrategias para ayudar al paciente".
Cómo acompañar a una persona que padece TCA
Además de saber que los TCA pueden conllevar cierto riesgo de suicidio y de conocer las conductas o cambios que pueden representar una señal de alerta, también es importante saber cómo acompañar a una persona que padece un TCA. La ayuda profesional interdisciplinaria y adecuada va a repercutir en la salud de la persona que padece esta afección y en su proceso de recuperación.
En este sentido, la Lic. en Nutrición Agustina Murcho indica que "lo básico es no ir al choque, no hacerle comentarios sobre su peso o cuánto come, sino que la persona sepa que estás para apoyarla". A su vez, señala que a pesar de la dificultad que a veces existe para comprender qué le pasa a cada paciente, "es importante tratar de entender y evitar que la persona se cierre".
La Lic. Fernández, desde su campo profesional, coincide en que es importante "escuchar a la persona empáticamente sin prejuicio o sin juzgarla, mostrar la preocupación por su salud, tanto física como mental, priorizando cómo se siente y qué se puede hacer para ayudarla".
Y agrega: "Cuando la persona logra abrirse y compartir sus sentimientos y sufrimiento, mostrar comprensión, evitar las discusiones sobre comida, aspecto físico, salud o peso; crear un ambiente agradable durante y después de las comidas, seguir las pautas del tratamiento. Tener paciencia porque el proceso es largo y lento. No culpabilizarse, ya que los TCA son patologías multicausales".
A nivel social, ¿cómo se puede contribuir a mejorar esta situación?
La Lic. en Psicología brinda una serie de acciones que se pueden hacer para tratar de detener el crecimiento de los casos de personas con TCA: "Realizar campañas de información, concientización y visualización sobre la gravedad y las secuelas que pueden dejar los desórdenes alimentarios".
Otro de los puntos clave que menciona la experta es que se deben "hacer publicidades en donde se revalorizan los valores morales y éticos por sobre los estéticos, así como también es clave realizar talleres de prevención en las escuelas sobre todo en adolescentes".
La profesional también menciona que es clave fomentar la alimentación saludable, "sin caer en extremos ni polarizar los alimentos en ‘buenos’ o ‘malos’".
En relación a la actividad física, la Lic. Fernández considera que se debe promover una práctica moderada, que involucre socialización y salud física, al tiempo que es importante promover la construcción de una autoestima adecuada. Esto implica "evitar focalizarse de manera obsesiva en el peso y la estética".
En este sentido, también hace hincapié en "conversar con los hijos porque no es recomendable hacer dietas, porque muchas de ellas son la puerta de entrada al desorden alimentario".
Finalmente, concluye: "Lo principal y no menos importante es dejar de tomar a la salud mental como un tema tabú del cual no se habla. Porque lo que no se pone en palabras hace síntoma en el cuerpo y enferma".