¿Por qué las personas suelen ganar peso cuando dejan de fumar? La ciencia responde
Muchas personas que dejan de fumar notan, a las semanas o meses de haber tomado esa decisión, un incremento en su peso.
De hecho, este riesgo a engordar es lo que hace que muchas personas sucumban en su intento. Según los expertos, prefieren seguir fumando a añadir kilos a su cuerpo.
El motivo de este aumento de peso al abandonar el tabaco se solía vincular al hábito oral del cigarrillo. Para distraerse de las ganas de fumar, los ex fumadores pensaban que engañaban a su mente ingiriendo algún alimento.
Una reciente investigación ha encontrado que el aumento de peso vinculado a dejar de fumar puede no ser debido ese reemplazo de la fijación oral.
Los nuevos datos, recopilados por los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota, demuestran una conexión clara entre la abstinencia de la nicotina y los malos hábitos alimenticios.
Encontraron que las personas que están luchando por dejar de fumar se decantan, no por la comida en general, sino que buscan alimentos reconfortantes con alto contenido de carbohidratos y azúcar.
Sus hallazgos, publicados en la revista Drug and Alcohol Dependence, apuntan en concreto al sistema opioide, las funciones cerebrales responsables de la adicción y la regulación del apetito, como una posible causa de la preferencia por la comida basura durante la abstinencia de nicotina.
Es decir, que en realidad, lo que hace el cerebro de una persona que está abandonando el tabaco es sustituir una adicción (a la nicotina) por otra ( la comida alta en grasas, azúcares y sal).
Un "comportamiento compensatorio", que podría conducir al aumento de peso vinculado al intento de dejar de fumar.
Para llegar a estas conclusiones el equipo de investigadores estudió a un grupo de participantes fumadores y no fumadores de entre 18 y 75 años durante 2 sesiones de laboratorio.
Todos fueron asignados aleatoriamente para abandonar durante 24 horas la nicotina y se les administró un placebo o 50 miligramos de un medicamento (naltrexona). Al final de cada sesión, los participantes recibieron una bandeja con aperitivos que diferían en calorías y dimensiones de salado, dulce y graso.
Los resultados mostraron que los fumadores sometidos a las abstinencia de nicotina consumieron más calorías que los no fumadores y prefirieron alimentos de peor calidad.
Los participantes fueron más propensos a seleccionar alimentos ricos en grasas después de la administración del placebo que tras recibir naltrexona ( utiizado para tratar el trastorno por consumo de opioides).
No es la primera vez que investigadores detectan cómo cierto tipo de comida produce una sensación en el cerebro parecida a la que generan el tabaco o la cocaína.
Una investigación en 2015 encontró que los ultraprocesados eran capaz de llevar a las personas hacia un comportamiento adictivo similar al que producen las drogas.
Esto parece deberse a que algunos alimentos hacen que el cuerpo segrege dopamina, lo cual excita a a al cerebro. "Debido a que al cerebro le encanta la sensación causada por la liberación de dopamina, busca repetir. Si le hacemos caso podemos provocar ciclos viciosos de adicción", explicó con anterioridad el nutricionista Ashvini Mashru.
"Estos hallazgos amplían estudios anteriores que indican el impacto del consumo de tabaco en el apetito y ayudan a identificar la influencia de un vínculo biológico importante, el sistema opioide cerebral, en el deseo durante la abstinencia de nicotina", afirma Mustafa al'Absi investigador y autor principal del estudio.
"El miedo al aumento de peso es una preocupación importante entre los fumadores que piensan en dejar de fumar. La clave para eliminar estas barreras es comprender mejor los factores que aumentan la necesidad de alimentos ricos en calorías", añade.
Tener en cuenta esa atracción por la comida de baja calidad puede hacer que las personas que dejan de fumar orienten sus estrategias hacia alimentos más saludables o ignoren esos antojos con ejercicio para evitar engordar.