Estos son los efectos reales del consumo de azúcar: ¿es posible volverse adicto?
El azúcar, junto con la sal, es uno de los elementos más presentes en la dieta de la mayoría de las personas. Para dar sabor, para realzar el gusto de alguno de los ingredientes o incluso por simple gusto, la realidad es que gran parte de la población mundial los consume. Hasta ese punto todo está bien.
El problema comienza cuando se ingieren en exceso y, aún peor, cuando esto sucede sin que la persona sea del todo consciente de ello. En este sentido, es importante tener en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar el consumo de azúcar a menos del 10% de la ingesta calórica total. Así, lo ideal sería ingerir aproximadamente 50 gramos al día para personas adultas, lo cual equivale a 12 cucharadas pequeñas.
¿Qué tipos de azúcar existen?
Cuando se habla de azúcar en realidad se está hablando de un compuesto mucho más amplio y a un concepto más técnico: los carbohidratos.
La sacarosa es uno de tantos tipos de carbohidratos que consumimos todos los días. Es el azúcar común, que se obtiene de la refinación de la caña.
Es posible pensar que si se deja de agregar sacarosa al café, se estará consumiendo menos azúcar, pero es necesario considerar que no es el único carbohidrato en la dieta.
En las etiquetas de los alimentos industrializados se lee que tienen azúcares agregados, como dextrosa, maltosa, fructosa. Entonces, ¿si se abandonan ese tipo de alimentos, será posible liberarse del consumo de carbohidratos? La respuesta es no.
La mayoría de esos azúcares agregados tienen origen natural: la fructosa es el azúcar presente en las frutas. La lactosa es el azúcar de la leche. En otras palabras, los carbohidratos están presentes en todos lados, en muchos alimentos.
La mayoría de los carbohidratos que se suelen consumir se digieren como glucosa, que es el azúcar que el cuerpo puede utilizar para diversas funciones. De hecho, el cerebro es uno de los órganos que más glucosa necesita para funcionar.
Es por eso que el cerebro tiene algo como un sistema de detección de glucosa. ¿Qué significa esto? Que en el momento en que la persona come algo dulce, las papilas gustativas mandan una señal que activa el sistema de recompensa cerebral.
La dopamina es el neurotransmisor que se libera cuando se activa ese sistema de recompensa y que nos da una sensación de bienestar y felicidad.
Hay otras cosas que liberan dopamina en el cerebro, como la socialización, el enamoramiento o el uso de algunas drogas. La glucosa es una de las pocas comidas que logra eso.
Cuando se estimula de manera continua ese sistema de recompensa, se pueden desencadenar efectos adversos, que tienen que ver con la satisfacción y con el disfrute. De alguna manera, la persona siempre estará buscando satisfacer esa necesidad de dopamina, que es lo que lleva a conductas de adicción.
La glucosa no causa una liberación de dopamina tan grande como ciertas drogas -nicotina, alcohol, cocaína-, pero sin duda tiene un efecto gratificante que nos hace querer consumir más y más azúcar.
Eso a la larga no solamente tiene un efecto en el cerebro: un alto consumo de azúcar se relaciona con el desarrollo de diabetes.