¿Infarto o ataque de pánico?: cómo diferenciarlos según los síntomas
Los síntomas que pueden aparecer en el cuerpo como consecuencia de diversos trastornos son infinitos. Muchos de ellos son característicos de ciertas enfermedades, es decir que indican su presencia de manera inequívoca. Sin embargo, hay muchos síntomas que son comunes a distintas patologías y que, en caso de no ser especialista, pueden ser confusos. El dolor de pecho es uno de ellos; hay varias afecciones que pueden manifestarse de esta manera, aunque no necesariamente se trata del mismo tipo de dolor. El infarto y el ataque de pánico son dos condiciones que pueden provocar como principal síntoma una molestia en el pecho, pero las diferencias entre uno y otro son notables. Conocerlas puede llevar tranquilidad a la persona y a su entorno y, al mismo tiempo, contribuir a buscar ayuda médica de manera urgente y adecuada.
1. Cómo es el dolor en el pecho
Es importante resaltar que ni todos los pacientes con infarto presentan síntomas característicos, ni todos los pacientes que presentan síntomas característicos de infarto lo padecen.
Dicho esto, según cómo sea el dolor de pecho que siente la persona puede orientar al médico a la posibilidad de que se trate de un infarto o no, y en caso de que no lo sea, la causa puede estar en un ataque de pánico.
En el infarto el dolor se suele caracterizar por una sensación de opresión, pesadez o malestar muy intenso. Los pacientes suelen definirlo como un dolor que jamás habían sentido antes y como la sensación de que algo les está apretando el pecho con mucha fuerza.
En el ataque de pánico el dolor es más parecido a un pinchazo o a una puntada. Si bien muchas personas tampoco han sentido este tipo de molestia anteriormente, la sensación de tener una puntada es más frecuente y es más familiar.
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2. Dónde está localizado
Otra de las diferencias entre estas dos afecciones es el lugar donde se siente el dolor.
En un paciente que está cursando un infarto el dolor tiene una localización difusa por detrás del esternón, con irradiación del dolor al hombro y brazo izquierdos, e incluso a la zona anterior del cuello o a la mandíbula.
En cambio, en un ataque de pánico la molestia suele estar en un lugar concreto, precisamente es una puntada que se siente en un lugar en particular y que se puede señalar con el dedo. En la mayoría de los casos se ubica por debajo de las mamas o de los pectorales y no es difuso, cómo sí lo es el dolor de infarto.
3. Cuánto dura el dolor
Aunque no es una ciencia exacta y puede variar en cada caso, la duración del dolor es otra característica a tener en cuenta.
En el infarto el dolor suele ser persistente y tener una duración de varios minutos. En general, se mantiene la misma intensidad o incluso aumenta, pero es raro que se sienta un alivio, precisamente porque se trata de un proceso cuyo daño y cuyas consecuencias van en aumento.
El dolor por un ataque de pánico es diferente. Tal como se mencionó, se mantiene en un punto concreto y puede durar desde segundos hasta días, aunque el cuadro agudo haya pasado.
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4. Cambia o no según la postura
En aquellas personas que están teniendo un infarto el dolor es persistente y no alivia de ninguna manera. No hay movimiento ni posición que permita sentir un alivio en esa molestia.
A diferencia del ataque cardíaco, en una crisis de pánico el dolor sí puede variar, fluctuar, aparecer y desaparecer de acuerdo a otros elementos que se hacen presentes en esa situación. La respiración, la deglución, los movimientos, las posiciones y el tacto pueden hacer que la molestia aumente o disminuya.
5. Además del dolor de pecho, ¿qué otros síntomas aparecen?
El dolor en el pecho no es el único síntoma en ninguno de los dos casos. Es por eso que resulta importante evaluar y conocer la totalidad del cuadro, dado que así se podrá hacer un diagnóstico de manera más sencilla y certera, y se podrá ayudar al paciente lo más rápido posible.
En el infarto, el dolor torácico puede estar acompañado de sudoración intensa, náuseas, dolor en la boca del estómago, sensación de quemazón o ardor en el pecho, falta de aire e incluso pérdida de conocimiento.
En un ataque de pánico, por el contrario, los síntomas más frecuentes son los temblores y el hormigueo en los dedos.
Qué hacer ante un dolor de pecho
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Aunque la persona conozca la sintomatología de ambas afecciones, ante la aparición de un dolor de pecho siempre se recomienda la consulta rápida con un profesional de la salud. Concurrir a una guardia médica apenas aparece este síntoma -u otro de los mencionados como complementarios- es fundamental para poder conocer el diagnóstico certero y tomar las medidas de tratamiento que sean necesarias. Cabe recordar que el infarto es una patologia severa, que puede desencadenar en la muerte de la persona o en consecuencias graves para el funcionamiento cardíaco. Por eso, la recomendación general ante un dolor de pecho es siempre hacer una consulta médica.
Este consejo se hace todavía más importante y necesario para aquellos pacientes que tienen patología cardíaca o cardiovacular preexistente. Los pacientes con hipertensión, antecedentes de infarto, de accidente cerebrovascular o de patología arterial, por ejemplo, deben prestar todavía más atención ante la aparición de este tipo de síntomas y deben concurrir a un profesional de la salud de manera urgente.
¿Qué factores predisponen a tener un infarto?
Al igual que sucede con otras enfermedades, hay factores que pueden predisponer a desarrollar un infarto. Muchos de ellos son modificables, como ciertos hábitos por ejemplo, y muchos de ellos no lo son, dado que se trata de características inherentes a la persona.
En cualquier caso, es fundamental tenerlos en cuenta para poder cuidar la salud de manera adecuada y mantener así el bienestar general del organismo.
La edad es uno de estos factores. Los hombres de 45 años o más y las mujeres de 55 años o más tienen una mayor probabilidad de tener un ataque cardíaco que los hombres y las mujeres más jóvenes.El tabaquismo es otro de los elementos que componen esta lista. Fumar o haber estado expuesto durante largo tiempo al humo del tabaco ajeno -tabaquismo pasivo- son dos factores de riesgo de infarto.
La hipertensión, los niveles altos de colesterol en sangre, la obesidad y la diabetes también se configuran como trastornos que pueden predisponer a la persona a padecer un ataque cardíaco, además de afectar severamente su salud.
Por su parte, el síndrome metabólico es otra de las patologías que puede comportarse de esta manera en el organismo. En general, se manifiesta en pacientes que tienen las características mencionadas anteriormente -obesidad, diabetes, presión arterial elevada-. El síndrome metabólico, entonces, duplica las probabilidades de tener un infarto.
Los antecedentes familiares o personales de ataque cardíaco son, por supuesto, un factor de riesgo a tener en cuenta. Es mucho más frecuente que un paciente con antecedentes tenga un infarto que la aparición de este trastorno en alguien que carece de antecedentes. El estrés -sobre todo cuando se cronifica-, el sedentarismo y el consumo de drogas ilegales también son factores que aumentan las chances de tener un infarto de miocardio.
Por último, los antecedentes de preeclampsia -hipertensión durante el embarazo- y algunas enfermedades autoinmunes son elementos que se suman a esta larga lista de factores de riesgo de infarto.