Cuando el dolor de cabeza es algo más grave y se considera una migraña
Tener dolor de cabeza es muy frecuente. Pero los dolores no son todos iguales, ni aparecen por los mismos motivos, ni cesan ante los mismos estímulos. Así, cuando las cefaleas se repiten con demasiada asiduidad o son de una intensidad difícil de aguantar, se convierten en una preocupación.
La cefalea es un síntoma de muchas enfermedades, desde una sinusitis a un traumatismo craneal, pero también puede no serlo cuando el dolor de cabeza es el único o principal síntoma, sin que haya un daño en el organismo que lo provoque. Es lo que los especialistas suelen conocer como cefaleas primarias, y el 90% de los dolores de cabeza están dentro de este grupo.
Dar con el tratamiento adecuado es importante, y para ello hay que saber diferenciar el tipo de dolor que el paciente padece, sobre todo cuando se trata de migrañas. Este dolor de cabeza está dentro del grupo de cefaleas primarias, y no siempre son diagnosticadas porque no todas las personas que las sufren pasan por la consulta. Y es importante que el médico analice al paciente y vea si sufre migraña, ya que dependiendo del número de días al mes que se presenta este dolor habrá que suministrarle el tratamiento preventivo más adecuado para que disminuya la frecuencia y la intensidad de estos ataques, ya que la migraña crónica puede llegar a interferir seriamente en la calidad de vida del paciente, impidiéndole hacer una vida normal. Estas son las características que diferencian a cada dolor de cabeza, y son importantes porque hay que saber cuándo ir al médico.
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Cefalea tensional
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Es muy complicado determinar exactamente el porcentaje de personas que la padecen, pero es la cefalea primaria más frecuente. Hay estudios que calculan que un 78% de la población general siente el dolor que provoca, con un pico de prevalencia en personas de entre 30 y 39 años. La sensación está localizada en la frente, a ambos lados de la cabeza, y, a veces, en la nuca y en el cuello. Su comienzo es lento y gradual, suele empeorar a medida que avanza el día, y su intensidad va de ligera a moderada. El dolor de las cefaleas tensionales es compresivo –está acompañado de presión a ambos lados de la cabeza-, la persona lo siente como si le estuvieran apretando el cerebro con una banda elástica o le estuviera oprimiendo un casco. También se produce cierta tensión en el cuello, la nuca y los hombros, ya que la cefalea tensional suele estar causada por la contracción muscular del cuello, el estrés y la tensión mental.
En estos dolores de cabeza, a veces puede sentirse que la luz o las voces muy altas son insoportables, pero nunca las dos cosas a la vez (como sí sucede con las migrañas), y tampoco se puede decir que sea una molestia que impida hacer tu vida normal. Es verdad que es un síntoma molesto, pero no provoca náuseas ni vómitos.
Hay estudios que indican a que la cefalea tensional puede ser hereditaria en familiares directos y entre gemelos monocigóticos, y se produce cuando hay tensión y un aumento de la sensibilidad de los músculos pericraneales, que son los que se encuentran alrededor del cráneo. A veces esta tensión puede estar causada por malas posturas o por episodios de estrés, ansiedad u otros estados emocionales.
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Cefalea en racimos, intenso y alrededor de un ojo
Este tipo de cefalea se caracteriza por ser un dolor de bastante intensidad y muy repetitivo, que a menudo se define como cefalea suicida. Suele afectar más a los hombres y normalmente aparece alrededor de los 30 años. Es un tipo de dolor de cabeza que puede desaparecer durante semanas o meses para, de repente, reaparecer sin motivo aparente.
Quien sufre este tipo de cefalea presenta un dolor de gran intensidad, que se inicia rápido y generalmente alrededor del ojo o de la sien. Las crisis suelen estar acompañadas de síntomas en la región ocular, generalmente lagrimeo, caída del párpado, enrojecimiento, y también en el entorno nasal, principalmente con congestión o secreción. Otra de las características de esta cefalea es que el dolor puede aparecer varias veces al día, y que casi siempre lo hace a la misma hora.
Por qué se produce aún es una incógnita para los investigadores, aunque se piensa que el origen puede estar relacionado con un problema en el hipotálamo, la zona del cerebro en la que se producen las hormonas. La causa sería la liberación repentina de histamina o serotonina -un neurotransmisor paradójicamente relacionado con el bienestar-, sustancias que están presentes en las neuronas, en la zona del nervio trigémino, situado en la cara.
La migraña
Aunque en 1988, la Sociedad Internacional de Cefaleas (IHS, por sus siglas en inglés) elaboró unos criterios con los que actualmente suelen trabajar los especialistas, es un trastorno que todavía se desconoce en profundidad.
Se trata de un dolor punzante, que se presenta como un latido, que dura entre 4 y 72 horas y que se produce solo en un lado de la cabeza, con una intensidad de moderada a intensa. Estos dolores de cabeza suelen producir náuseas y vómitos, y pueden empeorar con la exposición a la luz y los ruidos. Las migrañas, a la vez, pueden dividirse en las que presentan aura y en las que no.
¿Qué es el aura? Es una focalidad neurológica transitoria, es decir, son alteraciones sensoriales reversibles que se instauran y desaparecen de forma progresiva (no suele superar los 60 minutos). Generalmente el paciente nota esta aura antes del dolor de cabeza y su sintomatología suele ser visual, en forma de destellos luminosos o líneas en zigzag, pero también sensitiva, en forma de acorchamiento y hormigueo, o disfásica, con alteración del lenguaje.
Es importante aclarar que la predisposición a la migraña puede ser hereditaria, ya que se han descubierto varios genes que favorecen que el cerebro active este sistema de dolor. Es un trastorno que no tiene cura, pero puede controlarse para llegar a tener una buena calidad de vida, por ello es importante que sea diagnosticada. Existen varias posibilidades terapéuticas, como el uso de determinados antiinflamatorios, así como pautas de estilo de vida que deben combinarse con los fármacos, como mejorar la calidad del sueño, evitar la obesidad y el sedentarismo. Es importante que el paciente sepa que algunos hábitos, como el estrés, el ayunar, los cambios hormonales, comer algunos alimentos, como el chocolate o el queso, ayuda a que brote una crisis (aunque cada factor será distinto para cada persona).