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La prevención también es clave en la obesidad: buenos hábitos para evitarla

Actualmente, constituye una epidemia a nivel mundial, pero lo cierto es que se puede prevenir a partir de una buena alimentación y el ejercicio físico
10/12/2019 - 12:01hs
La prevención también es clave en la obesidad: buenos hábitos para evitarla

La obesidad es una epidemia global, que crece año a año y afecta severamente a la población, tanto en la actualidad como a futuro. Los indicadores de la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo muestran que la Argentina no está exenta de este crecimiento, que se sustenta sobre hábitos negativos respecto de la alimentación y la actividad física.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el sobrepeso y la obesidad son una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud y se produce por un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las gastadas. Para identificarlas, se utiliza el índice de masa corporal (IMC), un indicador simple de la relación entre el peso y la talla. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Así, en los adultos, un IMC igual o superior a 25 indica sobrepeso y cuando es igual o superior a 30, obesidad. Según la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), ambos indicadores tienen un aumento sostenido en el país desde la primera vez que se realizó la encuesta de factores de riesgo, en 2005. Los números recientes, de 2018 y difundidos en 2019, señalan que el 36,2% de los adultos tiene sobrepeso y el 24,4% es obeso, es decir que 6 de cada 10 argentinos están excedidos de peso. ¿Por qué es tan importante prevenir el sobrepeso?

La respuesta está en el impacto en la salud de esta enfermedad. Se trata de un problema potencialmente grave, que va más allá de la estética, porque los kilos de más son un factor de riesgo de contraer algunas patologías no transmisibles.

Los trastornos cardiovasculares -principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares-, la diabetes, los trastornos del aparato locomotor -particularmente la osteoartritis- y algunos tipos de cáncer -endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon-, se encuentran entre esas afecciones cuyo riesgo aumenta a partir de la obesidad.

Además, los expertos de CAEME aseguran que la obesidad en adultos es uno de los factores determinantes que explican el crecimiento de las principales causas de mortalidad y morbilidad por enfermedades no transmisibles, que causan alrededor de cuatro millones de muertes anuales en el mundo.Al igual que con cualquier otra patología, la prevención es fundamental. La obesidad tiene una fuerte carga metabólica, pero también hay otro componente importante: los hábitos de la persona.

Desde CAEME aseguran que al analizar la encuesta en profundidad, los datos revelan que las razones que llevaron a estos índices alarmantes están en los hábitos poco saludables de los argentinos, que siguen las tendencias mundiales y atraviesan a toda la sociedad. Uno de los datos más destacables en este sentido es que esos hábitos se profundizan en las poblaciones más vulnerables.

En los últimos 20 años, el consumo de frutas disminuyó un 41% y el de hortalizas un 21% y sólo el 6% de la población adulta ingiere las cinco porciones diarias sugeridas de frutas y verduras.

Como contrapartida, es alto el consumo de sodio, ya que en promedio se ubica en 11 gramos diarios por día por persona, más del doble de lo recomendado por la OMS (hasta 5 gramos diarios) y sin incluir el uso de sal en la cocción. El 16% de las personas admite que siempre o casi siempre utiliza sal después de cocinar o al comer los alimentos.

El sedentarismo también es un dato preocupante: 4 de cada 10 personas no realiza la actividad física recomendada.

Los alimentos ultraprocesados constituyen un problema en sí mismos, dado que son altamente perjudiciales para la salud y cada vez se consumen con mayor frecuencia. Un reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), advirtió sobre el alto, y también en aumento, consumo de alimentos ultraprocesados en toda América Latina, y de su vinculación con la obesidad. Según explica la PAHO, estos alimentos son formulaciones industriales que suelen contener pocos o ningún alimento entero, a los que se les incorporan aditivos y entre los que se incluyen las bebidas gaseosas y otros jugos y bebidas azucarados, los snacks, los caramelos, los panes industriales, las tortas y galletitas, los cereales endulzados, los productos cárnicos reconstituidos y los platos previamente preparados. Estos productos contienen azúcares, sodio, aceites hidrogenados, almidones modificados y aditivos como potenciadores del color, el sabor y el aroma.

La encuesta del Ministerio de Salud alerta que también en Argentina el consumo de ultraprocesados aumenta al mismo tiempo que disminuyen el consumo de frutas y verduras y el de otros alimentos mínimamente procesados -como legumbres, granos integrales y semillas-. En cuanto a la ingesta de azúcar, es uno de los indicadores más alarmantes. Argentina se encuentra en el cuarto lugar de mayor consumo de azúcares del mundo, con alrededor de 150 gramos (unas 30 cucharaditas de azúcar) cuando lo recomendado es un máximo de 50. Las bebidas azucaradas empujan estas estadísticas representando un 40% de este consumo, lo que se entiende al recordar que Argentina además lidera el consumo mundial de gaseosas, con 131 litros per cápita.

En conclusión, el problema es complejo y multifactorial e involucra a distintos actores, y es necesario un abordaje integral para controlarlo. Sin embargo, mejorar la calidad de la dieta, reducir el consumo de alimentos nocivos, e incorporar actividad física moderada, son acciones a las que los individuos deben tender para reducir los riesgos en su salud.