Dato que preocupa: el 35% de las mujeres del mundo sufrió violencia de sus parejas
La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.
Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres -35%- mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.Es importante destacar que la mayoría de estos casos son de violencia infligida por la pareja, aunque también se dan este tipo de situaciones en la vía pública, en el trabajo o dentro de la familia. En todo el mundo, casi un tercio -30%- de las mujeres que han tenido una relación de pareja refieren haber sufrido alguna forma de violencia en algún momento de su vida. Además, las estimaciones de prevalencia de la violencia de pareja oscilan entre el 23,2% en los países de ingresos altos y el 24,6% en la región del Pacífico, al 37% en la región del Mediterráneo y el 37,7% en la región de Asia.
En relación a los femicidios, el 38% de los que se cometen en el mundo son perpetrados por la pareja. Además de la violencia de pareja, el 7% de las mujeres refieren haber sufrido agresiones sexuales por personas distintas de su pareja, si bien los datos a ese respecto son más escasos. Los actos de violencia de pareja y violencia sexual son cometidos en su mayoría por hombres contra mujeres.
Además, la violencia puede afectar negativamente la salud física, mental, sexual y reproductiva de las mujeres y, en algunos entornos, puede aumentar el riesgo de contraer el VIH.
Siempre es importante tener presente que las desigualdades entre hombres y mujeres y la aceptación de la violencia contra la mujer son la causa principal de la violencia ejercida contra estas.
La violencia de pareja (física, sexual y emocional) y la violencia sexual son graves en sí mismas, pero también ocasionan severos problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva a corto y largo plazo a las mujeres. Además, puede afectar a sus hijos, si es que los tienen, y provocar efectos adversos también para ellos. La primera consecuencia de la violencia son las lesiones -el 42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia-.
Los embarazos no deseados, seguidos de abortos provocados, problemas ginecológicos, e infecciones de transmisión sexual, también pueden aparecer a causa de la violencia sexual contra las mujeres. El análisis de la OMS revela que aquellas que han sufrido maltratos físicos o abusos sexuales a manos de su pareja tienen una probabilidad 1,5 veces mayor de padecer infecciones de transmisión sexual, incluida la infección por VIH en algunas regiones, en comparación con las mujeres que no habían sufrido violencia de pareja. Por otra parte, también tienen el doble de probabilidades de sufrir abortos.
Otro de los problemas relacionados es la violencia en la pareja durante el embarazo, que a su vez aumenta la probabilidad de aborto involuntario, muerte fetal, parto prematuro y bebés con bajo peso al nacer. El mismo estudio puso de manifiesto que la probabilidad de sufrir un aborto espontáneo entre las mujeres objeto de violencia de pareja es un 16% mayor y la de tener un parto prematuro un 41% mayor.La depresión, el estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos alimentarios e intento de suicidio, también pueden aparecer luego de episodios de violencia. Según la OMS, las mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el doble de probabilidades de padecer depresión y problemas con la bebida.
Por último, la violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo en fases posteriores de la vida. Asimismo se asocia a la comisión -en el hombre- y el padecimiento -en la mujer- de actos de violencia.
En relación a los niños que crecen en familias en las que hay violencia es necesario aclarar que pueden sufrir diversos trastornos conductuales y emocionales. A su vez, estos trastornos pueden asociarse también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases posteriores de su vida.
La OMS asegura que cada vez hay más estudios bien concebidos sobre la eficacia de los programas de prevención y respuesta. Así, afirma que se necesitan más recursos que refuercen la prevención y la respuesta frente a la violencia de pareja y la violencia sexual, en particular en el ámbito de la prevención primaria, a fin de impedir que llegue a producirse.
Existen datos procedentes de los países de ingresos altos que indican que las intervenciones de sensibilización y la prestación de orientación psicológica para mejorar el acceso a los servicios dirigidos a las víctimas de violencia de pareja han sido eficaces a la hora de reducir dicha violencia.
Además, para propiciar cambios duraderos, es importante que se promulguen y se apliquen leyes, y se formulen y ejecuten políticas que promuevan la igualdad de género. Poner fin a la discriminación de la mujer que persiste en las leyes relativas al matrimonio, el divorcio y la custodia y finalizar la discriminación que persiste en las leyes sobre sucesiones y propiedad de activos, son dos de la estrategias que propone la OMS. Mejorar la situación de empleo de las mujeres, de modo que ellas puedan mantenerse de manera independiente, también es otra forma de reducir los índices de violencia.