Falta de sueño, fiebre y alcohol, ¿qué otros factores pueden desencadenar una crisis epiléptica y cómo prevenirla?
La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central en el que la actividad cerebral se altera, lo que provoca convulsiones o períodos de comportamiento y sensaciones inusuales, y, a veces, pérdida de la conciencia.
Cualquier persona puede padecer de epilepsia; afecta tanto a hombres como a mujeres de todos los grupos étnicos y edades.
Los síntomas de la enfermedad y las convulsiones pueden variar de persona a persona. Algunas personas con epilepsia simplemente permanecen con la mirada fija por algunos segundos durante una convulsión, mientras que otras mueven repetidamente los brazos o las piernas. Es importante aclarar que para un diagnóstico de epilepsia se necesita al menos tener dos convulsiones no provocadas. La mayoría de las crisis ocurren de forma espontánea, en un momento en el cual no se encuentra nada que las pueda haber propiciado.
Una de las principales causas de convulsiones en personas epilépticas es el abandono de la medicación o el olvido de las tomas. El tratamiento antiepiléptico debe tomarse de forma regular y a horas específicas, ya que el medicamento tiene una vida media en la sangre y debe cubrir las veinticuatro horas del día.
Por otro lado, la disminución del número de horas de sueño habituales en la persona con epilepsia puede favorecer la aparición de crisis epilépticas. Las crisis pueden ocurrir tras una noche sin dormir o después de un periodo prolongado sin dormir bien. En general, es aconsejable mantener un horario de sueño regular y suficiente para el descanso -entre 7 y 10 horas según la edad-.
En algunos casos, más allá de la cantidad de horas, la alteración en el horario de sueño puede ser perjudicial para la patología de base.
Del mismo modo, las personas con trabajo nocturno continuado deben acomodar el sueño a su horario laboral, de modo tal que no contribuya a desencadenar una crisis epiléptica.
En tercer lugar, es importante destacar que el consumo de alcohol puede aumentar la frecuencia de crisis en pacientes epilépticos de tres formas diferentes. Por un lado, aumenta la excitabilidad de las neuronas y, en consecuencia, hace más fácil que se den las condiciones necesarias para convulsionar. Además, altera el patrón de sueño fisiológico -que es uno de los factores desencadenantes de las crisis epilépticas más reconocidos-.
Por último, al igual que sucede con otros tipo de medicación, el alcohol interfiere con los fármacos antiepilépticos, lo cual puede producir que no cumplan su función en el organismo y se desencadene una crisis epiléptica.
De acuerdo al tipo de epilepsia que sufra la persona también cambia el nivel de susceptibilidad al alcohol ingerido, por lo que, en general, se recomienda evitar el consumo de esta sustancia.
Asimismo, la mayoría de las drogas ilegales pueden causar crisis epilépticas en pacientes que estaban controlados o aumentar su frecuencia porque interfieren en la acción de la medicación en el cuerpo.
La fiebre alta, por su parte, puede desencadenar crisis convulsivas en cualquier paciente epiléptico, pero con mayor frecuencia en niños y ancianos. Para evitar este tipo de síntomas es importante bajar la fiebre lo antes posible.
Por otro lado, las emociones intensas o los estados de estrés pueden contribuir a que una persona desarrolle crisis epilépticas. Si bien no causan por sí solos crisis epilépticas, pueden actuar como factores desencadenantes en las personas que padecen epilepsia, especialmente cuando se asocian a cansancio o alteración del ritmo de sueño.
En los períodos de estrés es muy importante evitar la falta de sueño o el olvido de una dosis de medicación.
Es conocida popularmente la reacción que pueden tener las personas con epilepsia ante destellos luminosos. Las luces intermitentes son un desencadenante bien establecido de crisis epilépticas en un grupo concreto de pacientes, que son quienes padecen las llamadas epilepsias fotosensibles. Si bien las convulsiones se suelen desencadenar como consecuencia de la luz intermitente, otros factores como el sol, las pantallas de la televisión o los videojuegos pueden provocar reacciones similares.
Si bien la epilepsia es una patología que no se puede prevenir, sí es posible evitar que aparezcan las convulsiones como consecuencia de estímulos externos. No tomar alcohol -o no hacerlo en grandes cantidades y en forma frecuente- es una de las principales formas de prevenir este tipo de síntomas. Del mismo modo, dormir bien y la cantidad de horas suficiente es otra de las maneras que pueden evitar convulsiones. En caso de padecer epilepsia fotosensible es fundamental no exponerse a luces intermitentes e intensas, ya que pueden interferir negativamente en su salud.