Entran menos dólares del campo al BCRA y hay preocupación por el agotamiento del cepo
Cada vez se espera con mayor nerviosismo el dato de la compra de dólares diaria del Banco Central. Y no es solo porque sea un indicador sobre la recomposición de reservas, sino porque ahora se lo considera un termómetro sobre qué tan cerca o lejos está una eventual crisis cambiaria.
El propio Gobierno es el que generó esa preocupación, porque cuando se produjo la escapada del dólar en el mercado paralelo, tanto el presidente Javier Milei como el ministro Luis Caputo dijeron que era incorrecto hablar de "corrida" en un contexto en el que el BCRA todos los días compra divisas, dado que históricamente las crisis cambiarias se producen en un marco de escasez aguda de dólares, en el que el Central se ve obligado a vender.
En teoría, ese argumento debía tener un efecto tranquilizador sobre el mercado. Y, sin embargo, esto ha quedado relativizado, por la constatación de que el volumen de compras del BCRA se está estrechando paulatinamente, a pesar de que estamos en plena época de exportación de la cosecha gruesa.
Para colmo, el tipo de cambio "blend" de los exportadores es ahora más atractivo, precisamente por efecto de la suba que tuvo el dólar durante las últimas semanas, lo que haría suponer que tendría que estar ingresando una cantidad mucho mayor de divisas.
Después de la suba del "contado con liquidación", ese tipo de cambio de los exportadores -80% oficial, 20% CCL-, quedó en $966. Hace dos semanas, lo que recibían los exportadores era $926,80. Es decir, una nada desdeñable suba de 4,2%, que vino a romper una inercia que desmotivaba a los productores sojeros para sacar su stock de los silobolsas.
De esta forma, la brecha entre el dólar exportador y el dólar importador -es decir, el oficial más el 17,5% del Impuesto PAIS- se redujo del 12,3% a un 9% en dos semanas.
La expectativa era que, con ese movimiento, se viera una reacción exportadora. Tanto fue así que hasta se llegó a especular en el mercado si la escapada del blue podría hasta haber sido propiciada por Caputo para incentivar a los productores.
Por caso, la consultora LCG planteó que uno de los objetivos en la política de recorte de tasas de interés era, precisamente, la de canalizar los pesos desde los bancos hacia nuevos destinos, como el crédito productivo. Y, entre los efectos buscados, identificaba el intento de "que la brecha aumente, para dar más aire al sector exportador".
Banco Central: entran pocos dólares
Pero hasta ahora los resultados no parecen ser los buscados. El saldo de compras para el BCRA fue esta semana de apenas u$s215 millones, un número que, en otros momentos, se conseguía en apenas una jornada.
Es cierto que hubo algunas situaciones anormales -feriado en Estados Unidos, pagos extraordinarios por importación de gas, ventas por estacionalidad típica de fin de mes- pero, aun así, la tendencia no deja de generar comentarios preocupados.
Lo cierto es que mayo terminó con un aporte de poco más de u$s2.520 millones, lo que implica una merma de u$s820 millones respecto de abril, que a su vez había sido flojo por efecto climático que enlentecieron la logística portuaria.
Pero en mayo no estuvieron esas dificultades, y en teoría se tendría que haber producido un alza significativa de la liquidación de divisas del agro. Sin embargo, no ocurrió. Y lo que se confirma entre los analistas es que, a pesar de la relativa mejora cambiaria, el humor de los productores sigue lejos de ser el ideal.
Los márgenes de rentabilidad siguen siendo bajos -en algunos casos, como el trigo, hasta negativos- y hay enojo por la presión tributaria. Como, además, se acentúa la sensación de que una corrección cambiaria será inevitable en el mediano plazo -ya sea por levantamiento del cepo o por volatilidad en el paralelo-, entonces la consecuencia es que el campo sigue vendiendo con una actitud conservadora con los dólares, solamente a medida en que se necesita liquidez para cubrir obligaciones.
Según el economista Salvador Vitelli, la comercialización de esta campaña es la más retrasada de la última década. "Hasta el momento se comercializaron 36% (18,2 millones de toneladas) del volumen estimado naciones. De esas 18,2 toneladas hay 9,2 millones sin precio porque los productores no están conformes con la cotización internacional".
Lo cierto es que hasta circularon versiones en el sentido de que, para darles mayor incentivo a los productores, se podría alterar la composición del "blend", de manera que la parte que se liquidara en el "contado con liqui" llegara al 30%. Tuvo que salir Juan Pazo, secretario de planeamiento del ministerio de Bioeconomía -ex Agricultura- a desmentir la versión.
Más bien, al contrario, dijo que es buen momento para que el campo liquide ahora sus granos "porque tiene una excelente ventana de oportunidad y colocando esos pesos va obtener una mejor rentabilidad". Fue una frase que generó no pocas críticas en el ámbito de los negocios agrícolas, donde se interpretó que esa especie de invitación a la "timba" financiera no era un buen mensaje para el campo.
Luis Caputo: entre el "blend" y el cepo para incentivar al campo
Hay también otros ángulos para el análisis, como el que plantea Gabriel Caamaño, de la consultora Outlier, quien sostiene que, en realidad, las liquidaciones del complejo cerealero no están tan lejos del promedio histórico: el registro de liquidaciones diarias en mayo se ubica un 16,7% debajo de la media de los últimos 10 años. Pero señala una contradicción entre esos niveles y el escaso volumen que se está registrando en el mercado cambiario. Una explicación posible podría ser el descenso en el aporte de sectores extra-agrícolas, como por ejemplo el de la energía, que en las últimas semanas estuvo sometido a dificultades derivadas de las bajas temperaturas.
Lo cierto es que, más allá de las polémicas en el campo y de las necesidades imprevistas de importación, están entrando pocos dólares a la caja del Banco Central, en plena época de abundancia de divisas. Lo cual, claro, plantea la duda de qué ocurrirá cuando hacia el último trimestre, cuando típicamente los dólares escasean.
Es ahí donde la frase "tranquilizadora" de Milei y Caputo -sobre que no se podía hablar de corrida porque el BCRA estaba comprando- puede tener un efecto boomerang.
De hecho, ya se escuchan advertencias por parte de los expertos del mercado. Como Leandro Zicarelli, quien en un foro con empresarios destacó las señales preocupantes del BCRA, dado que se están reduciendo las compras a pesar de la vigencia del cepo cambiario.
"Si en este esquema el Central vende reservas, eso es un ‘game over’, porque vos tenés toda la macro armada para que el Central compre reservas. Y si estirás el cepo, esa dinámica te vuelve para atrás", advirtió. Su argumento es que la propia dinámica del cepo hace que, a partir de determinado momento, los incentivos del mercado empiezan a cambiar en una dirección opuesta a la que el gobierno quería: "los importadores se adelantan a pagar y los exportadores empiezan a esperar".
Hay datos que abonan esa preocupación. Por ejemplo, el hecho de que el ratio entre importaciones pagadas sobre el total realizadas está en 68%, lo que implica que en abril se dejó sin pagar un volumen de u$s1.490 millones, y en el primer cuatrimestre se acumula una deuda de u$s9.100 millones.
La perspectiva no es fácil de discernir. El consultor Salvador Di Stefano, influyente entre los empresarios del agro, afirma que los productores muestran una baja disposición a vender, aun cuando los futuros de la soja marcan que los precios se mantendrán estables por un año. Y agrega que una mejora del "blend" apara los exportadores no resultará viable políticamente, porque implicará sacrificar más reservas, algo que va en la dirección opuesta a la que el gobierno se comprometió con el Fondo Monetario Internacional.
De hecho, Di Stefano se mostró sorprendido de que los funcionarios del ministerio de Bioeconomía hayan confirmado la vigencia del "blend" hasta fin de año, cuando la expectativa inicial era solo rigiera hasta fin de junio.
La cifra que hasta ahora ha sacrificado el BCRA por el 20% que el campo liquida en el "contado con liqui" y no entra a las arcas estatales, ya asciende a u$s2.200 millones en lo que va del año, según estiman los analistas. Mucha plata para el Central, poca para los productores: he ahí el problema.