Una decisión difícil: ¿refinanciar el saldo con la tarjeta o pedir un préstamo?
La fuerte contracción del consumo que se viene registrando desde fines del año pasado parece tener su correlato en los montos financiados con tarjetas de crédito. Según los últimos datos aportados por el Banco Central, en enero el monto que quedó pendiente de pago muestra una caída del orden del 49% frente al promedio del año pasado y nada menos que del 60% frente a igual mes de 2023 si se los ajusta por la evolución del índice de precios al consumidor.
Dicha caída se evidencia en los saldos de montos financiados de los bancos, ya que a lo largo de todo enero estos apenas subieron un 10% en términos nominales, frente a una inflación que superó levemente el 20 por ciento, por lo que el volumen de este negocio sufrió una importante merma, lo cual afecta la rentabilidad de los bancos.
En cuanto a los titulares de tarjetas de crédito, el panorama tampoco luce optimista, pues ante la fuerte escalada de los precios de la mayoría de los bienes y servicios que deben afrontarse con el bolsillo de las familias, el pago de los resúmenes en tiempo y forma también puede constituirse en un problema adicional.
Y cuando las cuentas no cierran, una de las opciones que suelen evaluarse es pagar menor que el total y diferir el resto para el próximo resumen, pero ello implica no solo una mayor carga de intereses compensatorios sino también la reducción de los saldos disponibles.
Esta decisión, que puede parecer acertada en un primer momento puede resultar muy gravosa si se la repite una o mas veces, ante lo cual está latente la posibilidad de financiar los montos impagos a través del sistema que incluso promocionan las propias tarjetas de crédito.
¿Conviene financiar el pago del resumen de la tarjeta de crédito?
En líneas generales, en los resúmenes mensuales aparece explicitada dicha posibilidad, a la que se puede acceder si se abona el monto mínimo, financiando el resto en 3, 6 o 12 cuotas a una tasa de interés menor que la de un préstamo personal.
Claro está que esta opción también tiene su lado B y es que cada cuota se sumará al monto mínimo del próximo resumen, lo cual quita margen de maniobra para seguir consumiendo y pagando con el plástico. Pero esto no es todo, ya que quien recurre a esta financiación tendrá una marca negativa en su calificación crediticia futura.
Si no se quiere caer en esta opción, existe la posibilidad de obtener un préstamo personal en la propia entidad bancaria o en otras, que de obtenerse permitiría cancelar el saldo total y evitar esa "tarjeta amarilla"
Claro está, que esta opción también tiene su contracara, y es que el monto de las cuotas es más alto, pues va en línea con tasas de interés más elevadas.
Cuotas de tarjetas vs. Préstamo personal
Un ejemplo puede dar una idea de los montos de las cuotas que se deberían abonar en uno y otro caso y a diferentes plazos, si la deuda total a pagar es de $100.000. Si optara por pagar el mínimo, que sería de unos $15.000 y refinanciar el resto, las cuotas para 3 meses serian de $34.400, en tanto que para 6 rondarían los $19.700 y si se eligiera el plazo más largo, descenderían a $12.600. Estas surgen de aplicar una tasa nominal anual del 122% y un costo financiero total que se eleva al 434 por ciento.
En caso de querer saldar la deuda total y limpiar la tarjeta con un préstamo de un banco nacional de primera línea, el plazo mínimo es de 12 meses y en este caso la cuota asciende a casi $18.000, pues la tasa nominal anual es del 132% y el costo financiero total asciende a más del 430 por ciento.
Por su parte, si se solicita un préstamo en el Banco Nación, por el mismo importe, la tasa que se aplica es del 140%, el costo financiero total supera el 500% y se deberá pagar 3 cuotas de $45.300, 6 de $28.200 o 12 de 19.800 pesos.
Finalmente, en un banco extranjero por esos $100.000, se deberían devolver 6 cuotas de $25.000 o 12 de poco más de 18.000 pesos.