Por qué casi no se ven en la calle los billetes de $2.000, a 6 meses de haber sido lanzados
Pocas veces en la historia Argentina la máxima denominación de un billete quedó desactualizado de forma tan rápida. El flamante papel de $2.000, que empezó a circular hace menos de 6 meses, ya perdió casi la mitad de su valor real, a causa de una inflación de más de 10% mensual que se registra desde agosto hasta la actualidad.
A ello se le suma otro problema no menor, que es la poca cantidad de unidades que la Casa de la Moneda emitió hasta el momento de esta cifra más alta, ya que el volumen que circula en la calle y bancos del ejemplar en homenaje a la ciencia argentina representa apenas un 1,8% del total. Y, encima, el ritmo de impresión viene a "paso lento".
De esta manera, la alta inflación no sólo golpea a los bolsillos de los argentinos, sino también al poder de compra de los pesos. Es que hoy el papel nacional de máximo valor nominal ni siquiera alcanza para comprar un kilo de carne, de queso o helado. Tampoco llega a cubrir un combo mediano de fast food o la tarifa de un viaje en taxi.
De hecho, el billete de $2.000 queda cada vez más lejos de estas referencias de precios de los consumos cotidianos, y se transforma en un soporte intrascendente para las transacciones, porque ya se precisan varias de estas "nuevas" unidades para poder hacerse de estos productos y servicios.
"Desde que se anunció oficialmente en febrero pasado, con los datos estimados de octubre de los precios de la economía, se ve una caída acumulada del 50% del poder adquisitivo del billete de $2.000. Sin duda, con la dinámica inflacionaria que venimos teniendo, se va a seguir acrecentando su menor cobertura. Por eso, ya la misma realidad económica está pidiendo un billete de mayor denominación", indica a iProfesional Salvador Vitelli, economista de Romano Group.
Y si se analiza el poder de compra del papel con los dibujos del Instituto Malbrán, la Dra. Cecilia Grierson y el Dr. Ramón Carrillo, desde el 22 de mayo, cuando salió por primera vez a la calle, se puede decir que perdió un total de 40% en menos de 6 meses.
Billete de $2.000 golpeado
En resumidas cuentas, el valor equivalente actual que debería tener el papel de $2.000 para conservar el poder de compra que tuvo cuando se anunció en febrero de este año, sería de $4.000. Es decir, perdió la mitad de su valor real.
"Incluso, si se mira la gran base monetaria en relación al producto bruto (PBI), estamos en un valor de una máxima denominación que es extremadamente bajo por la fuerte inflación", acota Vitelli.
A ello le agrega otro factor que impulsa el tan bajo poder de compra del billete de $2.000 y el incremento acelerado de los precios al consumidor, que tiene que ver con un "desplazamiento de la economía hacia cuentas digitales", donde al mismo tiempo se puede obtener una remuneración por las colocaciones para evitar perder contra la inflación.
"Además, los billetes que circulan son de denominaciones muy bajas, por lo que terminan ´expulsando´ a lo que puede quedar de la economía en efectivo. Sin dudas, urge una actualización del valor nominal del billete. El tema para el Gobierno, supongo, es que esto no facilite a los negocios informales y que exteriorice el mal manejo inflacionario", concluye Vitelli.
En definitiva, para los economistas, hoy el billete de máxima denominación que debería estar circulando, para equiparar, por ejemplo, el poder de compra que tenía el de $1.000 cuando salió a fines del 2017, debería ser de, por lo menos, un cifra de $10.000.
Otro punto que se pone sobre la mesa es el bajo valor en dólares que tiene el papel de $2.000 como máxima denominación, ya que equivale apenas a u$s2,1 al tipo de cambio libre. Muy lejos a los más de u$s20 que tienen las monedas más altas de los países vecinos, y ni que hablar a los de u$s100 que circulan en Estados Unidos.
Pocos billetes de $2.000
Desde que los billetes de $2.000 comenzaron a circular en la calle y bancos, a fines de mayo pasado, la impresión de los mismos viene a "paso lento".
De hecho, según datos oficiales del Banco Central, hoy existen unos 163 millones de papeles de la nueva máxima denominación, que apenas representan el 1,8% del total de billetes argentinos de todas las denominaciones en circulación.
El bajo ritmo de emisión de esta cifra es evidente: sólo en octubre se imprimieron 11,3 millones de ejemplares de $2.000, mientras que en el mismo período se incorporaron 384,6 millones de billetes de $1.000.
Para tener una idea, hoy las unidades con la imagen del hornero y de San Martín son más de 4.574 millones, es decir, representan el 50,6% de todos los billetes que se encuentran en circulación entre el público y las entidades bancarias.