Massa quiere hacer tronar el escarmiento sobre el "rey de los cueveros" y prepara un nuevo anuncio, "estilo Milei"
Si hay algo que reconocer al ministro-candidato Sergio Massa es su vocación de llegar al poder. La realidad le devuelve a diario un cachetazo tras otro, pero, cuál Rocky Balboa, al borde del nocaut saca fuerzas de lo más profundo de su "animal político", para levantarse de la lona y seguir peleando. El dólar por encima de los 1.000 pesos con que lo cacheteó sin miramientos el escurridizo mercado cambiario marginal, pareció dejarlo ´groguí por unas horas. Pero aprovechó un acto junto a empresarios de las principales compañías de comercio y servicios, en la influyente CAC, para lanzar, tal vez, uno de sus últimos golpes.
Con Eduardo Eurnekian -¿el padre empresarial de esa criatura llamada Javier Milei?- sentado a su diestra, Massa casi le gritó a los cueveros de la city: "Hasta que no los vea presos, no paro". Furioso porque los "lobos del billete verde" iban por todo y querían sangre, Massa revoleó: "La Argentina necesita que vayan presos los que especulan con el ahorro de la gente y el patrimonio de las empresas". A su izquierda estaba el presidente de esa Cámara de Comercio y Servicios, el macrista Natalio Mario Grinman, a quien no se le movió un músculo de la cara mientras el ministro-candidato tomaba con firmeza el micrófono.
"Me voy a ocupar de que vayan en cana", casi gritó enfurecido. Las pantallas de los portales de noticias le devolvía un golpe en su línea de flotación: el dólar blue superaba los mil pesos y amenazaba con seguir subiendo, mientras agentes de la AFIP se amontonaban en cuevas ubicadas sobre la avenida Corrientes, y las peatonales Florida y Lavalle. Con el blue instalado en la zona de $1.050, Massa ordenó luego llamar a las "manos amigas" de la city para "bajarlo como sea". No se sabe cuántos millones de dólares pusieron esas manos cada vez más desgastadas, pero el resultado fue magro. No pudieron "acostarlo" por debajo de los $1.000, como casi ordenaba el tigrense.
En ese momento se produjo un episodio desopilante. Mientras un portal especializado dedicado a informar sobre el dólar blue lo daba a $1.020. Su competidor lo ubicaba a $1.010. Diez pesos de diferencia. Menos del 1 por ciento. Sin embargo, el equipo de comunicación de Massa comenzó a operar sobre los principales medios financieros para que sus portales de noticias tomaran como válido el menor valor. El daño igual ya estaba hecho: la "lechuga" había volado y ya se negociaba a precios estratosféricos. Massa pasará a la historia argentina también por ser el ministro de Economía del "dólar a mil".
A los empresarios de la CAC -que se miraban entre sí como quien sabe que el horno no está para bollos-, Massa les aseguró: "Lo que les quiero decir es que de la misma manera que lo tuve en las primarias, tengo claro quiénes son esos 4 o 5 vivos que están jugando al arbitraje. Me voy a ocupar esta vez -la vez pasada se me escapó a Uruguay el jefe-, de que no se escape, y vaya a cana". ¿A quién se refería? Apenas terminado el acto los teléfonos de dos reconocidos cambistas de la city, uno de ellos de enorme reputación entre sus pares porque su casa de cambio familiar tiene más de 40 años como referente del mercado, comenzaron a sonar. "No hablaba de mí, se los aseguro", dijo uno de esos financistas, que desciende de un linaje de larga data y observa los movimientos de la city desde su local gigante sobre la calle San Martín.
Suenan las alarmas en la City
Las alarmas comenzaron a sonar con más fuerza en la City cuando llegó a oídos de banqueros y cambistas otra frase de Massa ante los hombres del comercio y los servicios: "Creo que la Argentina necesita meter presos a algunos que especulan con el ahorro de la gente y el patrimonio de las empresas, es tiempo de ponerle el límite", disparó el ministro.
Ante esos hombres de negocios, Massa también dejó un dato inédito: por primera vez habló de "perder la elección". Y hasta dijo que una derrota suya en los comicios era un tema "secundario".
Los empresarios no podían creer semejante rapto de sincericidio. Como si ya no fuera el Massa que los hombres de negocios conocen desde hace dos décadas, el ministro se radicalizó aún más y largó: "Se los digo para que después no empecemos con que se ataca al mercado, o a las libertades. Hasta que no los vea presos, no paro".
"¿Es Massa, o Maduro?", chicaneó un empresario en voz baja.
¿La última carta?
Massa cerró su "día de furia" en un canal de televisión. Allí anticipó que hará un anuncio para que ningún político pueda utilizar al Banco Central a su antojo. "Tengo claro quiénes están haciéndose los vivos, cagando a la gente", fue aún más allá en su vocabulario. Se lo vio conmovido.
En el mercado volvieron a tratar de entender lo que pasaba. "Parece Milei", deslizó el estrecho colaborador de un banquero, que suele operar hasta altas horas de la noche. En efecto, el candidato libertario pregona directamente "dinamitar" el Banco Central para que ningún político se pueda valer de ese organismo para emitir moneda a discreción. Como casi hizo Massa, se podría agregar sin posibilidad de cometer error alguno.
El anuncio inminente buscará, según adelantó, "consolidar las reservas para evitar que cualquier ataque especulativo genere la idea de que la Argentina es un papel al viento". "Es muy importante que nosotros tomemos medidas para tratar de garantizar que haya respaldo hasta que termine el Gobierno. Este miércoles lo vamos a hacer. Se va a conocer una medida muy importante que no la quiero anunciar, porque involucra a otro país", dijo, misterioso.
Y sobre el final lanzó: "Tengo claro quiénes están haciéndose los vivos, cagando a la gente. Tengo nombres que los voy a dar en la Justicia. Me voy a ocupar de que vayan en cana, aunque me cueste la elección". Otra vez admitía la posibilidad de perder. Dos veces en un día interminable, que le quedará grabado en la memoria.