Mientras ataja penales con la inflación, el Gobierno ya decidió qué hará con el dólar oficial
La inflación erosiona no sólo los bolsillos y los nervios de los argentinos, sino que también hace ingresar en un túnel cada vez más oscuro los deseos de Sergio Massa de convertirse en presidente.
A pesar de que sabía en la que se metía, el ambicioso ministro de Economía nunca imaginó que la doble función de funcionario y candidato le depararía tantos sinsabores. Sus canas cada vez más notorias reflejan en parte esos padecimientos.
Su equipo recalcula semanalmente como darle batalla a la escalada de precios, que avanza inmune a las medidas que se tomen. Al contrario, esas decisiones contribuyen a empujar las remarcaciones, porque significan más emisión monetaria. Es una carrera desigual típica, donde los ingresos de la población corren de atrás a las subas de la mercadería.
El último "invento" del ministro candidato está dirigido a tratar de torcer las expectativas de alza de precios que tiene en la cabeza y sufre en los bolsillos el consumidor. Decidió lanzar un índice de precios semanal, bautizado "IPC Massa" por el mercado, que será elaborado por el Palacio de Hacienda, no por el INDEC, y trae los malos recuerdos del intervencionismo estatal sobre las estadísticas aplicada durante gran parte del kirchnerismo.
La iniciativa, capitaneada por el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, ya tuvo su primer reporte, optimista por supuesto. Igual el resultado tuvo gusto a poco, porque lo que la política a veces no entiende es que por más informes que se difundan, quedan disueltos cuando la gente observa las góndolas de los supermercados. Lo que se debe bajar es la fiebre, no cambiar el termómetro.
Y esa fiebre será difícil de modificar si Massa insiste con seguir emitiendo billetes para atender el "Plan Platita" que a diario suma nuevas capas. La última fue resignar un billón de pesos anual de recaudación para que los empleados de mayores salarios dejen de tributar Ganancias.
Los últimos anuncios lanzados en plena campaña electoral tendrán además un costo estimado en 1,5 billones de pesos y, lo que tal vez sea peor, alejan la posibilidad de que el FMI aporte el desembolso previsto para noviembre. Es que en el staff del organismo el horno no está para bollos con la Argentina, porque consideran que en su afán electoral Massa se olvidó -¿otra vez?- de lo que prometió.
Esa promesa de reducir el déficit había destrabado con lo justo el desembolso de u$s 7.500 millones por parte del Fondo Monetario, claves para que la economía no volara por los aires. Pero a cambio Massa debía aplicar un ajuste fiscal. Todo lo contrario, lanzó el "Plan Platita". La vida por un voto.
Qué pasará con el dólar
En ese escenario cada vez más complejo, el Ministerio de Economía envió al Congreso el proyecto de Presupuesto 2024. Si bien ya aclaró que esa iniciativa clave será discutida tras las elecciones de octubre, como pidió el libertario Javier Milei, la presentación de los números y los detalles que trascendieron de fuentes del Palacio de Hacienda permitieron conocer algunos datos esenciales para el mundo de los negocios.
Uno de ellos es qué piensa hacer Economía con el dólar oficial, tras devaluar 22% el peso luego de las elecciones primarias. Uno de los reclamos centrales del FMI es impedir que se retrase el dólar. Las consultoras están advirtiendo que la escalada de precios entre agosto y septiembre, que rondará el 25% bimestral, más que absorberá la apreciación del dólar.
"Al querer mantener el dólar oficial fijo hasta octubre con una suba de precios de dos dígitos en cada mes, se llega con el mismo tipo de cambio real prácticamente, pero con un nivel de nominalidad mayor, porque la inflación se comió la devaluación", alertó el analista financiero Salvador Vitelli.
En la misma línea, el economista Orlando Ferreres -viceministro de Economía del gobierno de Carlos Menem hasta que llegó Domingo Cavallo- estimó que el índice inflacionario total del bimestre agosto-septiembre sería del 26%, por encima de la "recalibración" aplicada por el Ministerio de Economía. "Con dos meses de inflación ya volveríamos al tipo de cambio real anterior a la devaluación", explicó.
Peor aún, para el director asociado de la consultora EcoGo, Sebastián Menescaldi, es "factible que el avance de los precios recorte el incremento de productividad ganado de manera posterior a la devaluación". Y arriesgó: "Es posible que ya en la primera semana de octubre el nivel de tipo de cambio real se vuelva a ubicar en niveles similares a los del 11 de agosto último, antes de las PASO".
Las proyecciones del ministerio de Economía
En ese escenario, Economía proyectó un dólar oficial a 600 pesos para fines del 2024, Pero cerca del viceministro Rubinstein dieron algunas pistas sobre qué puede ocurrir con la moneda norteamericana hasta fin de año.
La intención del equipo económico es sostener el nivel de la divisa en $350 al menos hasta el 22 de octubre, el domingo electoral, y, según el resultado, comenzar a ver cómo ir apreciando el dólar.
Según los cálculos que maneja Rubinstein, el dólar oficial debería comenzar a moverse recién en noviembre, cuando se retomaría la estrategia de depreciaciones leves diarias del peso (crawling peg). A cuánto podría llegar el dólar a fin de año, es un misterio desconocido hasta por el Banco Central, pero los consultores arriesgan un número redondo: 400 pesos. Si eso ocurre, el dólar blue se iría a la zona de los $800.
Si se tomara el proyecto de Presupuesto como algo probable, la intención oficial es aguardar hasta el 15 de noviembre para tocar el nivel del dólar. A partir de allí implementar una devaluación administrada que acompañe el tipo de cambio. Los cálculos oficiales ubican el tipo de cambio en $370 para fin de año.
Pero este enjambre de cifras es relativo. El resultado de las elecciones generales marcará el ritmo del dólar, y también de la inflación. Y tal vez haya que aguardar hasta el 19 de noviembre, la fecha prevista para el balotaje. Es que la Argentina está en el peor de los mundos, porque el cambio de gobierno le suma dramatismo a una economía volátil e incierta, que el 27 de septiembre -INDEC mediante- dará a conocer su peor cara: cuatro de cada diez personas son pobres, y el 60% de los chicos está en esa situación dramática que parte el alma.