Argentina al límite: las reservas netas caen a niveles récord desde 2001 y crece especulación por uso de depósitos de la gente
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La grave situación de escasez de reservas en el Banco Central ha alcanzado niveles críticos. Después del pago a bonistas privados realizado el pasado 9 de julio, el panorama se ha vuelto extremadamente preocupante, con las reservas netas del Banco Central cayendo a unos 6.700 millones de dólares negativos, un nivel récord desde el fin del régimen de convertibilidad en 2001.
Ante esta alarmante situación, todas las expectativas se centran en las negociaciones de último minuto que el gobierno ha estado llevando a cabo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para desbloquear los desembolsos pendientes.
El economista Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo en Buenos Aires, expresó su preocupación ante el registro de reservas negativas, señalando que Argentina está utilizando una mayor parte de reservas prestadas en lugar de sus propias reservas. Esta dependencia de créditos a corto plazo para satisfacer las necesidades diarias de divisas de la economía representa una clara señal de debilidad y vulnerabilidad para el país.
Esta escasez de reservas en Argentina se ha visto agravada por varios factores. La oferta de dólares se ha desplomado en aproximadamente 20.000 millones de dólares este año en comparación con 2022, debido al impacto severo causado por la sequía en la cosecha agrícola. Además, la creciente salida de dólares por pagos de deuda e intervenciones en el mercado cambiario ha contribuido a la disminución de las reservas internacionales netas en unos 15.000 millones de dólares solo en lo que va del año.
La lucha del Gobierno por evitar una devaluación abrupta del peso
El gobierno, representado por el Ministro de Economía y precandidato presidencial Sergio Massa, está tratando de evitar una devaluación abrupta del peso y, al mismo tiempo, postergar cualquier ajuste hasta que el próximo gobierno asuma el cargo en diciembre. Sin embargo, esto supone un gran desafío ya que la actividad económica debe sostenerse sin agotar aún más las reservas.
El uso creciente de yuanes se ha convertido en una estrategia de corto plazo para enfrentar la escasez. Argentina acordó con China la renovación del swap de monedas por 18.000 millones de dólares por un plazo de tres años, y también se amplió el uso de libre disponibilidad del swap de 5.000 a 10.000 millones de dólares. Esto ha permitido al Banco Central pagar importaciones de China en yuanes en lugar de dólares, incluso utilizando yuanes para pagar una parte de un vencimiento con el FMI por primera vez en la historia.
Sin embargo, a pesar de estas medidas, la severa escasez de reservas sigue aumentando y ha llevado a especulaciones sobre si la autoridad monetaria está utilizando dólares correspondientes a los encajes bancarios, una parte de los depósitos de los ahorristas que los bancos deben dejar inmovilizados en el Banco Central. El gobierno argentino ha acordado con el FMI postergar hasta fines de julio los vencimientos de deuda del mes por unos 2.630 millones de dólares, lo que podría llevar las reservas netas negativas a aproximadamente 10.000 millones de dólares. La situación es tan delicada que las expectativas económicas del país dependen en gran medida de las negociaciones en curso entre el gobierno y el FMI para destrabar los desembolsos pendientes, que ascienden a unos 4.000 millones de dólares.
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El ministro Sergio Massa se enfrenta a una difícil encrucijada, ya que el FMI exige compromisos que implicarían medidas de ajuste impopulares, mientras que la cercanía de las elecciones primarias y generales en agosto y octubre respectivamente, hace que estas decisiones sean aún más delicadas. La incertidumbre en torno al panorama económico en Argentina es palpable, y tanto el gobierno como el FMI se encuentran bajo presión para llegar a un acuerdo que permita al país superar esta crisis de reservas y lograr la estabilidad financiera. No obstante, las decisiones que se tomen tendrán repercusiones tanto políticas como económicas, y la incógnita sobre el tipo de acuerdo que se alcance sigue presente.