Qué puede pasar con el precio del dólar, según Camilo Tiscornia
La escasez de dólares en las reservas genera que el Gobierno deba buscar divisas de diferentes maneras para no enfrentar una crisis cambiaria y, como consecuencia, un colapso económico. En este sentido, la paradoja para el oficialismo es que el FMI se presenta como la "única" rápida solución.
Para analizar este escenario, iProfesional entrevistó a Camilo Tiscornia, economista, director de C&T Asesores Económicos y profesor de Economía Monetaria y Economía Argentina en la UCA.
En cuanto al dólar, considera que puede haber un salto en el mercado libre por la incertidumbre electoral.
-¿Qué análisis realiza de la situación económica actual y la reacción del Gobierno para enfrentarla?
-La situación macroeconómica de la Argentina es muy frágil. Hay una notable acumulación de desequilibrios, cuya solución se fue postergando en el tiempo o que fueron enfrentados con medidas parciales e inefectivas. La sequía fue un golpe durísimo para esta estrategia, lo que derivó, especialmente desde marzo, en una situación muy precaria e inestable, a lo que contribuye la incertidumbre típica de un año de elecciones como el presente.
-El precio del dólar escaló en sintonía a esta incertidumbre, ¿cómo puede evolucionar de ahora en adelante?
-El comportamiento de los distintos tipos de cambio no es sincronizado. El oficial se mueve a un ritmo continuo, que el Gobierno va a acelerando o frenando según las circunstancias. Por ejemplo, en el verano, con la esperanza oficial de que la inflación podía bajar, se moderó, pero la realidad fue la opuesta. Y, ante la falta de divisas, el Banco Central reaccionó acelerando la suba, llevándola hoy a un ritmo cercano al 8% por mes.
En tanto, los tipos de cambio financieros recogen mejor el estado del mercado en cada momento y suelen tener correcciones fuertes ocasionales, como pasó en abril y mayo. Luego se calmaron, ayudados por la intervención oficial, y más recientemente comenzaron a repuntar.
El débil ingreso de divisas, la escasez de reservas y la elevada liquidez de la economía sugieren que los tipos de cambio seguirán subiendo. En el caso del oficial, la intención del Gobierno es seguir manejando su ritmo de suba, acotándolo, lo cual sólo podrá lograrse con fuertes controles a las importaciones y trabas a sus pagos. Es decir, que se pagará un costo en materia de actividad económica. Por otra parte, en los tipos de cambio financieros es probable que volvamos a ver saltos, a pesar de la intervención oficial, con las brechas ampliándose.
-Las reservas son muy escasas y el Gobierno ha empezado a sumar divisas con nuevos swaps con China y otros acuerdos, ¿en qué puede ayudar todo eso?
-El objetivo del Gobierno es claro: evitar por todos los medios que la falta de divisas derive en una corrección cambiaria brusca antes de las elecciones. En el contexto actual de sequía, esto sólo puede lograrse con financiamiento externo, pero el mismo es casi inexistente. Por lo que sólo se pudo recurrir a financiamiento compulsivo, como la postergación de pagos de importaciones o las reestructuraciones de deudas.
Ni siquiera otros gobiernos cercanos políticamente a la administración actual quieren proveerlo de divisas, quedando, paradójicamente, el FMI como la ventanilla de último recurso. Esa negativa no es caprichosa: refleja la percepción de que la gestión actual quiere usar ese financiamiento para sostener un esquema cambiario que no es viable y que, muy probablemente, la actual administración no esté para responder por los compromisos asumidos.
Por lo tanto, es poco probable que el Gobierno consiga lo que está buscando. En el mejor de los casos, podrá contar con algo del swap de monedas con China y algo del FMI, pero no mucho.
-¿Cuáles son las consecuencias de ello?
-Esto provoca una situación muy inestable, en la que, a pesar de que todos saben que no hay suficientes divisas, los tipos de cambio se mueven acotadamente hasta que un evento cambia las expectativas. Y eso desata una corrección brusca, sobre todo, en los dólares financieros.
A hoy, varios podrían ser los gatillos para que este salto suceda, entre otros: una mala lectura del resultado de las negociaciones con el FMI, el último salvavidas; una mala licitación de títulos del Tesoro; una percepción desfavorable del incierto resultado de las elecciones. O una turbulencia política como la que se está viviendo en algunas provincias.
-¿De qué manera pueden impactar las elecciones en estas variables?
-El resultado de las elecciones presenta una ambigüedad: así como puede desatar un escenario malo, como pasó en 2019, también podría ser una fuente de expectativas positivas, como ocurrió en 2015. De todos modos, teniendo en cuenta los enormes desafíos que enfrentará una nueva administración al inicio de su gestión, es difícil pensar en la formación de muy buenas expectativas luego de las elecciones.
-Al respecto, la inflación muestra una inercia muy alta y superó todo pronóstico con el promedio de 8% que tuvo en mayo y abril, ¿seguirá en este nivel?
-La configuración macroeconómica actual favorece una inflación elevada. El tipo de cambio oficial se mueve al 8% mensual, las brechas tienen tendencia a ampliarse, la cantidad de dinero M2 crece al 88% en 12 meses, los pasivos del Banco Central aumentan a casi 110%. Más allá de movimientos estacionales, es difícil pensar que la inflación pueda bajar. La recesión es el único factor genuino que actúa como contención.
Más aún: si hubiera una disparada de los tipos de cambio financieros, el traslado a precios sería muy veloz, como quedó de manifiesto en el comportamiento de los precios entre la última semana de abril y las dos primeras de mayo.
-Con este panorama, ¿qué puede ocurrir en los próximos meses?
-Lo frágil de la situación macroeconómica y la incertidumbre política hacen difícil precisar cualquier pronóstico para los próximos meses. Tal como queda claro de todo lo anterior, son muchos los escenarios posibles y, en general, poco favorables.
Tal vez sea más sencillo pensar lo que pueda ocurrir en diciembre con un nuevo gobierno. Es altamente probable que haya una fuerte corrección del tipo de cambio oficial, siempre que la misma no haya sucedido antes, y que las brechas tiendan a disminuir por una relajación de los controles existentes.
Más adelante, el pronóstico vuelve a ser muy complejo. Si bien puede anticiparse el tipo de medidas que se adoptarán, su intensidad y el modo en que serán recibidas por la sociedad es difícil de prever. De ahí que pueda estimarse que 2024 será otro año muy complicado.