El próximo desafío de Massa: evitar el "plan limbo" que ahora propone el FMI
Sergio Massa apenas si dispondrá de tiempo para recuperarse del jet lag antes de que vuelva a subirse a un avión que lo lleve al hemisferio norte. En pocos días, el ministro recorrerá nada menos que 57.800 kilómetros para cubrir las rutas entre Buenos Aires y Beijing; esa ciudad con Shanghái y -ya de regreso-, el viaje a Washington, donde lo espera otra trascendental reunión con la plana mayor del Fondo Monetario Internacional y funcionarios de la administración Biden.
La desesperación por conseguir dólares para las reservas obliga al titular del Palacio de Hacienda a pasar buena parte de su gestión fuera del país. De hecho, ésta será la sexta visita de Massa a la capital estadounidense. Viajó más veces a Washington que a las provincias argentinas.
Esta realidad no habla de los gustos o los deseos del ministro sino de la compleja realidad de la economía argentina, que se ha quedado sin dólares suficientes para asegurar un funcionamiento más o menos normal.
La vertiginosa intervención de Massa ante el gobierno de China y, en los próximos días, frente al FMI y la Casa Blanca, intentará conseguir un puente hasta fin de año, con el único -y trascendental- objetivo de evitar una devaluación disruptiva.
En un contexto como el actual, un salto cambiario provocaría, seguramente, un descontrol sobre el resto de las variables -sobre todo de la inflación ya de por sí desbocada-, un escenario muy difícil de estabilizar para un gobierno, como el de Alberto Fernández, que ya está de salida y con una campaña electoral por delante.
Dólares para las reservas: el objetivo de Massa en EE.UU.
"Una operación muy complicada, de pronóstico reservado", define un exfuncionario del FMI, en diálogo con iProfesional. La fuente -un economista de reconocida trayectoria, conocedor de los pasillos de los organismos en Washington- pide el anonimato para dar su visión.
Dice claramente que es muy improbable que Massa pueda conseguir lo que viene buscando desde que asumió, en agosto del año pasado.
El ministro intentará cerrar un acuerdo para que el FMI adelante los desembolsos previstos para el segundo semestre del año, por más de u$s10.000 millones. Lo complicado es que el staff del organismo apruebe una operación de ese tipo cuando la Argentina llega a esta instancia con todos los objetivos incumplidos. "Eso no significa que vaya a bajarle el pulgar", completa la fuente consultada.
La clave tampoco es ajena a la política. Los funcionarios del FMI no quieren volver a quedar adheridos a una gestión en la Casa Rosada, como sucedió con la administración Macri en 2018, por una gestión personalísima de Donald Trump.
En Wall Street tienen una visión similar. En bancos y fondos de inversión que siguen de cerca estas negociaciones también admiten las dificultades.
Caminos explorados en Washington: el limbo del "stand still"
Los conocedores de los vericuetos en el mundillo de los organismos coinciden en que en Washington son expertos en los manejos políticos.
Con excepción de lo sucedido en 2018, cuando Mauricio Macri recurrió a su amigo Trump, el Fondo suele moverse con un timing en sintonía con los tiempos de la política.
De alguna manera, acaba de blanquearlo nada menos que Juan González, principal asesor del presidente estadounidense, Joe Biden, para América Latina: "Es muy difícil, especialmente en un año electoral para Argentina, pero estamos haciendo lo mismo que hicimos cuando ellos reestructuraron la deuda. Seguir muy de cerca el trabajo del staff del FMI".
González es un vínculo muy cercano a Massa, pero está claro que existe una distancia entre la Casa Blanca y el deseo del ministro, en un contexto donde las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina.
De hecho, el Fondo Monetario tiene en su menú la posibilidad de aplicar un "stand still", que no es otra cosa que una suspensión acordada del acuerdo, con el compromiso de efectuar un "rollover" de los vencimientos a cambio de que el país deudor no caiga en default. Mientras tanto, se siguen acumulando los intereses de la deuda.
Esta posibilidad es clave ante lo que se viene: la Argentina debe afrontar un vencimiento de la deuda en las próximas semanas. El miércoles 21 habrá que cancelar u$s925 millones de dólares y, al día siguiente, otros u$s1.785 millones.
¿Alcanzan los dólares?
La refinanciación automática de los vencimientos de la deuda con el Fondo no le asegura al país que los dólares que quedan en el Banco Central alcancen para evitar una devaluación disruptiva.
El acuerdo con China, para ampliar el swap de monedas, le permite al Gobierno un mayor caudal de importaciones desde ese país. Pero nada más.
Tampoco el FMI le otorgará al Gobierno dólares frescos para intervenir en el mercado ni para importar mercadería. La postura más probable es que la Argentina siga con un plan propio para conseguir divisas.
La última medida tomada con las provincias dan cuenta de esa situación límite: obligar a los gobernadores a pagar deuda por menos de u$s300 millones hasta fin de año es una señal poderosa sobre la realidad de las reservas. Ya no quedan dólares.
El riesgo está a la vista: ¿cuánto quedará para que, sin un acuerdo con el Fondo Monetario, los inversores y ahorristas saquen como conclusión de que sus colocaciones en dólares corren riesgo? Por ahora, todos prenden velas para que ese escenario de crisis total nunca ocurra.