Falta de dólares: el BCRA, bajo estrés por pagos postergados a importadores y el fuerte impacto de la sequía
El empresario se queja. Hace dos años que varias compañías del sector textil aprovecharon el tipo de cambio más barato y ordenaron a proveedores del exterior nueva maquinaria para impulsar la producción. En los planes estaba claro que iban a tratar de aprovechar el espacio que dejarían las importaciones frenadas desde el Gobierno para tomar esa proporción del mercado. La cantidad de empresas textiles se redujo a casi la mitad tras la crisis del 2018 y el efecto de la pandemia. Lo que queda es lo que sobrevivió y el mercado interno se reparte entre menos gente. Pero hubo un problema: no hay dólares para traer las máquinas.
El empresario le comenta a este cronista que hace 24 meses que encargaron los "fierros" y que todavía no pudieron pagarlos. Claro está que la queja no se escucha muy fuerte, porque se trata de dirigentes que han apoyado fervientemente las políticas económicas del Gobierno y denostado a las del "neoliberalismo".
Casos como ese se multiplican. No hay empresario Pyme que no tenga algún problema.
El vocero de una de las autopartistas más importantes de la Argentina, radicada en Santa Fe, también advierte que la firma está teniendo muchos problemas para ingresar al país algunos insumos clave, como tintas y compuestos químicos. No se descarta que haya que frenar la actividad.
Los dólares de los exportadores, claves para lo que viene
Para el ministerio de Economía y el Banco Central, los dólares comerciales constituyen la única fuente de financiamiento genuino. En el mercado de pesos, el Gobierno puede conseguir dinero sólo para atender al déficit fiscal, pero para comprar insumos en el exterior, la moneda nacional no sirve. No quedan muchas alternativas.
Sin financiamiento en los mercados, toda la economía depende de cada dólar que ingresan los exportadores. Y como el Estado no tiene crédito, la fuente que apareció en 2022 fue el sector privado. De acuerdo con estimaciones de la administradora de fondos MegaQm, este año el "crédito comercial" va a ascender a u$s12.578 millones.
Y se puede decir que sería técnicamente un "crédito comercial", aunque en rigor fue una obligación del Banco Central, que este año hizo que cada importador le dijera a su proveedor del exterior que lo "aguantara" seis meses para pagarle. Ese monto de financiamiento por fuera de los canales normales está integrado por cobros anticipados equivalentes a u$s3.658 millones y postergación de pagos por u$s8.920 millones.
Un díficil 2023 y ¿un salto devaluatorio?
Lo que habrá que tomar en cuenta para 2023 es que si se suma lo que se cobró por anticipado, más lo que falta pagar y se añaden los dólares que van a faltar por la sequía, que se estiman en por lo menos u$s10.000 millones, el agujero que queda en las finanzas para el año electoral es de por lo menos u$s22.000 millones.
Ese escenario hace casi inevitable el salto devaluatorio, tal cual lo anticipó el viceministro Gabriel Rubinstein en el Simposio de Mercado de Capitales del Instituto Argentino de Ejecutivo de Finanzas (IAEF). Allí, dejó en claro que el equipo económico sólo está tratando de sumar reservas para ejecutar la medida de manera controlada.
Incertidumbre por los dólares entre las empresas
Mientras tanto, los empresarios que tienen el problema del día a día para planificar la producción tratando de adaptarse a los tiempos de liquidación que exige el BCRA. Están aguardando que los convoque Sergio Massa a integrarse a la mesa especial donde se decide el orden de prioridades para la importación. Fue el único compromiso que la UIA le pudo arrancar a Massa al cierre de la Conferencia Industrial en Parque Norte, donde el titular de Sinteplast, Miguel Ángel Rodríguez, le cuestionó que el SIRA no sirve y que el 99% de los casos los proveedores del exterior le dicen que no se puede operar en los plazos que pide el Gobierno.
Esa mesa, que está integrada por el secretario de Comercio, Matías Tombolini; el titular de la AFIP, Carlos Castagento y el de la Aduana, Guillermo Michel, a quien se tenía que sumar el director Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz, no arrancó. En la previa, decidieron "aflojar" la rigurosidad del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) para las Pymes. Ahora, se permitirán hacer pagos anticipados por hasta u$s50.000 y reducir los plazos a 90 días, aunque eso se tiene que ver.
El SIRA plantea plazos de acceso al Mercado Único y Libre de Cambios a partir de la llegada de la mercadería al puerto de Buenos Aires. Hay que imaginarse que si una empresa hace un pedido ahora, tiene dos meses por lo menos hasta que llega a la Argentina y a partir de ahí otros 90 días más. En rigor, son al menos 5 meses, salvo que pague una parte por anticipado.
Algunas cámaras empresarias han hecho correr entre sus socios en las últimas semanas un formulario para que detallen el tipo de bien que quieren importar, posiciones arancelarias, importes. Tienen la esperanza de que en la mesa donde se deciden las prioridades sus insumos queden arriba en la fila.
Mientras tanto, Tombolini comenzó a pedirles a las importadoras que les anticipen cuántos dólares van a necesitar en 2023. En el Gobierno no tienen margen, porque saben que la "cadena se cerró". Todo lo que no se pagó en 2022 se va a tener que pagar en 2023 y por más que decidan "pisar" de nuevo las importaciones, los dólares van a tener que seguir saliendo.