Ex director del Banco Central: "La inflación puede seguir en niveles invivibles"
Los niveles de inflación tan altos ponen en el centro de la escena al rumbo económico, a los que se vinculan el precio del dólar, las reservas y las medidas que establezca el Gobierno.
Para analizar estas cuestiones, iProfesional entrevistó al economista Francisco Gismondi, ex director del Banco Central y actual director de Empiria Consultores, en el que realiza proyecciones para los próximos años.
-En este contexto de acuerdo con el FMI, ¿cómo analiza la situación económica?
-El acuerdo con el FMI permitió ganar algo de tiempo y evitó un contexto mucho peor. Es posible que el escenario actual, mediocre, se mantenga hasta el final del presente mandato presidencial, sin una crisis mayor.
Así, la inflación puede seguir en niveles invivibles, pero sin espiralizar. Y la producción no tiene motores para seguir creciendo una vez agotada la recuperación de la pandemia, pero tampoco es probable que colapse.
En tanto, el estancamiento del empleo privado seguirá siendo un problema, la pobreza difícilmente baje, pero tampoco se espera un escenario mucho más grave desde lo social. Aunque esto dependerá de la presión inflacionaria, que comenzó el primer trimestre muy fuerte.
-¿A ello se le pueden sumar los efectos del conflicto internacional por la invasión a Ucrania?
-Dependerá de lo que dure el conflicto, pero las consecuencias son más o menos neutras en lo cambiario y negativas en el resto de los aspectos económicos.
Los mayores ingresos esperados por el precio de los productos exportables, principalmente de origen agropecuario, compensan, en cuanto a las divisas, los mayores pagos externos por la energía.
En lo fiscal, el balance es levemente negativo, por mayores subsidios que no llegan a ser compensados por los ingresos, en especial por retenciones y otros factores relacionados al comercio exterior.
En cuanto a la producción, se puede ver afectada negativamente, porque faltarán energía y otros insumos necesarios, y los precios notarán un aumento, tanto de los productos exportables como de los importados.
Hay que aclarar que el impacto en precios recién se empieza a ver, no tuvo un impacto importante todavía. Y seguro que en la inflación registrada hasta febrero no tuvo influencia el conflicto. Además, dentro de una inflación claramente por encima del 50% anual, el impacto de la guerra no es lo más relevante.
-En cuanto al ámbito doméstico, ¿considera que se encuentra atrasado el precio del dólar?
-El dólar oficial se viene rezagando, y en 2021 se atrasó casi 18%. En lo que va del año, el tipo de cambio multilateral dejó de atrasarse gracias a una mayor tasa de devaluación nominal, la apreciación del real brasileño y la mayor inflación de nuestros socios comerciales.
Aunque la suba de precios sigue siendo elevada en Argentina y está en un nivel muy por encima de la de otros países comparables, por primera vez en mucho tiempo, la inflación vuelve a ser un problema en el mundo y, de alguna manera, eso nos hace ver un menor atraso relativo del tipo de cambio.
Claro, pero no llega a compensar el atraso del año pasado y nada garantiza que en los próximos meses alcance a compensar la inflación local, que ya está en niveles de 5% mensual.
Así, el dólar paralelo, estuvo mucho más caro hace un año y medio. Los casi $200 de octubre de 2020 es una cifra muchísimo más alta que los casi $200 de ahora. Y el dólar libre es hoy el mejor termómetro que hay para medir la fiebre del sistema monetario.
Por eso, si las reservas vuelven a escasear o vuelven a sobrar los pesos, lo primero que reacciona es la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. La brecha arriba del 70% es un problema, pero recordemos que llegó a más del 140%.
-Mencionaba a las reservas, ¿puede subir el nivel de divisas que tiene disponible el Banco Central?
-Las reservas tuvieron un impulso por la nueva deuda tomada con el FMI. Las reservas netas, que estaban en terreno negativo, volvieron a ver números positivos gracias a ese nuevo endeudamiento.
Pero si vemos la tendencia subyacente, no es nada alentadora, a pesar de que las liquidaciones del agro vienen mostrando niveles muchos mayores a la de los años anteriores.
Las compras de reservas del Banco Central en el mercado de cambios fueron casi inexistentes durante el primer trimestre, mientras que en el mismo trimestre del año pasado la entidad monetaria había adquirido cerca de u$s2.500 millones.
-¿Pueden continuar registrándose estos niveles tan altos de inflación?
-La inflación se aceleró mucho en los últimos meses, incluso más de lo que podía esperarse. De todas maneras, no parecieran estar dadas las condiciones para que siga espiralizando.
La super emisión de fines de 2021 se está viendo, antes de lo previsto, en precios. Por lo que la desconfianza en el peso aumentó en este tiempo, la devaluación de la moneda se aceleró después de las elecciones y las expectativas de precios para los próximos meses no ayudan.
Más allá de esto, en los primeros meses del año se moderó la emisión monetaria, y si se cumple medianamente el plan presentado ante el Fondo Monetario, los aumentos actuales deberían moderarse hacia fin de año o principios del 2023.
En cualquier caso, la inflación de 2022 será más alta que la del año pasado, y en eso ya no hay controversia. Si se hicieran los deberes desde lo fiscal y lo monetario, recién en 2023 podríamos ver una inflación en baja.
-¿Existe algún camino posible para sortear la crisis?
-Posiblemente, no queden muchos caminos posibles. El único camino es hacer el máximo esfuerzo por cumplir lo propuesto, que no es mucho, pero es lo máximo a lo que se podría aspirar con la actual coalición gobernante.
Para eso, se necesita más consenso interno en el Gobierno, lo que todavía no se ve. Entonces, si se cumple el plan propuesto, la economía no será muy pujante ni se resolverán los problemas de fondo, pero se puede llegar sin grandes sobresaltos al final del mandato.
La alternativa virtuosa hoy no se ve como una posibilidad seria para los próximos dos años, y el escenario negativo está a la vuelta de la esquina.
-¿Qué medidas necesita Argentina para salir de esta profunda depresión?
-Argentina necesita un cambio de rumbo drástico, algo que no va a pasar en los próximos meses. El actual esquema está agotado, los problemas económicos serios no son de un año, ni de una década, sino de, por lo menos, medio siglo. Más allá que hubo algunas excepciones en ese período tan largo.
Se necesita un cambio de rumbo en serio. Alguna vez hay que seguir las reglas económicas que en el mundo ya nadie discute. Por ejemplo, como bien dijo el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, el equilibrio fiscal no es de derecha ni de izquierda.
Además, las leyes laborales y los convenios colectivos atrasan 50 años, el sistema previsional, tal como lo conocemos, no es sostenible en el largo plazo. El cepo cambiario es muy eficiente para frenar la salida de capitales, pero es más eficiente aún para frenar la entrada de ellos. Y no hay forma de crecer sostenidamente con tantas restricciones.
Es mucho lo que hay que cambiar, y no alcanza con cambios menores en el margen.
-Bajo este panorama, ¿qué proyecta para los próximos meses para la economía argentina?
-Los próximos meses veremos más de lo mismo, y eso ya es una buena noticia. Esperar que se hagan las reformas necesarias parece utópico y el escenario negativo, mejor, ni pensarlo.-