Se complica la negociación con el FMI: las dudas sobre el acuerdo y qué puede pasar si no se cierra
En el actual contexto, donde una suba de tasas en los EE.UU. puede complicar el crecimiento de la economía mundial y donde no se descarta una cuarta ola global de Covid, es probable que sin un rápido acuerdo con el FMI la situación de la Argentina se pueda complicar mucho más y se multipliquen los problemas para gobernar del oficialismo.
Luego del rechazo de la oposición al proyecto de Presupuesto 2022 en Diputados, es esperable que se prolongue la negociación de un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional, a pesar de que desde el Gobierno se afirme que la reunión virtual del presidente Alberto Fernández y el ministro Martin Guzmán con la Directora Gerente del organismo Kristalina Giorgieva ha sido muy buena.
Incertidumbre sobre el acuerdo
Hay varios interrogantes para plantear luego del revés del Gobierno en el parlamento. ¿Qué pasará cuando el Congreso tenga que tratar la aprobación de un nuevo acuerdo con el FMI, como solicita el oficialismo? ¿Hay realmente voluntad en la Casa Rosada y en el FMI para lograr un acuerdo? ¿Existe la posibilidad que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner quiera voltear un acuerdo, como ocurrió en junio de 2014 con los holdouts en su gobierno? ¿Qué chances tiene la Argentina de cumplir con ese acuerdo en los próximos años?
Algunas señales recientes acrecientan la incertidumbre: el acto del 10 de diciembre por el "no ajuste" se contrapone con el acercamiento al FMI. A eso se suman las recientes declaraciones en contra del FMI del diputado Máximo Kirchner, el jefe del bloque oficialista en diputados.
El problema es que lo que ocurrió el viernes pasado en Diputados agrava la situación. Ahora no solo está el peligro que la coalición oficialista le rechace al equipo económico algo pre acordado con el staff del organismo. Sino que también la oposición puede transformarse en una obstrucción muy fuerte para que un nuevo acuerdo con el FMI obtenga sanción en el Congreso en el futuro.
El otro problema es que el equipo económico no está de acuerdo con lo que solicitan en términos macroeconómicos los técnicos del FMI. Por lo tanto, es probable que en el corto plazo no se llegue fácilmente a acordar un esquema macro básico ni un conjunto mínimo de números. Antes del rechazo del proyecto de Presupuesto había una especie de doble conflicto por las extremas posturas políticas del oficialismo kirchnerista y por las diferencias acerca de la política macro. Ahora se suma otro más, que es la posibilidad que la oposición no vote el nuevo acuerdo con el FMI que, llegado el caso, cierre el Gobierno.
Luego de este rechazo no está claro si estarán dadas las condiciones políticas y económicas para cerrar un nuevo acuerdo con el FMI. Tampoco es seguro que en el actual contexto, incluso con un paraguas protector del FMI, la crisis política desatada el viernes se resolverá fácilmente. Pero sin un nuevo acuerdo con el FMI, la Argentina probablemente retrocedería un montón de casilleros, la brecha cambiaria se ampliaría todavía más y la inestabilidad macro sería peor.
Las tres fases financieras que se vienen sin un acuerdo con el Fondo
Lo concreto es que en los próximos meses el Tesoro enfrentará una cantidad de pagos de vencimientos de pagos de deuda externa que tiene tres momentos. Hasta marzo próximo, será el tiempo de la negociación con el Fondo, porque en enero se agotarán los DEGS en el BCRA y para no incurrir en atrasos con el Fondo habrá que usar reservas que no hay. En febrero, vencen intereses. Pero en marzo aparece el primer vencimiento grande, que resultará casi impagable si continúa el escenario actual.
Habrá un segundo momento de la caja en lo que resta de 2022 y todo 2023: serán vencimientos de unos 18.000 millones de dólares por año. Acá se concentra el pago de la mayor parte del crédito por u$s45.000 millones que el gobierno de Mauricio Macri tomó en 2018. Habrá que tener un acuerdo y cumplirlo para enlazar cada vencimiento con un desembolso equivalente del organismo. Además, está claro que a partir de la PASO 2023, un acuerdo puede quedar en suspenso –tal como sucedió en 2019– en función de cuál sea el desenlace electoral y de cómo se dé la transición.
Por último, a partir de 2024, con un nuevo mandato presidencial, la situación de la caja tomará rumbo hacia lo que será un tercer momento. Entonces, los vencimientos con el FMI llegarán a unos u$s5.000 millones de dólares. A partir de allí, los vencimientos con el Fondo empezarán a equipararse con los de los bonos reestructurados en septiembre de 2020 con los bonistas privados.
Por lo tanto, el acuerdo con el FMI será una solución parcial para la cuestión de mantener performing (en situación de pago normal) la deuda del Tesoro. Estas limitaciones de caja pasan tanto por la falta de acceso al crédito como por la falta de reservas del Banco Central. Ambos elementos seguirán, seguramente, condicionando al Tesoro en el corto y mediano plazo. Hasta ahora, el equipo económico ha estado en medio de esta especie de lio político y ha avanzado muy poco, pero luego del rechazo del Presupuesto y de las definiciones del ministro Martin Guzmán en contra de la oposición, la situación se podría complicar.
Aun así, la intención del equipo económico es avanzar en un acuerdo rápido y que la negociación se apruebe con alguna mejora para que el oficialismo sienta que algo logró, como podría ser alguna rebaja en los sobrecargos de las tasas de interés que cobra el FMI. Difícilmente el Fondo ceda totalmente ante todas las demandas argentinas en términos de sobrecargos, plazos, etc.
En tanto, las intenciones del FMI son acordar e implementar un programa macro que mínima y gradualmente encauce los desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios en el tiempo. No serán metas duras de entrada (2022), pero sí se planteará una corrección macro convergente y cumplible. No habrá espacio para programas que en el ex-ante "no cierren". El fin último es una estrategia desinflacionaria duradera. Esto, partiendo de cero, no se arma ni se negocia en dos semanas. Llevará el verano.
El rechazo de la oposición a la aprobación del proyecto de Presupuesto 2022 es un adelanto para empezar a suponer que la negociación de un nuevo acuerdo con el FMI será compleja, conflictiva, y con varios cortocircuitos en el camino. Es probable que sea complicado primero dentro del oficialismo; en segundo lugar, con el staff del FMI; y, por último, con la oposición.