¿Vas a emprender?: por qué el dinero nunca debería ser un fin, sino un medio
Roberto nació emprendedor. Ya hace tiempo que dejó su trabajo en relación de dependencia con la idea de independizarse: había escuchado por ahí que era hora de echar a su jefe y lanzarse a emprender. Por eso, un tiempo antes, se había enfocado en la búsqueda de un proyecto rentable que pudiera asegurarle un progreso económico y a la vez le permitiera hacer realidad gran parte de sus sueños.
Así, finalmente, dio el paso y hoy podríamos decir que ya es un emprendedor con algunos años de experiencia.
Pero si bien pudo conseguir ciertos resultados económicos, siente tener una vida no del todo plena. Pasa los días cargado de estrés y cierta frustración ya que su emprendimiento ocupa gran parte de su vida, restándole tiempo de calidad a sus seres queridos, a sus amigos, y hasta descuidando su salud, ya que tampoco encuentra el momento adecuado para hacer algún deporte o actividad física.
Tranquilamente podríamos decir que Roberto, en la búsqueda por mejorar su realidad, empeoró su calidad de vida.
La historia de este personaje imaginario no se diferencia demasiado de la mayoría de los emprendedores que, tanto en Argentina como en muchos otros países sobre todo de Latinoamérica, no encuentran la manera de hacer de su emprendimiento una forma de vida que brinde cierta congruencia entre trabajo, dinero y su propia felicidad.
Acá y luego de esta necesaria introducción, es donde me gustaría hacerte una invitación a cuestionarte si emprender significa solo tener la meta personal de llevar adelante una idea que te permita ganar dinero, o además sería importante también, que esa idea mejore tu calidad de vida y las condiciones de vida de los demás.
Normalmente el parámetro más importante que las personas miden a la hora de emprender es la rentabilidad financiera que ese emprendimiento o proyecto les puede brindar, sin entender que el dinero nunca es un fin, sino un medio y una consecuencia de otras decisiones que están anteriores a la mera rentabilidad.
Te aseguro que no tengo nada en contra de las personas que consiguen grandes resultados financieros, por el contrario, me parecen un ejemplo a seguir, siempre y cuando en sus vidas haya cierto equilibrio entre el dinero que han logrado y lo que han resignado para conseguirlo.
Si por obtener resultados financieros hipotecamos nuestra felicidad, arruinamos nuestra salud y relaciones y renunciamos a nuestros sueños, la cuenta sería deficitaria. Por eso, para ir por todo y mantener bajo control este equilibrio del que hablamos, el emprender con propósito pareciera ser la receta perfecta.
Al comenzar a imaginarnos una vida de emprendedor deberíamos preguntarnos algunas cosas que nos asegurarían estar dentro de nuestra zona mágica, ese lugar donde entregamos nuestro mayor valor o lo que es lo mismo, donde habita nuestra mejor versión, y donde además se junta nuestro talento, nuestra pasión, el ayudar a otros y un mercado donde monetizar nuestro proyecto.
En esa búsqueda podríamos preguntarnos, por ejemplo: ¿Qué hago mejor que otros?, ¿Qué haría sin que me pagaran?, ¿Qué problema o aspiración resuelve mi producto o servicio?, ¿Qué tiene de diferente mi emprendimiento?, ¿Qué permanencia puede tener a lo largo del tiempo?, ¿Cómo puedo impactar en las personas? o simplemente ¿Cómo me gustaría trascender? Estas son solo algunas de las preguntas que un emprendedor con propósito debería realizarse.
En lo personal, soy de los que piensan y trabajan para que las personas entiendan que emprender con propósito es la mejor herramienta para cambiar las estadísticas que miden el nivel de emprendimientos fallidos (según los datos, de 10 emprendimientos que nacen 8 mueren en menos de 2 años), no hace falta ser muy visionario para darnos cuenta que lo estamos haciendo mal.
Emprender con propósito es hacer que tus ideas mejoren la calidad de vida de las personas, entre ellas la tuya, ya que no hay ningún proyecto que dé soluciones que no gane dinero, ni ninguna persona triste haciendo lo que ama, ni sujetos deprimidos al lograr cumplir sus sueños.
Dar el paso de dejar un trabajo estable para lanzarte a emprender requiere de algo más que solo de motivación y valentía, se necesita una estrategia de vida, formación constante y reeducar tu mente emprendedora, entendiendo que tu desarrollo personal será el activo más valioso de tu emprendimiento.
No solo se trata de mandar a emprender a brutos motivados, se trata de elegir qué querés ser en tu vida, cuál es tu misión, y qué vas a aportarle al maravilloso universo para que te devuelva su abrumadora abundancia.
Pensá en grande, confiá en vos, no dejes que otros que nunca lograron nada te condicionen, desarrollá tu disciplina y trabajá fuerte para dejar un poderoso legado.
Emprender no es solo hacer realidad una idea o una salida para cambiar tu condición económica, emprender es disfrutar al ver cómo esa idea inicial se convirtió en un producto o servicio útil para los demás, los que, sin dudas, serán capaces de valorarlo.
Vale la pena que lo intentes, si lo hacés, yo habré cumplido mi propósito.
(*) Ruben Granados es analista económico y autor del libro "Capitanes de la vida"