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Por qué este economista afirma que, pese a que el segundo trimestre va a ser muy malo, "Dios es argentino"

Para analizar qué puede pasar con dólar e inflación en los próximos meses, iProfesional habló con Andrés Borenstein, director asociado de Econviews
22/05/2021 - 08:30hs
Por qué este economista afirma que, pese a que el segundo trimestre va a ser muy malo, "Dios es argentino"

Un dólar contenido en torno a una inflación alta que genera tensiones en los precios, recalientan un marco en el que existen distintas señales que generan desconcierto entre los argentinos. En especial, en la previa electoral.

Para analizar esta situación, iProfesional dialogó con Andrés Borenstein, director asociado de Econviews.

Este economista graduado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), que también fue economista para Sudamérica en la Embajada Británica, analiza qué puede hacer el Gobierno para controlar al dólar e inflación.

También subraya que para los próximos meses se deberán dar señales claras para reactivas la economía.

-¿Cómo graficaría la situación económica del país?

-La situación económica hoy está jaqueada por la pandemia. La recuperación del 2021 ya ocurrió. El segundo trimestre va a ser malo, y ojalá que a partir de julio o agosto se pueda recuperar lo perdido, mientras duren las restricciones a partir de una mayor vacunación. El no tener acceso a los mercados de crédito dificulta ser muy generosos con las ayudas que pueda dar el Gobierno, pues casi todo deberá ser financiado con emisión monetaria.

-¿De qué manera puede resolverse este problema?

-La clave está en llegar a un acuerdo con el FMI que ayude a recuperar la confianza y que la Argentina reacceda a los mercados de crédito lo antes posible. Ojalá esto sea para fin de 2022, aunque puede ser algo optimista esta visión.

-¿Qué estima que ocurirá con el dólar oficial y libre hasta las elecciones?

-Es claro que el Gobierno quiere pisar el dólar oficial para tratar de bajar la inflación y que, de esa manera, no haya (o se minimice) pérdida de poder compra de salarios y jubilaciones. También tienen claro que una brecha muy grande complica toda la organización de la economía, y eso explica por qué el Banco Central vende los bonos en el mercado local y los recompra en el exterior. Una política que lo ayuda a esterilizar pesos, pero le cuesta reservas.

-¿Y luego de las elecciones cómo ve al tipo de cambio?

-Luego de las elecciones, el supuesto es que con un acuerdo con el FMI se buscará reducir el nivel del cepo y eso, probablemente, implique un nivel de dólar oficial más alto y una brecha más baja. La variable clave para el timing debería estar en la letra chica que se firme con el Fondo Monetario.

El precio del dólar es contenido por el Gobierno, pero la inflación es elevada y preocupa a los economistas.
El precio del dólar está contenido por el Gobierno, pero la inflación es elevada y eso preocupa a los economistas.

-¿Cómo controlaría el precio del dólar en este contexto?

-La gran pregunta es si es necesario controlar el precio del dólar o tratar de que no se atrase. La suba de precios de las commodities hizo que exista una disyuntiva porque, de no haber el flujo de divisas que vimos estos meses, el dilema para controlar el tipo de cambio era más cepo o vender reservas que no había.

Hoy el Banco Central puede elegir el ritmo de devaluación a través de la compra de reservas. Ese es un buen problema. 

-Al respecto, ¿alcanzan las reservas hasta las elecciones?

-Las reservas van a alcanzar porque, si bien seguramente las compras de dólares no puedan seguir con estos volúmenes o directamente no continuen, es claro que los precios de materias primas le dieron ese bonus adicional a las autoridades. En resumen, las decisiones hubieran sido mucho más difíciles en otros escenarios. Dios es argentino.

-¿Y con la inflación qué puede suceder?

-La inflación seguramente bajará respecto de marzo y abril, pero es muy posible que el piso quedará alto y en el acumulado de todo el año va a cerrar en 46%, con riesgo al alza. Es decir, la inflación no llegaría al récord del 2019, pero será significativamente más alta que en 2020 y no bajará sustancialmente en 2022, porque habrá que hacer ajustes muy fuertes de tarifas y, en menor medida, de tipo de cambio.

-¿Hay forma de controlar el incremento tan alto de precios? 

-Para controlar la inflación habría que hacer algo como para aumentar la confianza en la demanda de pesos. Subir las tasas es una de las herramientas, pero también mejorar el clima de negocios.

Es decir, hay que evitar las frases de la puja distributiva, controles de precios, las pecheras de los supermercados y todas esas medidas que hacen muy poco por resolver la inflación y hacen mucho daño al clima inversor.

Para Borenstein, la inflación debe ser controlada con más confianza a los inversores y menos restricciones.
Para Borenstein, la inflación debe ser controlada con más confianza a los inversores y menos restricciones.

-¿Qué salidas le quedan al Gobierno para contener esta situación tan compleja hasta las elecciones?

-Creo que lo mejor es llegar a un acuerdo con el FMI o señalizar que, sin dudas, se va a buscar cerrar un trato con el organismo internacional ni bien pasen las elecciones. Y, mientras tanto, generar las condiciones para que primero los argentinos, y luego el resto, vuelvan a invertir en el país.

Sin inversión va a ser difícil. En ese sentido, creo que el profundizar la grieta como estrategia electoral es pan para hoy y hambre para mañana, sobre todo cuando al Gobierno le quedan dos años y medio por delante.

Hoy la palabra que mejor explica el sentimiento de la clase media es desesperanza. Si no se revierte ello, es difícil ser optimista. Pero se puede revertir!

-¿Qué puede ocurrir en los próximos meses en la economía?

-La economía argentina, probablemente, evite sobresaltos mayúsculos de acá a las elecciones, pero por más soja a u$s600 que haya es difícil que genere entusiasmo.

Hay 42% de pobreza, una política sanitaria que fue muy floja, un clima de negocios que ahuyenta inversiones. Entonces, para nosotros, el escenario base es el de un empate de local. Peor es perder, pero te queda gusto a poco.-