De gurú de las telecomunicaciones a estafador: por su culpa, 17.000 personas perdieron sus empleos
En poco tiempo, Bernard Ebbers pasó de ser uno de los hombres de negocios más influyentes en el sector en el que se destacó a ser considerado uno de los estafadores más grandes de la historia.
De origen humilde, cursó estudios superiores en el Mississippi College, al que accedió por una beca para jugar básquet, pero una lesión le impidió formar parte del equipo y se convirtió en su entrenador.
En 1983 ya era dueño de una cadena hotelera en Mississippi pero comenzó a interesarse en las telecomunicaciones, por lo que comenzó a adquirir pequeñas empresas del sector y en menos de dos años formó una red de compañías a lo largo de todos los EE.UU. que luego se unificarían bajo el nombre de WorldCom.
Su plan de expansión no se detuvo y en 1999 debutó en Wall Street con una valuación de 180.000 millones de dólares, lo que le permitió a Ebberg a ser una de las personas más influyentes y poderosas en el mercado norteamericano de las telecomunicaciones.
Todo iba sobre ruedas hasta que en junio del 2002 se descubrió que la compañía había cometido un fraude contable multimillonario, ya que según los peritos la compañía, que por entonces era una de las más grandes de su país, había maquillado sus cuentas para registrar ingresos del orden de los 3.800 millones de dólares.
Si bien la quiebra se produjo en 2002, ésta no sucedió antes gracias a los bancos que la mantenían a flote, entre los que se puede citar a JP Morgan, Citigroup o el Chase.
Cabe apuntar que al presentar la quiebra, WorldCom debía nada menos que u$s75.000 millones, pese a lo cual había conseguido una línea de crédito de hasta u$s2.000 millones
Luego que la Comisión de Valores (SEC) presentó pruebas sobre el fraude cometido por la compañía, el departamento de Justicia y dos comisiones del Congreso lo indagaron, pero Ebbers solo atinó a decir que no conocía nada sobre las acciones de sus gerentes y de las movidas y "maquillajes" de los estados contables.
Pero sus dichos no tuvieron cabida pues las investigaciones demostraron que fue precisamente él, el principal "cerebro" del fraude, que generó pérdidas a sus accionistas por unos u$s180.000 millones y el despido de más de 17.000 empleados.
Además, la compañía auditora Andersen debió cerrar sus puertas y sus principales ejecutivos fueron enjuiciados en Estados Unidos por fraude y colaboración en el mal uso de la información contable.
Para llevar a cabo la maniobra la compañía emitía deuda que no era declarada en sus balances. Incluso, "dibujaba" las pérdidas contables como inversión de capital, por lo que sus estados financieros no mostraban quebrantos, mientras que su flujo de caja seguía intacto.
Para concretar sus maniobras, Ebbers no actuó solo, pues contó con el auxilio del director financiero de WorldCom, Scott Sullivan, quien era el encargado de inflar los estados financieros de la empresa. A modo de descargo Scott Sullivan declaró que era presionado por el director ejecutivo para alterar las cuentas de manera de mostrar ganancias y mantener la cotización bursátil de WorldCom.
A modo de anécdota, Ebbers fue el único de los 6 directivos de la empresa que mantuvo su inocencia a lo largo de todo el juicio, ya que estos se declararon culpables, al tiempo que lo acusaban de ser la cabeza del fraude y que todas las acciones eran conocidas por él.
¿Qué pasó con Ebbers?
En 2005 fue condenado a veinticinco años de cárcel por ser quien organizó un fraude contable de u$s11.000 millones de dólares en WorldCom que produjo la quiebra de la compañía.
Con este monto se convirtió por aquel entonces en el mayor fraude de la historia de los Estados Unidos y su condena fue la más dura entre los principales escándalos corporativos de la primera década del siglo XXI, solo superada en 2009 por la sentencia que recayó sobre Bernard Madoff, quien fue condenado a 150 años de cárcel.
En cuanto a la empresa, sus ejecutivos presentaron a sus accionistas y principales grupos de interés una propuesta basada en la adquisición de una empresa más pequeña, por lo que comenzó a llamarse MCI y un plan para reducir su deuda de u$s30.000 millones a solo u$s4.500 millones. Ya en 2005, vendieron la compañía a Verizon, una de las mas grandes del sector.