Por qué países de América latina consiguen dólares baratos en el exterior (menos Argentina)
El deterioro de la deuda argentina, con bonos que tienen rendimientos cercanos al 20%, hace que el país esté dejando atrás (otra vez) un tren que difícilmente se vuelva a repetir: el del dinero barato que financia a casi todo el mundo (menos a la Argentina). El año pasado países y empresas de América Latina consiguieron en el mercado internacional de deuda casi u$s160.000 millones, según cálculos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés). Este miércoles Perú salió a buscar u$s4.000 millones con títulos hasta 30 años pagando tasas entre el 2% y casi el 4%. Pero no fue el único que ya arrancó.
Todo esto demuestra que aún, y a pesar de la suba de tasas a 10 años en EEUU, persiste el apetito por activos de América Latina. Ya en este 2021 siguió el boom por emergentes. Algunos ejemplos fueron los siguientes:
La lista de los embuchados de dólares
-En enero, México -que todos los años suele ser el primer que sale al mercado global- colocó un bono a 50 años por u$s3.500 millones pagando una tasa anual de 3,75%
-Chile también logró fondos frescos (y en dólares) con dos bonos a tasas históricamente bajas. Uno con vencimiento en 2032 por u$s750 millones pagando 1,96%, y otro también al 2061 por u$s1.500 millones al 3,116%. También emitió deuda en euros: 400 millones de euros al 2031 y 1.250 millones al 2051 pagando menos del 2%.
-Otro fue Panamá que emitió un bono con vencimiento en 2032 por u$s1.250 millones y reabrió la emisión de deuda con vencimiento en 2060 por u$s1.000 millones. Convalidó tasas del 2,25% y 3,28%, respectivamente.
-Paraguay fue otro que se sumó al pelotón. Captó u$s826 millones obteniendo la tasa de interés más baja en toda su historia en este tipo de operaciones. La transacción se dividió la adquisición de nueva deuda por un valor de u$s487 millones para financiar el presupuesto; y una recompra del bono soberano 2023 de u$s339 millones. En su conjunto, la operación recibió una demanda superior a los u$s5.000 millones lo que implica una sobresuscripción de más de 6 veces lo ofertado.
El caso de Argentina es paradigmático. En 2020, Martín Guzmán lanzó un canje de deuda muy poco atractivo para los inversores. Esa oferta fue modificada varias veces hasta que en septiembre (casi 9 meses después) hubo fumata blanca con los grandes fondos de Wall Street. El desgaste que generó esa operación hizo que al momento de que los acreedores recibieron los nuevos títulos, salieron a venderlos a mansalva.
De ahí que la tasa de los bonos, que en el "grey market" (o sea el mercado informal donde cotizaron antes de que sean emitidos los títulos) oscilaba el 11%. Pero después fue todo pérdida. Desde que comenzaran a operar en los mercados secundarios en la primera quincena de septiembre del 2020, el declive fue de entre 27% y 30%. Hay precios de default a pesar del canje y la expectativa sigue siendo pesimista.
Raspando la olla (versión 2021)
Así, y con rendimientos de los bonos del 20%, la Argentina tiene vedado el financiamiento en los mercados. La única fuente de fondeo existente es la emisión monetaria y el mercado local, atrapado con el mega cepo. Léase, los inversores institucionales compran deuda que emite Guzmán porque no tienen otra alternativa.
Al tener prohibido el acceso al mercado cambiario, los grandes inversores (bancos y empresas) tienen que colocar sus pesos en instrumentos que rindan algo. Ahí aparecieron las emisiones atadas al tipo de cambio oficial (dollar linked) y las que ajustan por la inflación (CER). Estas últimas son las más requeridas. De hecho en la última emisión de Hacienda la mitad del monto a buscar fue para los bonos CER.
Pero, se sabe, el mercado local es muy chico para financiar el abultado déficit fiscal. Más aún para financiar la inversión (necesaria en medio de la crisis). Pero eso no sería lo peor: si el Gobierno quiere eventualmente volver a los mercados para financiarse y crecer (algo que no lo hará ahora pero en algún momento necesitará) tendrá que bajar el costo de financiamiento.
Que los bonos rindan como un país en default hace inviable ver la luz al final del túnel. Un rápido acuerdo con el FMI podría haber ayudado un poco en dar certidumbre (muy poco en realidad) pero incluso en eso el Gobierno se plantó en no apurarse y (quizás) estirar la diacusión hasta después de las elecciones.
Quizás, cuando el Gobierno tome nota y busque generar confianza para bajar el riesgo país (que está a 500 puntos que antes de cerrar el canje, o sea la mejora fue mínima), sea demasiado tarde y el dinero "barato" en el mundo ya no esté disponible. Otro tren que el país deja pasar. Y van...