Dura advertencia de los banqueros internacionales a Martín Guzmán en medio de la pulseada con el FMI
Mientras que el Gobierno dialoga con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para alcanzar un nuevo programa que le dé algo más de certidumbre a la economía argentina, la gran discusión acerca del nivel del gasto público sigue en el centro de la escena.
No sólo es la clave de la negociación con el organismo de crédito que pide un sendero algo más "ambicioso" por parte del oficialismo, sino que están apareciendo "sugerencias" de actores con mucho poder en Washington y Wall Street.
Mientras que en el mercado especulan (o más bien desean) con que Martín Guzmán podría reducir aún más el déficit fiscal de 4,5% planteado para este año en el Presupuesto como gesto ante el Fondo y el mercado, algunos pesos pesados ya le pusieron número a la poda necesaria para controlar la inflación y la emisión de pesos (que financia el hueco fiscal).
Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), un organismo que engloba a los principales bancos y fondos de inversión del mundo, la Argentina debería reducir el rojo fiscal desde el 6,5% del año pasado al 3% o 3,5% del PBI este 2021.
O sea, hasta 1 punto y medio menos que el 4,5% prometido por Guzmán en el Presupuesto. En términos de plata, sería podar casi u$s5.000 millones en gasto o lo que es lo mismo unos $455.000 millones este año. Algo que, pareciera, el Gobierno claramente no está dispuesto a hacer ni siquiera para recibir fondo frescos del FMI.
Números incompatibles con una inflación a la baja
"Nuestro modelo sugiere que se necesita un ajuste fiscal adicional para reducir la inflación. Los déficits primarios del 3-3,5% del PBI alivian la presión sobre la emisión y ayudan a que caiga la inflación", dice el IIF -una asociación con más de 450 miembros de más de 70 países- en un paper publicado en las últimas horas.
El organismo afirma que un déficit del 4,5% del PBI junto con la emisión de deuda en el mercado local por 2,5% del PBI y una mayor velocidad del dinero (es decir, una demanda de dinero más débil) podría elevar la inflación al 60%.
"La reestructuración de la deuda el año pasado le dio tiempo a Argentina para desarrollar un marco de política sostenible, pero el progreso ha sido limitado, en parte debido a la pandemia. El problema central son los grandes déficits fiscales que el país no puede financiar sin desestabilizar la economía. Dado el débil historial de Argentina en este frente, una estabilización exitosa probablemente requiera un programa del FMI con ajuste fiscal y objetivos formales para reducir progresivamente la monetización", advierte el IIF.
El think tank del mundo financiero recuerda que el déficit fiscal de Argentina se disparó el año pasado en medio de la cuarentena. "Vimos lo mismo en otras partes de los mercados emergentes, pero el aumento en Argentina en el gasto y la emisión de dinero estaban fuera de lo común", afirman.
A bajarle el ritmo a la maquinita
El gasto primario real aumentó un 27%, en comparación con un promedio de sólo un 8% en otros países emergentes. "En ausencia de acceso al mercado, el Banco Central financió la mayor parte del déficit. La inflación no aumentó debido a la esterilización y la baja velocidad del dinero bajo la cuarentena, pero el mercado de divisas sufrió mucho. El exceso de pesos bajo estrictos controles de capitales se tradujo en un amplio aumento del precio en el mercado paralelo no vista desde la década de 1980", recuerda.
"El déficit primario propuesto por el Gobierno del 4,5% del PIB implica un grado de monetización del déficit que probablemente elevará sustancialmente la inflación a medida que la velocidad del dinero vuelve a la normalidad. Los déficits primarios más pequeños implicarían menos emisión de dinero y podrían ser compatibles con la caída de la inflación y un mercado de divisas más funcional", repite el consorcio de bancos más grande del planeta.
Y sugiere que si bien eliminar la monetización del déficit por completo parece imposible incluso si el FMI pone dinero fresco sobre la mesa, es necesaria una configuración fiscal-monetaria "coherente" para mejorar las perspectivas. "Si no vemos una consolidación fiscal sustancial, el crecimiento de la cantidad de dinero seguirá siendo desestabilizador", dispara el IIF.