Soja en u$s510 por tonelada: por qué llegó a su máximo desde 2014
Tras la caída en la jornada previa, la soja rebotaba este martes en el mercado de Chicago y cotizaba cerca de los u$s510 por tonelada, alcanzando un nuevo máximo desde mediados de 2014.
La oleaginosa sumaba un 0,8% y tocaba los u$s508,89 por tonelada, un nuevo récord en más de seis años y medio.
En la misma dirección, el maíz ganaba un 0,8% hasta los u$s195,07 la tonelada, mientras que el trigo subía un 2,6% hasta los u$s239,84 por tonelada.
Este martes, el Ministerio de Agricultura de China elevó sus pronósticos sobre las importaciones de maíz de la temporada 2020/2021, en medio de un alza de los precios domésticos y de una robusta demanda generada por la recuperación de la industria de producción de cerdos.
Se espera que China importe 10 millones de toneladas de maíz en 2020/2021, dijo el ministerio, al elevar su proyección del mes pasado desde 7 millones de toneladas, ya que "la diferencias de precios del grano doméstico e internacional" se están ampliando.
Los precios domésticos del maíz alcanzaron récords máximos esta semana.
China recortó sus estimaciones de producción de maíz en 2020/2021 a 260,67 millones de toneladas, desde la proyección de diciembre de 264,71 millones de toneladas.
Se espera que China importe 98,1 millones de toneladas de soja en la campaña 2020/21, por encima de las previsiones anteriores de 95,1 millones de toneladas, en medio de una creciente demanda para producir harina de soja destinada a la alimentación de animales de granja.
Los que suscriben la teoría de que Dios es argentino tuvieron en las últimas horas nuevos motivos para confirmar sus creencias: en medio de una temporada de sequía, por fin llegaron las lluvias, y lo hicieron de forma pareja en toda la zona productiva agrícola, poniendo en duda los pronósticos negativos sobre un recorte en la producción para esta campaña.
Las lluvias no solamente se dieron en el núcleo sojeros (Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe y norte de Buenos Aires) sino también en el norte, que venía afectado por la falta de agua y donde había más dudas sobre un recorte en la siembra.
Para mejorar el cuadro, la lluvia en Argentina se da en simultáneo con la continuidad de sequía en otras regiones del mundo, lo que implica que seguirá habiendo problemas en la oferta global y, por ende, el precio continuará con su empuje al alza. Ya bien despegado del límite simbólico de los u$s500 millones por tonelada, los expertos del sector esperan ahora que el grano se ubique en la zona de u$s507.
"Las condiciones del tiempo volvieron a inestabilizarse, esta vez de la mano del avance de un sistema frontal, el cual se prevé tenga un recorrido completo hacia el norte del país con lluvia generalizadas a su paso", informó la Bolsa de Comercio de Rosario. Esa frase, que en pleno enero puede provocar la irritación de los turistas, sonó como música a los oídos de los productores y, sobre todo, de funcionarios del área agrícola, preocupados por saber cuántas divisas aportará el campo en un año crucial.
De hecho, en los últimos días, la probabilidad de una sequía severa había hecho que los expertos pusieran en revisión sus pronósticos de producción para este año, sobre todo por la afectación que podrían sentir regiones como el NEA y el centro y norte de la Mesopotamia, que a esta hora están recibiendo lluvias en un momento crucial para los cultivos de maíz y de soja.
Un entorno global que ayuda
Como contrapartida, en Estados Unidos las autoridades alertaron por la falta de lluvias, lo cual las llevó a una revisión a la baja en términos de producción. Dado que tiene un compromiso de un alto nivel de exportación al mercado chino, los expertos especulan con la posibilidad de que Estados Unidos pueda quedarse sin stock para abastecer su propio mercado interno.
Ante lo cual, la posibilidad de que se demande producción argentina para el país de norte adquiere mayor probabilidad. En un momento en el que la caja del Banco Central se transformó nuevamente en el principal indicador económico a monitorear, el hecho de que aumente la probabilidad de ingreso de dólares es una de las noticias más relevantes.
A esta situación se le agrega un dato de exportación brasileña menor al esperado. Y, cómo no, también las noticias de conflictos sectoriales que llegan desde Argentina -tanto las huelgas portuarias de fin de año como la renovada vocación intervencionista del Gobierno para trabar exportaciones- hacen que en el mercado de Chicago la tendencia siga con precios al alza.
"No hay nada en los gráficos que les indique a los fondos que se retiren de su apuesta alcista en este momento, y no se espera que esto cambie hasta que al menos el mercado observe los números del USDA el próximo martes. Y es posible que aun ni con ese informe cambien radicalmente las circunstancias, ya que las expectativas señalan una mayor demanda tanto de maíz como de soja conforme a una menor oferta en USA", afirmó en su último informe Celina Mesquida, experta de la firma RJ O’Brien.
La apuesta a la soja salvadora
Lo cierto es que en la planificación financiera de 2021 ya se cuenta con el aporte de la exportación agrícola como uno de los motores de la recuperación. Un informe de la Fundación Mediterránea indica que, salvo que se dieran eventos climáticos sumamente desfavorables, el país podrá completar la superficie prevista, y vender a precios que no se veían desde 2014.
En un escenario promedio, esto implicaría que el campo aportaría u$s31.100 millones, una mejora de u$s4.600 respecto del 2020. Y en el mejor de los casos, esos números podrían estirarse hasta u$s6.500 millones.
Pero hay cifras incluso más optimistas. Como las de la Bolsa de Comercio de Rosario, que calcula que con el empuje que están experimentando los precios a nivel internacional, la exportación argentina podría llegar a u$s34.896 millones, lo que implicaría más de un 30% de incremento sobre las divisas que dejó el campo en 2020.
En términos de volumen, el informe del a Bolsa rosarina prevé que los rubros líderes sean la harina y pellets de soja, seguidas por el aceite de soja y finalmente el poroto de soja. En total, el complejo sojero aportaría u$s21.825 millones.
En cuando a la cadena de maíz, hoy en el candelero por la polémica restricción de exportaciones que impuso el Gobierno, es estima que podría aportar ingresos por u$s8.704 millones, mientras que el trigo ocuparía el tercer lugar con ventas por u$s3.255 millones.
Claro que todas estas proyecciones están realizadas tomando como base los valores de mercado actuales, pero hay quienes argumentan que están dados los factores como para una mejora en los precios: por el lado puramente agrícola, la cuestión climática y el incremento de la demanda china. Y por el lado financiero, la perspectiva de debilitamiento del dólar, que hace que los inversores tiendan a refugiarse en otros activos, lo cual pone mayor presión al precio de los commodities.
¿Un nuevo "viento de popa" cuando faltan dólares?
A primera vista, Argentina debería festejar la situación internacional que lo pone otra vez ante la perspectiva de un año con "viento de popa". Sobre todo porque esas divisas extras coinciden con la necesidad de un Banco Central con la caja exhausta.
La compra de dólares que pudo realizar en la tregua findeañera de diciembre -cuando el mercado se desprende de divisas por mayor necesidad de pesos- le permitió recomponer u$s758 millones. Un festejo que podría ser efímero en la medida en que los dólares paralelos recuperen empuje en las próximas semanas y si se toma en cuenta que las reservas de u$s39.400 millones dejan apenas un nivel neto de u$s1.500 millones para enfrentar una eventual corrida.
Por otra parte, según una estimación del economista Esteban Domecq, aunque la cuenta corriente -es decir, la diferencia entre los dólares que entran y los que salen- sigue dando un resultado positivo por u$s3.100 millones, el número se torna negativo cuando se considera la cuenta financiera: por pagos al exterior, en 2020 salieron u$s5.100 millones, a lo que se debe sumar la "fuga" de ahorristas por u$s3.040 millones.
Y el gremio de los economistas no cree que las perspectivas luzcan más prometedoras para este año. Por lo pronto, nadie cree que exista margen como para liberar el cepo cambiario sin que se corra el riesgo de una devaluación violenta.
El Gobierno se fijó un objetivo de que la balanza comercial deje un superávit de u$s10.000 millones, una meta ambiciosa, dado la forma en que están creciendo las importaciones, y que únicamente luce alcanzable en la medida en que continúen las restricciones que ya insinuó el Banco Central para la compra de bienes "suntuarios".
Pero aun con el aporte del campo, hay que hacer frente a pagos financieros -unos u$s10.000 millones, si se incluyen vencimientos con el FMI que probablemente sean pospuestos-, a lo que se debe agregar importaciones por al menos u$s48.000 millones -según el consenso REM del mercado-, más obligaciones financieras de empresas privadas. Y, claro, la formación de activos externos -la clásica "fuga" de capitales- que suele intensificarse en años electorales y difícilmente baje el nivel de u$s3.000 millones registrado en 2020.
El clima ayuda, la política no
Sin embargo, en ese clima de optimismo por factores que se alinean a favor del campo, aparece el contraste de la tensión política. El Gobierno se ve enfrentado a una disyuntiva: si favorece la exportación, maximizará el ingreso de dólares en un momento en el que escasean -y cuando más le interesa mantener la estabilidad cambiaria- pero por otro lado siente una vocación intervencionista.
Los funcionarios liderados por el ministro Luis Basterra están convencidos de que una suba importante de los precios a nivel internacional puede repercutir negativamente sobre los precios internos y que, además, hay una reticencia de los productores a vender su mercadería por una cuestión especulativa sobre el tipo de cambio.
Sobre el primer punto hay debate -dado que el principal componente del precio está compuesto por los impuestos-; sobre el segundo no tanto, porque los propios productores admiten que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar paralelo funciona como un desincentivo a la venta.
En todo caso, la "solución" encontrada por el Gobierno no parece poner contento a nadie. La estrategia de prohibir primero toda la exportación de maíz, para luego dar un permiso discrecional en volúmenes de a 30.000 toneladas por día no disipa el enojo de los productores ni tampoco plantea una estímulo para que la oferta de maíz fluya con mayor agilidad.
"El problema acá no es sólo el tonelaje, sino la idiosincrasia intervencionista, esto es lo que pensamos que no funciona y no hace bien al mercado. No la aceptamos porque la historia muestra que nos lleva a un sistema de corrupción", afirmó Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas.
Otra vez, la paradoja argentina: ante la insinuación de que puede darse otro año con "viento de popa" que provea las divisas que el país necesita con desesperación, se interpone la pelea política. Un "deva vu" del 2008, pero con el agravante de que hoy el país ya no tiene aquellos "colchones" fiscales ni cambiario y sufre un nivel de pobreza del 40%.