El dólar, una gran olla a presión: cuál es el gran riesgo que advierte Gabriel Torres, de Moody's
El analista principal para el Gobierno de Argentina de Moody’s Investors Service, Gabriel Torres, explicó a iProfesional las razones de la mala calificación del país, aún luego de la reestructuración de deuda, que considera que sólo postergó vencimientos.
Además, analizó el efecto del cepo, explicó por qué duda que Argentina pueda volver a financiarse en el mercado y compartió su pronóstico económico para este año. "Nuestra expectativa es que en Argentina la pandemia tenga un peor impacto que en los países vecinos. Esperamos que la economía caiga 12% este año, mientras que en Brasil es aproximadamente el 6% y en Chile, un poquito más de 7%", anticipó.
-Hoy, dentro de la escala de Moody’s, Argentina tiene la penúltima calificación. ¿A qué se debe?
-Antes de la reestructuración, una calificación muy baja era fácil de explicar porque estábamos diciendo que iba hacia un default. Para nosotros hubo un default, con una reestructuración y una pérdida. Pero, en general, una vez que se termina la reestructuración, solemos subir la calificación, aunque sea unos escalones, porque supuestamente el país que acaba de reestructurar tiene una nueva estructura de pagos que le debería hacer más fácil pagar.
-¿Eso no pasó en el caso de Argentina?
-Nosotros vemos que Argentina termina con mucha deuda. El Gobierno no resolvió el problema de la deuda sino que lo pateó hacia adelante y, si bien este año y por los próximos dos no tiene muchos pagos en dólares por esta reestructuración, va a requerir sí o sí acceso al mercado para poder pagar en unos años. No vemos que el mercado le vaya a prestar, en la medida en que no hay confianza en el rumbo que toma Argentina con sus políticas.
-¿Qué debería hacer Argentina para lograr esa confianza?
-Nosotros no damos consejos sobre qué hacer. Pero lo que estamos diciendo es que las señales que ha dado hasta ahora el Gobierno en lo fiscal y lo económico son tales que el mercado no cree que llegue a buen puerto. Hay toda una serie de factores que están interrelacionados. Por ejemplo, la brecha entre el dólar paralelo y el oficial; la caída de las reservas, que conlleva riesgo alto de otra crisis externa dentro de poco; y que no queda claro que el Gobierno le dé prioridad a tener cuentas fiscales ordenadas de acuerdo a su capacidad de pago. Eso va a requerir, en algún momento, algún tipo de señal del Gobierno. La forma tradicional de eso sería con algún tipo de plan multianual, donde el Gobierno diga a cuánto va a bajar el déficit en cuántos años para dejar de depender del financiamiento del Banco Central. Eso tal vez aparezca con el acuerdo con el FMI, que lleve a que el Gobierno muestre cuáles son sus metas. Por ahora, la única meta que hemos visto es para el año que viene pero no algo que vaya más allá.
-¿Qué esperan de la renegociación del FMI?
-Argentina reestructuró unos u$s107.000 millones en el principal pero la cantidad de deuda quedó igual porque solamente extendió plazos y bajó intereses. Ahora tiene unos u$s44.000 millones que tiene que reestructurar con el FMI. A diferencia del sector privado, el FMI, en general, requiere un programa. Eso va a necesitar algún tipo de meta u objetivo por parte del Gobierno ya que el FMI tiene que certificar ante su board que el país se va a encontrar en condiciones de poder cumplir cuando llegue el momento de pagar. Ahí es donde podríamos llegar a ver una señal más clara de hacia dónde apunta a ir el Gobierno.
-¿Qué perspectiva crediticia tiene hoy Argentina?
-Es estable pero eso no es una buena señal, dada la calificación tan baja. Estamos diciendo que la probabilidad de una nueva reestructuración en los próximos años es muy alta. Para que fuera negativa, tendríamos que pensar, entre otras cosas, que puede haber una pérdida mayor a la que hubo esta vez. Por ahora, no lo vemos. Para que mejore la calificación, la clave es que nosotros tenemos que pensar que Argentina podrá pagar su deuda reestructurada cuando llegue el momento.
-Las medidas que se anunciaron para impulsar exportaciones, ¿pueden generar los dólares que Argentina necesita para pagar?
-No. Ni Argentina ni ningún país pagan su deuda en base a exportaciones sino con acceso a los mercados. Ningún país del mundo paga su deuda en efectivo. Todos la pagan con más deuda. Por eso es fundamental tener acceso a los mercados. Es la misma razón por la que países con mucha deuda, que logran pedir prestado a tasas muy bajas, pueden mantenerlo por décadas sin ningún problema. Nosotros no vemos que Argentina vaya a pagar su deuda por exportaciones, no pasa por ahí. El país podrá pagar su deuda si hay confianza del mercado para prestarle. Ahora bien, hay una relación entre una y otra porque, si a la economía argentina le va bien y aumentan las exportaciones, el mercado va a estar más dispuesto a prestar.
-¿Los controles de cambios afectan la calificación y las perspectivas?
-El control en cambios en sí, no afecta las perspectivas. Hemos visto países que implementaron algún control de cambios o de capitales en medio de una emergencia porque no les quedaba otra. Eso puede suceder. En Argentina estamos viendo que hay un control de cambios muy rígido, que ya lleva más de un año y se ha ido ampliando sin ninguna señal de que vaya a cambiar ni a desaparecer. Además, en el caso de Argentina, hemos visto que nunca funcionan. Jamás. Siempre, tarde o temprano, termina colapsando. Yo creo que un control de cambios, si se usa para calmar las aguas en un momento dado y aprovechar esa oportunidad para tomar decisiones sobre el cambio de políticas que consideran necesario, puede ser muy útil. Pero si no es ese el caso, lo único que estás haciendo es tener una olla a presión. Cuanto más tiempo la tenés, el día que estalla, estalla todo.
-¿Cuál es esa olla a presión en Argentina?
-La distancia que hay entre el dólar oficial y el paralelo, que da una idea de lo que el mercado está dispuesto a pagar. Si mañana lo liberaran, quizá cayera el paralelo un poco pero la cuestión es que en este momento el dólar oficial está reprimido porque si el mercado saliera a comprar y vender, todo indica que lo haría a un precio más alto. Y Argentina no tiene las reservas para mantener ese dólar oficial por mucho tiempo. Ahí entramos en lo que dice la historia, que es que termina mal, con una devaluación brusca y grande.
-¿Las reservas bajas potencian la desconfianza?
-En la medida en que ese número se percibe cada vez más bajo, quienes tienen su dinero en el mercado, por ejemplo, sus depósitos, empiezan a asustarse. Comienzan a pensar en futuras limitaciones y entonces, se llevan los dólares, como hemos visto. La gente reacciona, se anticipa y acelera el proceso. Actúa a partir de lo que cree que va a suceder y, además, hay historia de corralito en Argentina. Todo esto que hemos hablado tiene que ver con un problema que señalamos hace tiempo: Argentina no tiene mercado de deuda propio, no puede pedir prestado en pesos la cantidad suficiente a largo plazo que necesita. No puede hacerlo porque la población argentina, en general, no confía en el sistema financiero en pesos. No confía por la inflación, por los corralitos... no ponen su dinero.
-El Tesoro estuvo haciendo colocaciones locales en pesos, ¿aún así no alcanza?
-No, porque es poco y de corto plazo. Supongamos que Argentina tiene un déficit total de 4 puntos del PBI y, en general cuando un país tiene deuda cercana al 100%, hay otros 7 u 8 puntos del PBI que hay que pedir prestado para pagar la deuda cada año. Entonces, cada año hay que conseguir entre 10 y 12 puntos del PBI. Argentina no puede pedir eso prestado en pesos todos los años. Además, a ningún país le conviene tener toda la deuda a corto plazo. Idealmente hay una curva que se va ajustando de acuerdo a lo necesario. Eso requiere que la gente pueda ahorrar en pesos y que confíe en que van a mantener su valor y no se los van a quitar. Igualmente, creo que lo que está haciendo el Gobierno está bien, es un paso importante. Pero esto va a tardar décadas en cambiar. El problema es de fondo, de falta de confianza.