Sugestivo mensaje del Gobierno da la pauta sobre el bajo nivel de aceptación al canje de la deuda
Fue un silencio más que elocuente. El Gobierno prefirió no dar cifras sobre el nivel de adhesión de los acreedores a la oferta para el canje de la deuda. Mientras en el mercado se habla de "papelón" y de niveles que no llegan al 20%, los funcionarios desistieron de hacer comunicaciones oficiales. No hubo conferencias de prensa ni comunicados, y todo se limitó a un mensaje en Twitter por parte de Alberto Fernández.
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Junto a una foto donde se ve al Presidente trabajando con su ministro de Economía, Martín Guzmán, el mensaje dice "Esta mañana repasamos con @Martin_M_Guzman el avance de la reestructuración de la deuda. Continuamos diálogando de buena fe con los acreedores con el objetivo de alcanzar un acuerdo sostenible".
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"La posibilidad de extender la oferta continúa vigente hasta el lunes 11 de mayo. Cuando este plazo venza definiremos los pasos a seguir. Como siempre nuestro objetivo es asumir compromisos que podamos cumplir", agrega el mandatario, en un mensaje acompañado por los hashtags #DeudaSostenible y #FuturoSostenible
Antes, en declaraciones a un programa radial, había enfatizado en que "nadie quiere caer en default; tanto, que hacemos una oferta para no caer". Y, al referirse a las condiciones de la propuesta argentina, repitió una de sus frases preferidas de las últimas semanas: "Los acreedores no pierden, solamente ganan menos".
Luego, el propio Guzmán escribió en su cuenta de Twitter un mensaje que pareció una declaración de principios en el sentido de que el país no puede hacer concesiones en su postura sin poner en riesgo el crecimiento económico: "Un futuro con oportunidades para todas y todos requiere de una deuda sostenible".
"Agradecemos a los acreedores que apoyaron nuestra propuesta. Hasta este lunes hay tiempo para extenderla. Continúa el diálogo en pos de un acuerdo que Argentina y sus acreedores puedan sostener", agregó Guzmán, en un intento de reflejar optimismo sobre la posibilidad de un acuerdo en el corto plazo.
Lo cierto es que la sensación que quedó en el mercado tras el cierre formal del plazo, ocurrido el viernes a las 17 horas de Nueva York, es que Argentina quedó más cerca del default que de un acuerdo para reestructurar su cronograma de pagos de bonos por u$s66.000 millones.
Necesita dos tercios de voluntades de los bonistas para que se pueda aplicar la cláusula de acción colectiva -es decir, para que los que mantienen las postura más duras queden legalmente obligados a aceptar el canje- y todo hace suponer que se está muy lejos de ese objetivo.
La dura oferta consistente en un período de gracia hasta el 2023 sin pagos de capital ni intereses y luego un cronograma con nuevos bonos que implican un recorte promedio de intereses de un 62% -con tasas que irán subiendo gradualmente a razón de 0,5% anual y que promediarán 2,33%- fue considerado inaceptable por los tres grupos de acreedores.
Y aunque se habló sobre la posibilidad de que el Gobierno pueda flexibilizar su postura en el diálogo con el comité más "blando", todas las mejoras sobre las que circularon versiones y papers refieren a mejoras marginales, como el pago de los intereses corridos desde el último pago de cupón, o tal vez el abono de un pequeño "endulzante" en efectivo al inicio del proceso.
La estrategia negociadora de Guzmán había implicado un intento de dividir a los acreedores, aislando a los "malos" como el fondo BlackRock y buscando el acuerdo con los demás. Es por eso que el ministro dejó filtrar un documento secreto, en el que se revelaba la contraoferta del fondo estadounidense, que según la visión oficial se aleja de los principios del "sentido común".
BlackRock había hecho una propuesta realmente dura: prácticamente mantenía incambiados los términos del actual cronograma, salvo por el hecho de un alivio parcial de intereses en tres años, que luego debería ser compensado.
Lo que se interpretó en el mercado es que Guzmán pretendía exponer la falta de voluntad de BlackRock para un acuerdo y que quería aislarlo del resto de los bonistas, de manera que los demás asumieran una postura más flexible.
Pero claro, BlackRock tiene en su poder hasta 25 por ciento de algunas series de bonos argentinos, y eso lo pone en la posición de bloquear un acuerdo si el gobierno lo quisiera dejar afuera.
El Gobierno complementó su estrategia con una campaña propagandística internacional, que contó con el apoyo de varios "economistas estrella". Joseph Stiglitz -el mentor de Guzmán- firmó junto a otras celebridades, como Thomas Piketty, Jeffrey Sachs, Kenneth Rogoff y el premio Nobel Edmund Phelps, una carta dirigida a la élite financiera mundial. Allí se sostenía que era necesaria una reestructuración de la deuda argentina, y que el gobierno de Alberto Fernández había hecho una propuesta responsable que debería ser aceptada.
Pero los resultados están a la vista. Y el hecho de que el Gobierno no haya informado los resultados parece elocuente. Ahora, se estira hasta el lunes el plazo, en la esperanza de que las conversaciones contra reloj logren resultados que dejen la propuesta nacional mejor posicionada.
"Tengo noticias de que puede haber contraofertas en los próximos días, la negociación sigue", dijo el Presidente. La especulación del mercado es que, aunque el plazo del canje haya vencido y esté la obligación de informarle a la Securities and Exchange Comission -la SEC, organismo regulador de la bolsa neoyorquina-, en los hechos hay margen de negociación hasta el 22 de mayo. Ese día, el país debe hacer frente a un nuevo vencimiento por u$s500 millones. De manera que recién ese día podría ser considerado formalmente en default, si es que decide no pagar.
Argentina pagó deuda al FMI
Mientras tanto, el Gobierno pagó un vencimiento por u$s320 millones correspondientes a intereses del programa de préstamos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La operación fue confirmada este viernes por un vocero del Banco Central y los próximos vencimientos del programa serán en agosto y noviembre.
El cumplimiento de intereses con el FMI se produce en momentos que el país retrasó pagos similares de la deuda privada en dólares e intenta llegar a un acuerdo con los acreedores.
La Argentina busca también acordar un nuevo programa con el FMI, para alargar vencimientos de pagos de intereses de la deuda que mantiene con el organismo.
La Argentina y el FMI esperan que concluya las negociaciones con el sector privado para luego avanzar en la revisión del actual acuerdo, por una deuda de u$s44.000 millones de dólares.
Previamente el país deberá someterse a una nueva revisión de las cuentas públicas por parte del FMI, en el marco del artículo cuarto del estatuto del organismo, que deben cumplir los países miembros.
El vocero del FMI, Gerry Rice, señaló que el organismo "tiene la esperanza de un acuerdo con una alta participación de los acreedores" que restablezca la sostenibilidad de la deuda y que el Fondo está "listo para ayudar a la Argentina".
El Fondo se había mostrado confiado en que la Argentina logre un acuerdo por la deuda "con alta participación de acreedores", aunque aclaró que "no participa directamente" de las negociaciones.
"Las autoridades argentinas se encuentran con negociaciones activas, para reestructurar su deuda soberana. Confiamos en un acuerdo con una alta participación de los acreedores, para que la Argentina pueda restituir la sostenibilidad de alta probabilidad de la deuda", enfatizó el vocero del Fondo Monetario.
Destacó que el Fondo está "listo para ayudar a la Argentina, especialmente en estos tiempos difíciles en el que el gobierno argentino busca responder a los efectos en la salud y económicos del coronavirus y desarrollar un plan económico que restaure un crecimiento sostenible e inclusivo en el mediano plazo".