Inversores pierden la paciencia con el secretismo de Alberto y reclaman urgentes definiciones
La falta de definiciones, los rumores acerca de candidaturas caídas, nuevos postulantes, y ofertas para la deuda excesivamente generosas, marcaron una semana de desconcierto para los inversores. A pocos días de que Alberto Fernández asuma el poder en la Argentina, los bonistas que tienen títulos de la deuda están a oscuras.
¿Quién es un interlocutor válido en lo económico? ¿Qué propuesta de reestructuración habrá? ¿Cuál es el sendero fiscal que imagina el kirchnerismo? Estas y otras preguntas no encuentran respuestas y, para peor, aparecen hechos que confunden en vez de esclarecer.
Quienes tienen bonos del país, que seguramente irán a ser reperfilados, se preguntan por estas horas si Alberto Fernández esconde una estrategia de shock para jugar en las expectativas y sorprender con los anuncios o si es un gran improvisado.
"Si hace unos días teníamos claro que Guillermo Nielsen se iba a encargar de la deuda y quizás del Ministerio de Hacienda, hoy no es tan así. No sólo parece que tal vez no tenga esa cartera a cargo, sino que además está en duda que su idea para arreglar con los bonistas sea la que tomará Fernández. Aparecen voceros, asesores, gente que dice tener contacto con Alberto. Es muy confuso todo", relataba una fuente desde Nueva York que suele conversar con los referentes económicos del albertismo.
A la falta de definiciones y el secretismo que suele irradiar el presidente electo, se sumaron nuevos "jugadores" que hacen más difícil descifrar la clave albertista. La irrupción de Martín Guzmán, el economista cercano al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, generó un revuelo en el mercado.
Guzmán, a diferencia de Nielsen, es un desconocido para los inversores y tenedores de la deuda argentina. Su nexo con el kirchnerismo es su amistad con Matías Kulfas, un hombre que no comulga demasiado con la ortodoxia de Nielsen.
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También, se suma el hecho de que Stiglitz fue uno de los pocos economistas reconocidos que avaló el modelo kirchnerista. En Manhattan coinciden en que el premio Nobel "dejó de hacer economía hace rato y se dedica a la política".
O, en modo menos peyorativo, a ser un conferencista a sueldo: se dice que en sus charlas dadas en Buenos Aires, como por ejemplo la de 2012 cuando estuvo en Casa Rosada con Cristina a su lado, cobró no menos de u$s30.000. Como referencia, los economistas privados que suelen ser invitados a dar conferencias en bancos de Wall Street tienen un cachet de u$s3.000.
Sea como fuere, la propuesta de Guzmán - que consiste en una quita del 20% del capital y dos años de gracia (sin poda en los intereses) - fue "ninguneada" por el mismo Nielsen.
Vía su cuenta de Twitter negó que esa idea tenga su aval o de su equipo de trabajo. El problema es que esa propuesta sí fue elevada por Kulfas a Alberto. La interna en el mismo corazón de los "referentes" económicos del Frente de Todos generó mucha confusión en Wall Street.
Críticas de banqueros
Tan es así que el Citi, la entidad que busca acelerar un acuerdo entre los bonistas y la Argentina y que invitó a Alberto a Nueva York, salió a enterrar la propuesta Guzmán. ¿Lo hizo porque era demasiado dura con los acreedores? Más bien, todo lo contrario.
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En un informe, sostuvo que la quita del 20% de la deuda sin extensión de vencimiento y período de gracia de dos años para los cupones "es muy generosa" pero probablemente no sostenible. "Creemos que esta propuesta será insuficiente para mejorar ratio deuda/PIB de Argentina y se necesita quita mayor", señala el Citi.
También hay inquietud en la plaza local. Consultatio, la empresa del gurú Eduardo Costantini, afirmó que el hecho de que las versiones periodísticas sobre los términos de la restructuración no hayan sido confirmadas por fuentes oficiales es un indicador para tomar en cuenta: "El Gobierno elige jugar al misterio y, en principio, da alguna señal de que va a prescindir del FMI para llevar a cabo lo que –al menos en el corto plazo– es su tarea mas compleja: restructurar la deuda".
Al mismo tiempo avanzan, tal como había anticipado iProfesional, los contactos de Adrián Cosentino y Germán Plessen (del team Nielsen) con las compañías de seguros y fondos comunes.
La idea es seguir escuchando propuestas para hacer un roll-over de los vencimientos en pesos. Sucede que a partir del 10 de diciembre y hasta mayo del 2020 tendrían que pagar el equivalente en pesos de u$s18.000 millones. Impagable, a pesar de utilizar la "maquinita".
Pero esos mismos referentes del mercado local se preguntan si tiene sentido avanzar con los emisarios de Nielsen porque tampoco se conoce si tendrán el "mandato" para llevar a cabo las propuestas.
"El problema es que no hay nadie confirmado. Uno escucha a todos, pero después no sabemos si hay que ir para adelante o esperar a que los confirmen", contó un ejecutivo que se reunió con Cosentino esta semana.
También genera suspicacias que otros "candidatos" al conducir la economía del país sigan vendiéndose con chances entre empresarios e inversores. Ellos son Martín Redrado, que a pesar de estar vetado por Cristina le presentó un plan económico a Alberto; y Emmanuel Alvarez Agis, quien junto a su consultora PxQ, también le envió un documento con una hoja de ruta al presidente electo.
De todas formas, en Buenos Aires y Wall Street saben que Fernández no puede darse el lujo de demorarse en las definiciones. La deuda, y los vencimientos que tendrá que afrontar, ameritan una rápida acción. La inacción hace que los bancos de Nueva York empiecen a pedir explícitamente a Alberto que haga algo.
Los analistas de Barclays Capital, Sebastián Vargas y Pilar Tavelli, titularon "No hay tiempo para perder" el informe exclusivo a sus clientes que enviaron hace horas.
En ese documento señalan que la administración de Fernández no enfrentará una tarea fácil cuando asuma el cargo en diciembre. "El nuevo presidente tendrá que entregar una solución rápida al problema de la deuda externa o arriesgarse a un escenario de default prolongado con costos económicos significativos", dispara Barclays.
Por lo tanto, esperan una reestructuración relativamente inmediata y sin quitas muy grandes. Pero alertan que las negociaciones con el FMI podrían resultar más prolongadas, "con el riesgo de que una demora ponga las negociaciones con acreedores externos también en espera".
Con respecto a las perspectivas macro, la entidad considera que en 2020 habrá un déficit primario similar a este año, alrededor del 0,8% del PBI, aunque vislumbra una ventana de oportunidad para un cambio en el mecanismo de indexación de pensiones, "que probablemente arrojaría un resultado fiscal más sólido".
"Nosotros esperamos una disminución inicial de la inflación, debido a controles de capitales, apreciación del tipo de cambio real y políticas de ingresos. Pero destacamos los riesgos de una ampliación entre el tipo de cambio oficial y paralelo y, finalmente, una inflación más alta si la relajación monetaria es exagerada", resalta Barclays.