Blindaje de Sandleris: por qué el Gobierno no le teme a la típica dolarización del año electoral
El funcionario lo admite de entrada: "No veo la hora de que termine el año". No hace falta entrar en detalles para entender las razones de ese deseo, expresado a viva voz y sin que mediara ninguna pregunta.
Una de las figuras clave del equipo económico admite que nunca imaginó este 2018, por momentos dramático. Y que el 2019 "plantea enormes desafíos en el campo de la economía, las finanzas pero también en política".
Los funcionarios se preparan para el año de las urnas. Saben que todo lo que se haga será clave para las aspiraciones reeleccionistas de Macri. Y que cualquier movimiento en falso podría terminar con esas chances.
En este marco, se abren cantidad de interrogantes: ¿cómo "la ven" para adelante quienes manejan los hilos de la economía, más allá de las previsibles declaraciones públicas?
¿Esperan una fuerte salida de capitales, una dolarización de ahorristas tal que desemboque en mayores tensiones cambiarias?¿Puede sobrevenir una nueva devaluación? ¿Bajarán las tasas de interés? ¿O, por el contrario, hay ahora un buen margen para evitar otro salto del billete verde en plena campaña?
Uno de esos "gerentes" de la economía –quien ha sido clave en las negociaciones con el FMI y con las decisiones tomadas en medio de la crisis– acepta el diálogo franco con iProfesional, a condición de que se respete el anonimato.
La primera definición revela el consenso que existe en el equipo: "La Argentina está frágil y así seguirá hasta las elecciones".
- ¿Por qué frágil?
- "Las elecciones son analizadas como binarias: o gana nuestro modelo, respetuoso de las reglas y de los mercados, o vuelve el populismo. Esa es la lectura de los inversores. Significa que debemos transitar el próximo año con mucha cautela. Cualquier traspié puede ser muy costoso".
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- ¿A qué denomina traspié?
- "Al regreso de la volatilidad. Si llegase a ser alta, puede generar una ruptura del esquema actual y eso podría ser el principio del fin".
Las primeras definiciones del funcionario, clave en la toma de decisiones económicas, no deja ningún espacio para la duda: la prioridad número uno del Gobierno para 2019 será la estabilización cambiaria.
En otras palabras, mantener al dólar en calma, sin sobresaltos. Desde Macri para abajo, todo el Gobierno cree que tanto la gobernabilidad como las chances electorales crecerán en la medida en que el billetese mantenga en valores previsibles. O, lo que es lo mismo, en la zona de "no intervención".
Es que cuando la divisa estadounidense sube en la Argentina, da la sensación de una pérdida de control. Macri ya lo sufrió varias veces. En medio de la contienda electoral, un revival de esto sería letal para sus aspiraciones.
"En la previa electoral, el único activo que tendremos para mostrar será la baja de la inflación. Esto, junto con un dólar establedeben ser la columna vertebral de la campañaen el plano económico", asegura la fuente.
En el Gobierno, la idea que prevalece es clara: habrá conformismo si la inflación 2019 se encamina a la pauta del 23% -o hasta algún punto adicional- escrita en el Presupuesto.
La pregunta entonces cae de maduro: ¿Y el nivel de actividad? ¿Hay chances de una mejora que se note en los alicaídos bolsillos?
Precisamente, el diálogo deriva en los audibles reclamos para que, en lo inmediato, baje la tasa de interés, que emanan desde la Unión Industrial, los comerciantes y también del propio ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica.
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A no confundirse: la voz de Sica no representa a los sectores productivos, que protestan por el asfixiante costo financiero. Expresa la preocupación de varios integrantes del Gabinete nacional por la extensión y profundidad de la recesión.
Para el ala política será todo un acontecimiento, casi para los libros de historia, que un gobierno pueda ganar una reelección en medio de un ciclo recesivo.
Al respecto, la fuente del equipo económico se muestra, por un lado, duro al privilegiar una visión técnica de la crisis. Por otro, deja entrever una opinión que, en sus propias palabras, resulta "esperanzadora".
"Seremos inmutables a la presión política", asegura. "Hay que comprender que es preferible pagar el costo que implica un menor nivel de actividad a tener que enfrentar una nueva corrida, que sería muy difícil frenarla. Ya recurrimos al Fondo. No tenemos margen para ser flexibles", asegura.
Según el equipo económico, las tasas reales positivas son -junto con una política monetaria híper restrictiva- la mejor vacuna contra una eventual corrida. Es lo que ya se está percibiendo: sin pesos en la calle, ni las empresas ni las personas cuentan con excedente para dolarizarse.
Ahí es cuando viene la pregunta del millón: ¿Y qué pasa si, por algún motivo, los ahorristas deciden cancelar sus plazos fijos y pasarse a "moneda dura"? Según algunos miembros del gremio de economistas, como Carlos Rodríguez, sería el comienzo del fin.
En el Gobierno -y también en el Banco Central- tienen otro análisis. Y otros números.Concretamente, la evaluación que hacen es que es casi imposible que ahorristas dolaricen plazos fijos. Es decir, que el público y las empresas rescaten sus depósitos para comprar moneda estadounidense.
Según las cuentas que hacen en el BCRA, los depósitos que subsisten en el sistema pudieron pasarse a dólares durante las dos corridas cambiarias (mayo y septiembre). Si no lo hicieron, es porque se trata de dinero que el público necesita. Es decir, que no es ahorro de largo alcance.
Este dato es clave para el futuro cercano. Significa que el Banco Central desestima la chance de una nueva corrida en plena campaña electoral. Claro, mientras no se modifique la regla de la cautela monetaria.
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A lo sumo, destacan en la autoridad monetaria, la única demanda potencial de dólares proveniente de los depósitos refiere al dinero que ingresó a los bancos en el trimestre octubre-diciembre.
Durante estos casi 90 días, los plazos fijos se expandieron cerca de $160.000 millones. El equivalente a u$s4.000 millones.
En la autoridad monetaria confían en que esa masa de pesos es la única que –potencialmente– podría correr al billete verdesi vuelve la incertidumbre cambiaria. Y, de ser así, el BCRA podría hacer frente a ese ritmo dolarizador sin ningún problema.
"Tenemos un poder de fuego muy superior: de u$s9.000 millones, para el caso de que el tipo de cambio se escape del límite superior de la banda cambiaria".
Dicha banda cierra el año con un techo de $48 mientras que el dólar cotiza en torno de los $39 ($38 el mayorista).
A su vez, el Banco Central tiene también espacio para intervenir en el mercado de futuros, yasí pinchar una eventual presión especulativa.
Los años electorales fueron mucho más agresivos, a la hora de hablar de la fuga de capitales: durante 2011 (Cristina Kirchner reelecta con el 54% de los votos), la dolarización superó los u$s20.000 millones.
En 2015 sucedió algo similar. Y el año pasado se potenció, a pesar de que sólo se elegían cargos legislativos: superó los u$s22.000 millones.
¿Por qué el año que viene no podría suceder lo mismo? ¿O incluso peor, teniendo en cuenta que es muy probable que el próximo mandatario se defina entre modelos tan disímiles?
La respuesta a ese planteo hay que rastrearla en lo mencionado más arriba: la inexistencia (aparente) de pesos libres para desatar una demanda de billetes verdes que sea perturbadora, en medio de el plan "emisión cero" del Banco Central y las elevadas tasas de interés.
Una muestra de que el escenario cambiario estará tranquilo es lo ocurrido en las últimas jornadas, aseguran en el Gobierno: pese a que el índice de riesgo país saltó anivel récord en la era Macri, la pax cambiaria aguantó sin tensiones, resultado del apretón monetario.
Lo mismo, en el Gabinete nacional nadie canta victoria. Falta mucho para las elecciones. Y, tras lo ocurrido desde mayo último, a todos les quedó bien en claro que este partido se disputa día a día.