El misterio de Paulo Guedes, el economista elegido por Jair Bolsonaro para conducir la economía brasileña
Cada vez que un periodista le pregunta a Jair Bolsonaro sobre algún asunto espinoso de economía, el ahora presidente electo responde sin pestañear: “Me voy al Posto Ipiranga y le pregunto a Paulo Guedes. No tengo vergüenza en decirlo”.
Guedes fue el coordinador de su programa económico y se convertirá en un todopoderoso ministro de Hacienda que tiene un enorme reto por delante: arreglar la golpeada economía brasileña, que viene sufriendo una profunda recesión desde 2015.
La referencia al Posto Ipiranga es un chiste de Bolsonaro que parafrasea un anuncio publicitario de la compañía petrolera, en la que el cliente resuelve todo tipo de problemas sin tener que preocuparse por nada.
Bolsonaro no tiene reparos en admitir públicamente su falta de preparación en cuestiones económicas, pues lo ha hecho en los debates y en las entrevistas en las que ha participado antes del atentado que lo dejara fuera de la campaña electoral.
Su reconocida ignorancia en este tipo de cuestiones es incluso valorada por sus seguidores, que reconocen la capacidad de su líder de reconocer sus propias limitaciones.
Ahora bien, la primera pregunta es ¿quién es Paulo Guedes? Y la segunda, mucho más compleja, se refiere a si sus recetas económicas serán capaces de salvar a Brasil o llevarán al país hacia el abismo, tal y como vaticinan sus críticos.
Guedes es un economista ultraliberal, nacido en Río de Janeiro en 1949. Cuenta con un PhD de la Universidad de Chicago y de es considerado un discípulo de los “Chicago boys”, aquellos economistas capitaneados por Milton Friedman que en la segunda mitad del siglo pasado influenciaron las reformas liberales de países como Estados Unidos, Reino Unido y Chile.
En su CV figura que fue el fundador del Instituto Millenium, un “think tank” que pregona el pensamiento liberal, como así también el creador del Banco Pactual y socio de la empresa Bozano Investimentos.
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Desde el punto de vista político, es un crítico acérrimo de la gestión del Partido de los Trabajadores (PT) y aspira a privatizar todas las empresas estatales, Petrobras y Banco de Brasil incluidas.
A juzgar por la primera reacción de los mercados tras el resultado de la primera vuelta que dejó a Bolsonaro en las puertas de la presidencia, podría concluirse que la idea de tener a Guedes como ministro ha entusiasmado -o, al menos, es considerada menos nociva que la de otros posibles ministros-, dado que el índice bursátil Bovespa tuvo un fuerte impulso y el real recuperó valor frente al dólar y el resto de las divisas.
"Más Brasil, menos Brasilia"
Uno de sus slogans de batalla a lo largo de la campaña fue el ataque al que llama “Estado disfuncional”, que en su concepción es un monstruo burocrático que concentra privilegios corporativistas procedentes de un modelo centralizador heredado de la época de la dictadura militar, y que en su opinión los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff no consiguieron reformar.
“La centralización de recursos y poder acaba corrompiendo la política y estancando la economía. Es un Estado que interfiere en todo e interviene en todo, pero es mínimo en la entrega y máximo en el consumo de recursos”, sintetiza Guedes al referirse al actual status quo.
Bajo el eslogan “más Brasil, menos Brasilia”, el equipo económico de Bolsonaro promete desmontar el “Estado-máquina”, descentralizar el poder y redistribuir recursos para Estados y ayuntamientos.
En alguna ocasión, Guedes ha afirmado que el presidente electo representa el orden y que él mismo es el progreso, en alusión al lema de la bandera brasileña, que precisamente reza “Orden y Progreso”.
Este economista se ha pronunciado en los últimos meses con respecto a algunos de los temas más controvertidos de la actualidad, como la reforma de la seguridad social y los intereses de la deuda.
Con respecto a la primera, afirmó que está condenada y destruida. “Antes de que Brasil envejezca, ya ha entrado en quiebra. Tiene por lo menos cinco o seis bombas de relojería en su interior. La primera, de la que todo el mundo habla, es la bomba demográfica. La segunda mezcla la asistencia social con las jubilaciones. No vamos a dejar a ningún brasileño en una situación de necesidad", afirmó.
En cuanto a los intereses, recuerda que Brasil tiene una deuda de cuatro trillones de reales y que paga 400 billones de reales (cerca de u$s100.000 millones por año solo por este concepto.
“Esto es una especie de Plan Marshall de la postguerra, pero al revés. Brasil reconstruye una Europa por año solo en intereses, sin amortización de la deuda. Esta ha sido la arena movediza que se ha tragado las mejores intenciones”, asegura.
En cuanto a su plan de gobierno, tanto los analistas como los economistas brasileños se preguntan qué hará cuando llegue a ocupar la cartera de Hacienda.
Incertidumbre en el mercado
“En realidad no sabemos muy bien qué esperar, porque cuando se mira el programa de Bolsonaro, vemos que es muy vacío en lo que a la economía se refiere. Hay solo algunas declaraciones de principios. Esta incertidumbre es un problema y constituye el peor escenario, ya que deja más dudas que certezas”, comenta Adhemar Mineiro, economista del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos de Río de Janeiro (DIEESE).
Si bien el programa lleva una promesa implícita en su nombre, “El camino de la prosperidad”, ha sido considerado por los analistas más bien como un PDF lleno de generalidades, en el que se enuncia que la actividad será liderada por dos instituciones: el Banco Central y el ministerio de Economía.
La propuesta principal es fusionar este ministerio con los ya existentes ministerios de Hacienda, Planificación, e Industria y Comercio, además de la Secretaría Ejecutiva del Programa de Alianzas para las Inversiones.
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Algunos expertos subrayan que no se trata de un proyecto novedoso, ya que hubo un ministerio parecido en la época del expresidente Fernando Collor de Mello (1990-1992), cuando la inflación alcanzó un nivel récord y su Gobierno se vio obligado a confiscar los ahorros de la población en el intento de revertir la situación.
Al recuperar esta idea, el equipo de Bolsonaro quiere mostrar que formará un Gobierno austero y que pretende evitar el despilfarro, pero la perspectiva de dotar a Guedes de superpoderes suscita cierta desconfianza entre los expertos. Recientemente Pérsio Arida, el asesor económico del candidato a la presidencia Geraldo Alckmin, abandonó su tradicional diplomacia para tachar a Guedes de "mitómano".
“Nunca publicó un artículo de relieve. Nunca dedicó un minuto a la vida pública. No tiene ni idea de las dificultades”, afirmó
Arida, que es uno de los autores intelectuales del Plan Real, el programa económico que ayudó a Brasil a salir del precipicio en los años 90, también consideró poco realista la expectativa de Bolsonaro de recaudar un trillón de reales con las privatizaciones de las principales empresas del Estado.
En desacuerdo con esta visión pesimista, André Braz, economista de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), manifiesta que la llegada al poder del equipo Bolsonaro-Guedes no tiene por qué ser inquietante.
“Que un futuro presidente no sepa de economía no tiene mucho peso. Para mí son más importantes las decisiones que toma, porque muestran cuáles son su preocupaciones y dónde está depositando su confianza para fomentar la actividad económica”, minimiza Braz.
“Ya hemos tenido muchos presidentes que no entendían nada de economía. Incluso aquellos que poseen una formación de economistas, no tienen práctica en la profesión y acaban estando no habilitados para decidir o entender lo que aconsejan sus asesores. Un presidente siempre va a necesitar a un brazo derecho”, añade.
Otra de las críticas que se han esgrimido durante la campaña contra Bolsonaro es que al admitir cándidamente su ignorancia en las cuestiones macroeconómicas más básicas puede quedar rehén de Guedes y de su equipo y es por ello que temen que el futuro presidente no consiga ejercer un control crítico sobre las políticas económicas de sus colaboradores.
“Para mí no existe el mínimo riesgo de que esto suceda. Bolsonaro podrá recurrir a todos los asesores económicos que quiera. Siempre habrá muchos expertos deseosos de trabajar para un presidente. Aunque no entienda todo, y yo creo que un presidente no tiene por qué saberlo todo, habrá asesores que le ayuden a tomar posición sobre los temas más variados”, señala Adhemar Mineiro.
En su opinión, el programa de Bolsonaro “no ofrece grandes novedades y solo presenta una radicalización de algunas medidas”. Para este economista, la estrategia del Posto Ipiranga es un artificio de campaña muy cómodo para evitar tratar ciertos temas.