Nadie se anima a decir "lo peor ya pasó": el tema clave, que ahorristas no retiren sus depósitos de los bancos
La decisión del Banco Central de subir las tasas de referencia al 60%, incrementar los encajes e intervenir en el dólar sobre el final de la rueda (una picardía de Luis Caputo para que el billete no cerrara en $40) no alcanza para convencer al mercado.
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El presidente del BCRA está intentando apagar un incendio con una manguera que tiene poca agua. Esto es así porque el Fondo Monetario Internacional (FMI) no permite que el Gobierno "rife" los dólares que le prestó para detener la estampida del tipo de cambio.
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Por eso, la subasta de u$s500 millones (que adjudicó u$s330 millones) sobre el cierre terminó siendo una anécdota. El billete verde llegó a ubicarse por encima de los $41 para terminar en $37,60, marcando así una brutal devaluación del 11,24%. La dinámica de la crisis, que ya no sólo es económica sino además política, hace que el mercado se mantenga en modo claramente pesimista. "El dólar recortó sobre el final, pero sólo porque Caputo hizo esa jugada. No dio tiempo para que se acomodara para arriba otra vez. Si continúan las malas condiciones, este viernes abrirá otra vez con presión alcista", explicaban desde una entidad privada de capitales extranjeros.
Por estas horas, la pregunta en las mesas de dinero de los bancos es cuándo terminará el overshooting. ¿Será $40 un límite? Nadie puede asegurarlo. No hay forma de calcular ese umbral porque la crisis de confianza no se terminó y tampoco se han tomado medidas que puedan calmar las aguas.
No obstante, surgen algunas aproximaciones. El economista Alberto Ades -ex Citi y Bank of America, ahora socio y jefe de research en Light Sky Macro en Nueva York- afirma que el dólar a $40 está al mismo nivel que en el primer trimestre de 2003.
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¿Qué pasaba en ese momento? "El país estaba en default, los bancos quebrados, los ahorristas pesificados, el desempleo en el 20% y la soja valía 30% menos que ahora. Duhalde era presidente y Vaca Muerta no había nacido", enumera. Por ende, Ades es de los que cree que claramente hay una exageración en el castigo al peso.
Del otro lado, el JP Morgan, por ejemplo, señalaban en plena disparada del billete que resulta más conveniente dejar que "se fuera donde tuviera que irse" para que luego se estabilice en algún precio de equilibrio.
Si bien esa visión es compartida por varios otros actores del mercado, la magnitud de la devaluación ha hecho que el Gobierno empiece a caminar por un desfiladero.
"No hay que despertar al monstruo minorista. Siguen comprando dólares pero por suerte los vuelven a dejar en los bancos. Hay que cuidar y mucho que eso no se modifique. Porque si eso llega a cambiar y empiezan a llevarse los depósitos, entonces podríamos enfrentar problemas mucho mayores de los que ya tenemos", explicaban desde un banco de primera línea.
No obstante, remarcan que el sistema goza de buena liquidez y que no es de esperar que vaya a ocurrir ese escenario. "Estamos lejos de eso", aseguran.
"Aun así, no hay que subestimar el devenir de los acontecimientos. Estamos en un punto en que el Gobierno tiene que cortar de una vez por todas la sangría. No podemos jugar con fuego", agrega el ejecutivo.
Sin embargo, desde otra entidad -también privada de capitales extranjeros- indican que en los últimos días, producto de las devaluaciones diarias, se empezó a ver cierto nivel de retiro en las sucursales.
"Observamos que algunos ahorristas han retirado su dinero. Principalmente los dólares comprados por homebanking. No hay alarma, pero sí es un inicipiente cambio de tendencia. Entendemos que es producto de estas subas desordenadas. La sensación es que no sabés cuando se frenará todo esto que está pasando", apunta.
Con todo, en el mercado creen que todavía hay margen para que el Gobierno encamine la situación. Pero pide medidas concretas y un cambio de Gabinete urgente que permita oxigenar ciertas caras ya muy desgastadas por la crisis.
La mano derecha de Macri, Marcos Peña, está en el ojo de la tormenta. "Sin confianza en el programa económico, el Gobierno necesita más ajuste fiscal y una mejor coordinación de políticas. Hoy es un problema de liquidez, pero puede terminar siendo un problema de solvencia", señala Jorge A. Piedrahita, socio fundador de Torino Capital en Estados Unidos.
En la misma línea, desde JP Morgan comentaron sobre el cierre de la rueda del jueves, cuando se produjo la fuerte devaluación, que "la confianza de los inversores sigue siendo bastante pobre y la incertidumbre política, muy alta. Entonces, hay noticias que podrían desencadenar una mayor demanda de cobertura de dólares. Especialmente, de los locales que continúan comprando a muy alto ritmo".