Gobierno se endeuda para financiar la fuga: en 2017 salen u$s22.000 M, más que en 2011 cuando CFK instauró el cepo
El mercado dice que sí. La mayoría de los analistas también dice que sí. Pero Federico Sturzenegger asegura que no.
Para el banquero central, lo del atraso cambiario es puro cuento. Antes de este último rally alcista del dólar afirmaba con vehemencia que, en términos reales, el tipo de cambio estaba 20% depreciado respecto del de la salida del cepo, hace dos años.
Cuando lo consultan, niega la necesidad de que la Argentina deba recurrir a una nueva devaluación. Recalca que el sistema de flotación funciona como una suerte de reaseguro que evita la formación de "burbujas", como las clásicas observadas en la historia económica reciente que luego estallaron.
Sturzenegger está convencido de que la competitividad respecto de Brasil atraviesa un muy buen momento. Los inversores, pequeños y grandes, piensan otra cosa. O, mejor dicho, toman decisiones que van en sentido opuesto al profesado por el funcionario.
Los hechos son indesmentibles: en 2017, la denominada "fuga de capitales" será un récord. El volumen rondará los u$s22.000 millones.
Para dar una idea de cuánto significa esa cifra, supera el nivel verificado en 2011, año en el que Cristina Kirchner fue reelecta e impuso el "cepo".
Justamente, se trató de una medida extrema tomada para frenar la elevada dolarización de los argentinos, que ni siquiera dejaban esos billetes en los bancos sino que los guardaban por afuera del sistema financiero.
Lo llamativo -y paradojal- es que ese mismo fenómeno se dio también a lo largo de 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, opuesto a la concepción política y económica del kirchnerismo.
¿Desconfianza en el modelo económico? ¿Dudas sobre el futuro político? ¿O simplemente una cuestión "cultural", producto de la atracción que el dólar inspira en los argentinos?
Los números están sobre la mesa, son oficiales. Entre enero y noviembre atesoraron u$s19.410 millones.
Y, para todo el 2017, esa cifra trepa a la friolera de u$s22.000 millones. Supera así al caudal de divisas adquiridas por personas físicas en 2011 (u$s21.504 millones).
No sólo eso, se ubicará apenas por debajo del récord de u$s23.098 millones del 2008, año fuertemente impactado por la llamada "guerra" entre el gobierno K y el campo.
La primera conclusión es más bien política: los pequeños ahorristas y el público inversor siguen adquiriendo billetes verdes en grandes cantidades. Incluso, pese a los esfuerzos de Sturzenegger por imponer al peso.
La segunda tiene un costado cultural: mantienen esos billetes verdes fuera del sistema financiero, como sucedió en octubre y noviembre de 2017, meses en los que ya estaba clara y arraigada la supremacía de Cambiemos.
En noviembre, 835.000 personas adquirieron divisas estadounidenses, nivel similar al de los primeros meses .¿Por dónde se escapan?
Una revisión de los datos que aporta el Banco Central permite elaborar un claro diagnóstico sobre lo que está sucediendo en el mercado cambiario.
El primer punto a tener en cuenta es que la mayor parte de las divisas que vende la entidad son compradas por inversores individuales.
Concretamente, los pequeños y grandes financistas se llevaron en 2017 un total de u$s16.800 millones para atesoramiento, de acuerdo con la consultora MacroViews.
A ese monto hay que añadirle u$s4.800 millones que corresponden a la dolarización de compañías que prefieren tener "verdes" antes que pesos, al menos en una importante porción del monto que mantienen en cartera.
Personas físicas y jurídicas (individuos y empresas) concentran los casi u$s22.000 millones vendidos desde enero a diciembre, cifra que supera las compras de 2011 y que se acercará el récord de 2008.
No es la única autopista por la cual se escapan los dólares. Apenas por detrás de la demanda para atesoramiento aparecen los gastos de miles de argentinos que hacen turismo en el extranjero: u$s10.700 millones, de acuerdo con MacroViews.
El Banco Central aportó las cifras de enero a noviembre último: "El déficit neto de la cuenta que corresponde a viajes, pasajes y pagos con tarjeta registró un incremento del 19% interanual", marcando un crecimiento de los egresos superior al aumento de los ingresos.
La fuerte alza en la cantidad de viajes al exterior es prueba contundente del atraso cambiario y pérdida de la competitividad de la economía.
Las fotos del hall del Aeropuerto de Ezeiza con cientos de pasajeros que a toda hora pretenden abordar sus vuelos se convirtieron en un fiel retrato de esa inconsistencia macro.
Hablando en plata, los argentinos que cruzan las fronteras ostentan un gasto diario de $395 millones, sin contar pasajes. Se trata de divisas que, cada 24 horas, salen de las reservas del Banco Central.
Tal como diera cuenta iProfesional, esa cifra supera en un 130% a los $173 millones que erogan diariamente en todos los shoppings de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, según datos aportados por el INDEC.
De acuerdo con información provista por Despegar, el "top 5" de las plazas más buscadas para enero se compone de Río de Janeiro, Miami, Orlando, Cancún y, recién en el quinto puesto, Santiago de Chile.
En el último año, el país trasandino pasó del segundo al quinto lugar. Los especialistas arriesgan una doble explicación:
- En Argentina, el Gobierno redujo los impuestos de las notebooks y de un grupo de electrodomésticos, iniciativa que abarató los productos de este lado de la Cordillera.
- En los shoppings de Santiago hubo remarcaciones de precios a partir del boom de argentinos, lo que achicó el margen de oportunidad para llenar las valijas en el vecino país.Utilidades y deuda
Los restantes dos renglones por los cuales se "fugan" las divisas son las utilidades o dividendos que giran las multinacionales a sus casas matrices y los intereses de la deuda nominada en dólares.
Respecto del primer punto, a lo largo de 2017 las compañías enviaron cerca de u$s2.000 millones al exterior.
En tanto, por intereses de deuda salieron u$s2.600 millones. Este es un rubro que se engrosará en forma sensible en 2018.
En total, la cuenta de egresos de dólares para todo el período rondará los u$s36.900 millones.El contrapeso
El equilibrio de semejante ola dolarizadora (demanda) lo está generando el endeudamiento (oferta), ya sea del Estado nacional, de las provincias o, en menor medida, de bancos y empresas.
De acuerdo con datos oficiales, el ingreso de divisas por "inversiones de portafolio" fue de u$s11.700 millones.
Este proceso se aceleró a mediados de 2017 y en los últimos meses, cuando quedó claro que el dólar permanecía planchado.
Se trata de divisas que fueron cambiadas, en su mayoría por pesos, en el Mercado Único de Cambios (MULC) para adquirir Lebac y así sacar rédito del rendimiento de estos títulos que coloca el Banco Central.
En contraposición, la entrada de billetes verdes por el rubro "Inversiones Extranjeras Directas" (IED) sumó tan sólo u$s2.200 millones en 2017.
¿Esto qué significa? Que por cada 5,3 dólares "financieros" (especulativos) que arribaron al país, sólo uno entró para la economía real.
Para el gremio de los economistas -incluso aquellos que simpatizan con el gobierno de Cambiemos, como Miguel Ángel Broda, Ricardo López Murphy o Juan Carlos de Pablo-, este desbalance es un indicador cabal de la inconsistencia macro.
A ninguno de ellos escapa el hecho de que el masivo ingreso de "dólares calientes" (en contraposición con un mínimo volumen de inversiones para la economía real) hasta resulta perjudicial para el país.
¿Por qué? Básicamente porque, ante cualquier cambio en las condiciones financieras (internas o externas), así como ingresaron, esos dólares harán fila para salir de la Argentina.
Algo de esto se vio durante el mes de julio, cuando el lanzamiento electoral de Cristina Kirchner incentivó la salida de divisas y el tipo de cambio subió sensiblemente (de $16,5 a $18).
Sin dudas, la colocación de deuda ha venido siendo la principal explicación de la entrada de moneda extranjera.
Ese flujo queda explicitado en el balance cambiario por la masiva oferta al mercado de dólares por parte de los bancos, provincias y del propio Banco Central: en total por este concepto se vendieron u$s10.000 millones en 2017.
A esa oferta hay que añadirle el repunte de las reservas del Banco Central: u$s17.000 millones en 2017, una expansión básicamente explicada por las emisiones de deuda del Gobierno nacional.
Semejante cuadro da cuenta de una elevadísima dolarización por parte de los argentinos que está siendo "bancada" -casi exclusivamente- por movimientos financieros.
La pregunta del millón refiere a si este proceso es sustentable en el tiempo, o bien por cuánto tiempo podrá sostenerse.
Para los economistas, esa respuesta tiene dos opciones bien claritas: puede persistir hasta que "despierten" las exportaciones argentinas e inversiones de afuera y mientras el acceso al crédito se mantenga estable. Es decir, sin grandes sobresaltos.
La opción número dos luce más caótica: si en algún momento se corta ese ingreso de divisas, el tipo de cambio requerirá de una corrección alcista. De ocurrir, el atraso cambiario dejará de ser tal y serán otras las variables que habrá que ajustar más de prisa.
Como dicen en la City, el gradualismo de Macri para bajar el déficit sólo será posible de mantener si los mercados financieros del mundo le siguen aportando ese "lubricante verde" que tanto necesita el "modelo M".