La "pregunta del millón" en el mercado: ¿y si el Bitcoin no era una burbuja a punto de estallar?
Esta historia empezó el 22 de mayo del 2010, cuando un analista de sistemas llamado LaszloHanyecz compró dos pizzas grandes en un local de Jacksonville (Estados Unidos) por las que pagó con 10.000 Bitcoins, equivalentes en aquel entonces a 30 dólares.
Esa fue la primera transacción con la criptomoneda realizada el mundo real.
Nadie sabe qué hizo el dueño del negocio con los Bitcoins que recibió como pago, pero hoy las pizzas siguen costando 30 dólares.
El dato que no deja de sorprender es que esas misas criptomonedas que se usaron para adquirirlas multiplicaron su valor por 5,5 millones y hoy valen unos 160 millones de dólares.
Todo ello en poco menos de ocho años, lo cual para muchos analistas es la prueba más evidente que se está en presencia de un fenómeno de fiebre especulativa colectiva, que se ve reforzado por lo sucedido en las últimas semanas.
Bastó que el Mercado de Futuros de Chicago anunciara que comenzaría a ofrecer instrumentos basados en Bitcoins para que su precio, que en octubre rondaba los u$s4.600 dólares rompiera en las últimas horas la barrera de los 16.000 dólares.
La pregunta que muchos frustrados inversores es por qué no compraron cuando valía u$s230 en el 2015. La respuesta obvia es porque no se la conocía y eso no es todo, tampoco se entendía qué eran ni cómo funcionaban. Algo que aún en la actualidad mantiene plena vigencia.
En medio de esta fiebre especulativa, gana cada vez más peso la idea que se está en presencia de una enorme burbuja, con todos los riesgos que ello implica.
Incluso, desde Ripio -una de las principales billeteras digitales, que permiten comprar y vender Bitcoins, hacer transacciones entre cuentas e incluso tomar minicréditos-, se emitió una nota que denominan "preventiva" en la que recomiendan cautela a la hora de invertir.
El riesgo de que se convierta en una burbuja y estalleLas burbujas financieras son tan antiguas como la Historia de la Humanidad. Tal es así que la primera fue de tipo inmobiliario en la Roma imperial de Nerón.
Por lo general se van conformando con el ingreso de miles de inversores con escasa formación en asuntos financieros que se dejan llevar por "el canto de las sirenas".
En el camino de ida de toda burbuja, la especulación es considerada una profecía autocumplida, pues cuando los compradores creen que el precio de un determinado activo va a subir, lo adquieren, provocando un incremento en la demanda, que trae como consecuencia -justamente- un aumento de su precio, que deja de ser una señal eficiente de la escasez del mercado.
Es decir, cuanto mayor sea la cantidad de inversores que se interese por un activo determinado, la burbuja podrá crecer hasta llegar a valores desproporcionados, que por su propia naturaleza tiende a estallar para luego caer en forma estrepitosa.
En el mejor de los casos, el precio cobra su valor natural, pero en algunos, los peores, llega a tocar niveles por debajo del mismo. Es ahí cuando la historia vuelve a comenzar.
Es también por eso que muchos especialistas afirman que las burbujas son parte de los ciclos del mercado.
No obstante, la diferencia en la profundidad de la caída -y la locura por los precios- es lo que explica que algunas crisis sean más notorias que otras.
Desde la burbuja de Nerón y a lo largo de los tiempos, este tipo de episodios especulativos se fue sucediendo con patrones muy similares, entre los que se destacan dos elementos clave: la virulencia inusitada con que se forman y la forma en que estallan.
En cuanto a las consecuencias, los efectos suelen ser devastadores en la mayoría de los casos en términos financieros.
En la actualidad, la discusión pasa obviamente por lo que está sucediendo en el mundo de las criptomonedas, que ya superan las 800, pero en especial con el Bitcoin.
Dejando de lado análisis más sofisticados, los economistas Luis Ferruz Agudo y Francisco Javier Rivas Compains dicen que "nos basta ver el gráfico de la evolución del Bitcoin y compararlo con otros episodios similares como la burbuja de los tulipanes en el siglo XVII, para concluir que se trata de un fenómeno similar".
Más allá de las similitudes entre ambas, surgen aspectos técnicos a tener en cuenta:
-En primer lugar, el uso del Bitcoin en la economía real, la no especulativa, es realmente marginal, ya que menos del 1% de los u$s274.000 millones de su capitalización se aplica a transacciones comerciales, al igual de lo que ocurría con los tulipanes, cuyo valor de uso era prácticamente nulo.
-Además, los expertos señalan la velocidad de la suba. Aun suponiendo que sea una inversión con consistencia, los analistas consideran que la forma en que se viene desarrollando en las últimas semanas e incluso días, es por demás sospechosa. Más que nada por la ausencia de verdaderos cambios en los usos financieros que pudieran justificarlo.
-A ello se suma el elevado porcentaje de "inversores" que están comprando Bitcoins sin tener la más remota idea de qué se trata, ni siquiera entender para qué sirve y, por supuesto, sin haberlo utilizado nunca. Sólo por el simple hecho que viene subiendo a toda velocidad. En este punto, sus detractores lo asimilan a lo sucedido con la burbuja de las "punto com".
El tipo de explicaciones que se brindan para justificar la suba de los precios va perdiendo consistencia a medida que pasan los días.
No obstante estas consideraciones, no existe ningún elemento que permita afirmar que su precio esté ya en un techo y no pueda seguir subiendo.
En este caso, si se toma como partida el inicio de 2017, su precio se ha multiplicado por 15, y si se repitiera la historia, podría subir tres veces más.
En tal caso, si bien es imposible predecir cuándo va a explotar una burbuja, el consejo de quienes estudiaron estos temas es siempre el mismo: "Si invirtió en una burbuja venda, si no tiene ese activo, no entre".
¿Qué sucedería si realmente estalla?
En opinión de los analistas, los resultados probablemente serán espectaculares y es por ello que en todo el mundo se multiplican las señales de alerta.
Uno de los inversores más famosos del mundo, Warren Buffett tocó el tema durante una sesión anual de preguntas y respuestas celebrada en Omaha a principios de noviembre.
Mientras hablaba de una amplia variedad de temas relacionados con las inversiones de su nave insignia BerkshireHathaway, se refirió al mercado de criptomonedas durante sus comentarios.
"La gente se emociona con los grandes movimientos de precios, y Wall Street se acomoda", dijo, describiendo el Bitcoin como una "burbuja real", para agregar que "no se puede valorar Bitcoin porque no es un activo que produce valor".
Que el "gurú de Omaha" adoptara una postura dura con respecto al Bitcoin tal vez no sea sorprendente, dado que, en 2014, abogó por que los inversores se mantuvieran alejados por completo.
"Básicamente es un espejismo", dijo en ese momento.
Pero no es el único en opinar en tal sentido. "Algo que aumenta 20% en un día no se siente como un depósito de valor, ni como una divisa", dice un viejo lobo de Wall Street, Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs.
En Francia, el regulador de los mercados, Robert Ophele, advierte: "Poner el dinero en un activo vacío es muy, muy preocupante".
En Holanda, los economistas alertan a los ciudadanos que no especulen con Bitcoins porque éstas podrían desestabilizar la economía.
"En términos de cómo termina, la historia de las burbujas sugiere que será con una explosión", apuntó Sharon Zoller, economista de ANZ.
"No puedo pensar en ninguna razón por la cual esta vez vaya a ser diferente", añadió.
"No hay nada que te garantice que mañana el Bitcoin no valga cero, de la misma manera que no hay nada que te garantice que mañana no va a valer un millón de dólares", explica experto en criptomonedas Santiago Márquez.
Carlos Ponce, director de análisis y estrategia bursátil de BX+, es muy claro al respecto: "lo que más debe cuidar el inversor no es el rendimiento, sino el riesgo; tener el riesgo bajo control, trae rendimientos por consecuencia".
Es por eso que una estrategia especulativa generalmente se reserva para inversores experimentados que cuentan con grandes cantidades de dinero para asumir las pérdidas en caso de que algo salga mal.