Bonos argentinos, ¿hay alerta?: la City opina sobre el "boom" de deuda y si el país está en zona de riesgo
¿Cuál es el nivel de endeudamiento a partir del cual el país entra en zona de riesgo?
Esta es la gran pregunta que desde hace unos días comenzó a dividir a la City, donde cada vez son mayores las alarmas por la velocidad a la que crece esta variable.
Así, ha empezado a evidenciarse una suerte de "grieta" que divide a los que ya comenzaron a encender las alarmas y los que piensan que el 29% en la relación deuda vs. PBI (sin contar compromisos intraestatales) es aún manejable.
¿Cuál es la opinión de consenso en el gremio de los economistas? La luz no está ni en verde ni en rojo, más bien en amarillo.
Es decir, todavía no se ha ingresado en zona de alto riesgo pero, a la vez, la opinión mayoritaria es que un ritmo como el actual no podrá sostenerse de modo indefinido.
"Queda claro que no es viable en el tiempo que la deuda crezca a un ritmo de 5 puntos porcentuales del PBI por año. Eso hace que se torne imprescindible el achique del déficit fiscal", apunta el influyente Miguel Bein.
En el grupo de los que ya fruncen el ceño al hablar de este tema aparece Juan Carlos De Pablo, quien ya se declaró "definitivamente preocupado" por la situación actual y la tendencia.
Este debate existe desde el mismo momento en que el Gobierno volvió al mercado de crédito, tras el arreglo con los "fondos buitre".
Sin embargo, fue en las últimas semanas cuando cobró un nuevo impulso, producto de una serie de informes de bancos de inversión y calificadoras de riesgo que advierten sobre las vulnerabilidades del país.
La agencia que tomó la iniciativa fue Standard & Poor´s Global (S&P), que ubicó a la Argentina en la lista de "países frágiles".
Así define a los que no resistirían un cambio del ciclo económico mundial producto de, por ejemplo, una fuerte suba de tasas, una guerra entre dos naciones poderosas o el colapso financiero de una nación que sume temor global.
Según la calificadora, Argentina es uno de los "frágiles", porque su hoja de ruta es altamente dependiente de la toma de créditos en el exterior.
Es que el gobierno de Macri eligió el gradualismo para ir reduciendo el déficit y la toma de deuda (en vez de imprimir billetes) para cubrir el bache fiscal hasta lograr el equilibrio.
En el listado de los denominados "nuevos cinco frágiles", además de la Argentina figuran Turquía, Pakistán, Egipto y Qatar.
"Son las economías de mercados emergentes que sufrirán más con esta nueva política de las naciones desarrolladas", dicen desde S&P.
"Si bien el entorno de financiación es más benigno, la amenaza de un encarecimiento del costo del dinero ahora es más concreto que antes", dijo Moritz Kraemer, director general de S&P Global.
El comentario está vinculado con que, luego de años de política monetaria ultra laxa, los bancos centrales del mundo han comenzado a revertir sus programas de flexibilización y, muchos de ellos, a elevar la tasa de referencia.
"Veo a la Argentina muy sensible ante cualquier shock externo que le sea desfavorable", argumenta el economista José Luis Espert.
"Me llama la atención que lo único que haya hecho este Gobierno en materia de déficit fiscal es cambiar la forma de financiarlo, de emisión monetaria a deuda", completa.
El "siga siga" del GobiernoDesde filas oficiales, el argumento para llevar tranquilidad ronda sobre el mismo eje: Argentina viene de una larga etapa de "desendeudamiento" que nada tenía de voluntario.
Afirman que al estar en default y mantenerse en ese estado por años le era prácticamente imposible acceder a los mercados.
Esta situación llevó a que el nivel de compromisos tomados en función del tamaño de su económica fuera relativamente bajo.
A fines de 2015, Argentina ocupaba el penúltimo lugar del ranking deuda vs. PBI, con el 24%.
Sólo Brasil mostraba un indicador más bajo (19%). El otro extremo era ocupado por la Venezuela de Maduro (65%).
El cambio de Gobierno trajo consigo una nueva estrategia, cuyo primer paso fue emitir bonos para pagarle a los holdouts y salir del default.
Con el paso de los meses, y ante una situación financiera internacional en la que sobraba liquidez y la aversión al riesgo era baja, la mejora de la imagen del país alentó nuevas emisiones con sustanciales rebajas en las tasas de interés.
Consecuencia de esas nuevas emisiones, en menos de dos años, la deuda pública en manos de inversores privados y organismos multilaterales creció cinco puntos porcentuales en términos del PBI, siendo dicho porcentaje sólo superado por Venezuela, que la incrementó en casi 20 puntos (ver cuadro).
¿Cuándo llegará la "estabilización"?Recientemente, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, informó que la deuda pública total ascendía u$s302.700 millones el 31 de agosto, cifra que dio cuenta de un repunte de casi 5% en los primeros ocho meses.
También recordó que a fines de 2016 los pasivos de Argentina por capital e intereses sumaban u$s288.000 millones, lo que significó un incremento del 13,6% para ese año.
De ese total, el 70% está colocado en títulos públicos, de los cuales la mitad fue contraída con el sector privado y el resto, con organismos del sector público.
Sobre este punto, Caputo expresó que "Argentina es uno de los países que mayor proporción tienen de deuda intra sector público como porcentaje del total".
En cuanto a cómo terminará el año, las proyecciones hacen referencia a un nivel equivalente al 59% del producto.
En tanto, la deuda neta -es decir aquella que fue contraída con el sector privado y organismos multilaterales- rondará el 29% del PBI.
Frente a las críticas que genera el alto endeudamiento, desde Casa Rosada aseguraron a iProfesional que la estrategia elegida está vinculada con la necesidad de contener el índice de precios.
"La baja del déficit la estamos haciendo de modo gradual. Y sólo hay dos formas de cubrirlo: tomando créditos o emitiendo", indicaron desde el equipo económico.
"Nosotros elegimos el primer camino, ya que el segundo significaría más inflación, que es lo que buscamos combatir", agregaron.
En este contexto, Luis Caputo, ministro de Finanzas, adelantó la "hoja de ruta" que tienen trazada en el Gobierno: la previsión es que en 2020 el rojo fiscal será eliminado, por lo que en ese momento comenzará un proceso de reducción del pasivo público.
"La deuda neta se va a estabilizar en 2020. De ahí en más comenzará a descender", consignó el funcionario.
En defensa de la política de endeudamiento, Caputo garantizó el cumplimiento de los vencimientos de intereses y capital.
"Nunca dijimos que vamos a mantener el nivel de déficit fiscal de 2016 y 2017. Más bien, vamos a converger a un equilibrio de manera gradual", amplió.
Además, sostuvo que el Gobierno ha elegido ese camino que, además de estar dando buenos resultados, permite que "el país crezca al 3% anual".
La deuda es manejable... hasta que deja de serloPese a los esfuerzos, las explicaciones oficiales no logran despejar los temores de todos los analistas. No sólo por la velocidad a la que se emite sino también por el uso que se le dan a esos fondos.
De Pablo recuerda que los mismos se están destinando a financiar gasto público y no ve muy claro cuándo ni cómo se encarará su reducción.
Daniel Artana, economista jefe FIEL, expresó que hay "un boom de deuda" para financiar el gasto público que "no resulta sostenible".
Además, remarcó que "el atraso cambiario tiene costos y, para salir de eso, Argentina debe apalancarse menos afuera".
El problema, señalan los expertos, es que cuando el nivel de compromisos llegue a determinado nivel, los inversores no sólo podrían de comprar bonos argentinos sino que podrían exigir el pago de los que iban a ser cancelados con nuevas colocaciones.
En este tipo de escenario, ante la imposibilidad de pagar, lo primero que reclaman es que se encare un ajuste que permita recaudar el dinero. De no ser posible, se puede caer incluso en default.
En este sentido, la situación de Venezuela es más que ilustrativa: no pudo cancelar u$s200 millones y S&P calificó la situación como de "default selectivo".
"Cuando en el sistema financiero dicen 'no se preocupen que el ratio es bajo', yo digo que es bajo hasta que deja de serlo", apuntó De Pablo.
El contenido del informe de S&P no sorprendió al director ejecutivo de Libertad y Progreso, Aldo Abram, quien señaló: "No cabe duda de que, ante una crisis internacional, vamos a ser uno de los países golpeados".
"Nadie va a querer prestarnos plata cuando haya una caída", añadió.
Para Abram, uno de los caminos que debería seguir el Gobierno es avanzar más de prisa en la reducción del gasto público.
"Ajustar el gasto público más rápido hace que la necesidad de tomar nueva deuda sea mucho más lenta. Eso es un punto a favor y además te genera credibilidad", aseguró.
Sin embargo, este planteo es muy criticado desde el Gobierno, desde donde insistieron en que la apuesta es a ir achicando el rojo fiscal de manera gradual y que no hay forma de transitar este camino si no es recurriendo al crédito.
"Los que quieren que tomemos menos deuda deberían explicar que eso significa un ajuste mucho más fuerte del gasto, quitar más rápidos los subsidios o reducir la asistencia social", enfatizaron desde Casa Rosada.
En paralelo, uno de los expertos que ha tratado de llevar calma al mercado es Eduardo Levy Yeyati, para quien no tiene sentido comparar la situación actual con las experiencias de los años '80 y '90.
A diferencia de aquellos años, no todo está completamente dolarizado y aún el porcentaje frente al PBI no es elevado.
"Con el tiempo, éste irá disminuyendo, en la medida que reduzcamos el déficit. No extrapolemos la actualidad a la experiencia noventista", afirmó Levy Yeyati.
En cuanto al techo que podría alcanzar la deuda, sostuvo que "el límite no es exacto".
El experto señaló que esto "depende de la dinámica que exhiba el país; si se toman las medidas para achicar el déficit fiscal, tal como está pautado en el Presupuesto, el mercado puede otorgar más tiempo y lo mismo vale si la economía crece".
Levy Yeyati afirmó que, hasta ahora, "la dinámica ha sido la correcta, tanto en la dirección como en la velocidad", pero aclaró que "sería positivo demostrar que ese endeudamiento va a motorizar obras de infraestructura que mejoren la productividad y las exportaciones".