Los fondos huyen del Deutsche Bank: ahora Merkel enfrenta al dilema de avalar posible rescate o dejarlo caer
Angela Merkel está pasando uno de los momentos más convulsionados de su gestión.
La gravedad de la situación por la que atraviesa el principal banco alemán y de Europa no le da un segundo de respiro. Y, para peor, la posibilidad de un rescate de parte del Gobierno no entra por el momento en sus planes, al menos públicamente.
Ello, debido a que se está en presencia de un año electoral, y bien es sabido que cada centavo de euro que debe poner el Estado para apoyar al sector privado -y en especial a un banco- es muy mal visto por buena parte de su electorado.
A todos los problemas que venía enfrentando hasta el momento el Deutsche Bank se suma ahora un rumor que da cuenta de que comenzó a registrarse una importante pérdida de grandes clientes, en particular en Estados Unidos.
Se trata de varios fondos de inversión de primera línea, que estarían retirando sus activos e incluso dinero de sus cuentas, por montos que sumarían miles de millones de dólares.
Otra área en la que también se encendieron luces de alarma fue en la que se negocian derivados financieros, por la misma situación.
Fue precisamente la suma de todos estos trascendidos -que rememoró los fantasmas de la crisis terminal de Lehman Brothers en 2008- que volvió a hundirse su cotización en Wall Street y en las bolsas europeas, entre jueves y viernes.
De poco sirvió entonces el respiro que se tomaron los mercados el miércoles, cuando la acción subió un 2% en la Bolsa de Fráncfort luego de que se anunció la venta de su filial británica de seguros de vida AbbeyLife por u$s1.200 millones a Phoenix Group Holdings, que permitió elevar ligeramente su colchón de capital.
En concreto, se especula con que al menos 10 "hedge funds" han comunicado al banco que moverán su cartera de derivados a otros brokers.
ESta noticia corrió como reguero de pólvora y disparó el temor del mercado respecto a la sobreexposición del banco a créditos de dudoso cumplimiento.
Retiros por miles de millones de dólares
Según The Wall Street Journal, la lista de fondos "en fuga" incluye algunos de la magnitud de QR Capital Management, Citadel, Luxor Capital, Millennium Management, que están retirando tanto activos como directamente efectivo de su negocio de banca de inversión.
Según sus fuentes, los montos totalizan miles de millones de dólares, pero por el momento serían una parte menor de los u$s600.000 millones que tiene el banco en depósitos.
Este huída es fiel reflejo de la creciente inquietud entre los 800 "hedge funds" que son clientes del banco, lo que llevó a los ejecutivos de Deutsche Bank a redoblar sus esfuerzos para apagar un fuego que según ellos no existe.
En su comunicado, expresan que "nuestros clientes en el negocio de trading se encuentran entre los inversores más sofisticados del planeta. Tenemos confianza en que la inmensa mayoría de ellos comprende totalmente nuestra posición financiera estable, el contexto macroeconómico actual, el proceso de litigio en Estados Unidos y los progresos que estamos haciendo con nuestra estrategia".
Pero los administradores de los fondos tienen la misma conducta de cualquier cliente bancario ante la posibilidad de que estalle el pánico y ello lleve a una corrida bancaria.
En pocas palabras, el riesgo de sufrir grandes pérdidas no compensa ni de lejos mantener su dinero en el Deutsche Bank.
"Todo el mundo está hipersensible", explicó al Journal un gestor de fondos que se vio seriamente afectado por el colapso de Lehman.
Deutsche Bank puede caer de la misma manera que cualquier otro banco, si no puede hacer frente a los pedidos de retiro de fondos.
Sin embargo, a diferencia de Lehman Brothers, la base de clientes del banco alemán es mayor y más diversificada. Además, tiene pleno acceso a la ventanilla de liquidez del BCE, lo que le podría permitir hacer frente de manera más eficaz a una situación de este tipo.En el ojo de la tormenta perfecta
Apenas bastaron 15 días para que el banco se viera envuelto en su propia "tormenta perfecta".
Fue a mediados de septiembre cuando se conoció que la Justicia de EE.UU. decidió aplicarle una multa de u$s14.000 millones, por haber llevado a cabo malas prácticas con créditos hipotecarios antes de la crisis financiera desatada en 2008.
El banco señaló en ese momento que no tenía intención de pagar esa cifra ni remotamente, e indicó que las negociaciones con el Departamento de Justicia recién comenzaban, lo cual provocó temores de que pudiera verse forzado a hacer un doloroso aumento de capital.
Desde entonces, sus ejecutivos, incluyendo el presidente ejecutivo John Cryan, han tratado de convencer a los inversores que la entidad cuenta con un nivel adecuado de capital y no tiene planes de vender una parte de su paquete de acciones.
Pero ya antes de esta noticia, Deutsche Bank venía bajo presión, pues se había convertido en el centro de las dudas sobre el desempeño de la gran banca europea y su capacidad de resistencia en un entorno caracterizado por una economía débil, bajas tasas de interés y problemas en sus negocios.El rescate: dolor de cabeza en el Gobierno
En medio de todo esto, las últimas declaraciones de Angela Merkel, descartando la posibilidad de un rescate, tampoco han llegado en buen momento.
No obstante, los analistas especulan que si la situación se sigue agravando, la canciller terminará convalidando un salvataje.
De hecho, la prensa alemana apunta a que ya se habrían delineado planes de emergencia. Se especula con la inyección de hasta un 25% del capital por parte del gobierno alemán.
El dilema de Berlín sobre si debe apuntalar las finanzas de Deutsche Bank es el opuesto al que enfrentan otros gobiernos europeos con bancos con problemas.
Si necesita capital fresco y no lo puede conseguir en los mercados, el gobierno germano cuenta con un margen de maniobra fiscal más que suficiente para entrar en acción. El tema es si estará dispuesto a hacerlo.
En la crisis de la zona euro, Merkel y Wolfgang Schäuble, su ministro de Finanzas, lideraron las críticas contra los rescates estatales de la banca y promovieron, en su lugar, nuevas reglas que ya entraron en vigor.
Hoy, la normativa europea obliga a los acreedores, en su mayoría tenedores de bonos pero a veces también depositantes, a asumir las pérdidas antes de que el gobierno tome cartas en el asunto.
"No habrá ayuda estatal", dijo recientemente Thomas Oppermann, presidente de la bancada socialdemócrata. "Resolver el problema le corresponde, antes que nada, al banco".
De todas maneras, son pocos analistas que apuestan a que el gobierno dejará que el Deutsche vaya a la quiebra o que los acreedores asuman la totalidad del costo del rescate.
De ser así, el riesgo se propagaría mucho más allá de las fronteras alemanas, ya que se trata de un banco muy grande y con múltiples conexiones en un continente donde abundan las entidades frágiles y que soportaron muchos años de bajo crecimiento.
Eso deja al gobierno con pocas opciones. En opinión de varios banqueros, lo más probable es que presione a la entidad para que negocie un acuerdo extrajudicial menos oneroso con el Departamento de Justicia de EE.UU., además de recurrir a medios diplomáticos para solicitar una mayor indulgencia.
Lothar Binding, legislador socialdemócrata y vocero del partido en temas de finanzas, no descarta que la autoridades ayuden al Deutsche Bank en este sentido.
"Tenemos que mirar la situación de la economía en general y tener en cuenta las posibles disrupciones", indicó. Cuando un banco tiene serios problemas "hay una dimensión social", manifestó.
Pero un rescate con fondos de los contribuyentes podría generar problemas políticos para Merkel, en caso de que decida presentarse a la elección general que se realizará en un año.
"Es sencillamente inaceptable que los políticos intervengan. Es un asunto que debe resolver el banco por su cuenta y no está mal posicionado", dijo Michael Fuchs, legislador demócrata cristiano y estrecho aliado de Merkel.
Otra opción, aunque con menores posibilidades, es una fusión con su inmediato seguidor, el Commerzbank, que fuera rescatado en 2008 y en el que el Estado todavía tiene más del 15%.
El problema es que tampoco atraviesa su mejor momento, ya que el jueves anunció que despedirá unos 10.000 empleados en los próximos años dentro de un plan global de reestructuración.
Los riesgos se multiplican, y los fondos de inversión comienzan a cuestionar la capacidad de Deutsche Bank de hacer frente a los pagos del cupón de los 'cocos' (bonos contingentes convertibles) emitidos por el banco alemán.
Las crecientes alertas también se reflejan en el rally que registran sus seguros de impago. Los credit default swaps (CDS) a cinco años se dispararon. Y eso que todavía no se escribió toda la historia.