La suba en las tasas de interés y el conjunto de estrategias que simultáneamente implementó el Banco Central (para frenar el avance del tipo de cambio) alcanzaron para alterar de un momento las expectativas de devaluación que tenían los inversores en el mercado local.
Según la plaza de futuros de Rosario, sólo la semana pasada los precios esperados para el dólar se derrumbaron hasta 90 centavos.
Los operadores interpretaron que, en el corto plazo, la depreciación del peso será menor que la que habían previsto hasta hace una semana, y que incluso lo más probable es que el tipo de cambio avance este año por debajo del ritmo de la inflación.
El dólar a fin de mayo próximo se ubicará, según estas mismas proyecciones, en $15,94. La expectativa es que supere el techo de los $16 recién en junio.
El cambio de diagnóstico se dio repentinamente luego de que, este martes de la semana anterior, la mesa de dinero de Federico Sturzenegger decidiera subir en casi 6 puntos porcentuales las tasas de interés de referencia de la economía, en un esfuerzo por hacer más atractivas las alternativas de ahorro en pesos.
Entre el lunes y el viernes la cotización a marzo cayó un 5,5% (90 centavos), y quedó en los $15,28; la que es a julio, un 4,5% (80), hasta los $16,68; y la que es a diciembre, un 2,9% (55), a $18,30. Significa que, hasta julio, el mercado apuesta a que la devaluación sea de apenas un 23% anual. A doce meses, en cambio, es levemente superior: del 26% anual ($19,07).
Es el efecto de al menos cuatro acciones que llevó adelante el Banco Central para tranquilizar al mercado, hacer caer la cotización del dólar y tender un puente hasta la liquidación de divisas del campo que suele percibirse cada año a fin de marzo: suba de tasas en Lebac, que se trasladaron inmediatamente a los plazos fijos y a los créditos; ventas de Letras en el mercado secundario, que alentaron este ajuste; un límite estricto en la tenencia de dólares de los bancos, al derogar una norma que preveía ampliar del 15% al 20% a partir del 1 de marzo.
El mercado ve, ahora, notablemente más calmo al dólar porque supone que a fin de marzo se hará sentir con fuerza el ingreso de divisas de la cosecha gruesa.
En el campo creen que los exportadores no tardarán en liquidar sus billetes por el alto endeudamiento en pesos que acumulan desde el año pasado, cuando por la inminente devaluación prefirieron financiarse internamente antes que deshacerse de sus dólares para afrontar gastos.
Y espera, además, que pasado este trimestre ya estará resuelto el problema de los holdouts y que esto habilitará a provincias y empresas a endeudarse en el exterior e ingresar divisas al país.
Una evidencia de las menores expectativas de devaluación que se tienen para el corto plazo se ve en estos días en el mayor volumen que empezó a notarse en los contratos de dólar más largos del Rofex.
En las mesas explican que la estrategia de todos es ahora vender divisas en efectivo y derivados cortos para colocarse en Lebac en pesos a 90 días, que rinde ya un 33% anual. Con esto, como la tasa implícita de un futuro para ese período se ubica en apenas un 23% anual, los inversores obtienen un generoso retorno del 10% anual en dólares.
La caída en las cotizaciones de los contratos de dólar también alivia, en parte, la tarea de absorción de pesos que debe hacer el Banco Central por los derivados que vendió Alejandro Vanoli a fin de 2015.
El organismo debe compensar día a día, con la diferencia, a los tenedores de esos títulos si el tipo de cambio al contado supera al valor previsto para el final del vencimiento, señala Ámbito Financiero.