El cepo y su sello en las urnas: la falta de dólares condicionó el crecimiento y puso en jaque al "relato"
En el debe y en el haber de un gobierno, debe evaluarse cuán efectivas fueron sus medidas con el paso del tiempo. Uno de los cambios centrales en la economía en el segundo mandato de Cristina Kirchner fue la implementación del cepo cambiario.
Es que pocos días después de haber obtenido el 54% de los votos -allá lejos, a fines de octubre de 2011- restringió la comercialización de divisas.
El objetivo era claro: recomponer las tenencias del Banco Central. Sin embargo, el remedio terminó siendo peor que la enfermedad.
- Al momento de asumir su segundo mandato, las reservas eran de casi u$s46.500 millones.
- Cuatro años después, las arcas de la entidad monetaria registran apenas u$s25.800 millones.
- En otras palabras, pese al cerrojo igual cayeron unos u$s20.600 millones.
El hecho de que se desplomaran a la mitad da cuenta de una errónea política monetaria, con fuerte impacto en la economía.
La cadena de desaciertos -que se inició con el cepo cambiario- condicionó el crecimiento del país, afectó a las operaciones de comercio exterior y al ingreso de divisas.
Esto, claro está, también dejo su sello en el plano político y en los votantes. También en los candidatos, tal como ha ocurrido con Scioli, que ha venido haciendo un raro equilibrio entre el "ser o no ser" parte del modelo.
Es que las restricciones aplicadas no hicieron más que frenar la actividad económica y dejó en jaque al "relato industrialista".
El cerrojo cambiario y la escasez de dólares se hicieron más notorios en los últimos meses, ya que el Banco Central redujo los permisos de entrega de moneda extranjera a los importadores, automotrices, industria electrónica y agencias de viaje.
Incluso -a horas de los comicios, por la inocultable crisis de las reservas- sacó una polémica resolución por la que obliga a los bancos a desprenderse de sus dólares, producto de las colocaciones en esa moneda de particulares y empresas. Deberán reducir su posición patrimonial en esa moneda de 15% a 5% desde el lunes.
Por lo pronto, todas las medidas restrictivas no sólo se mantuvieron sinio que se acrecentaron en la previa al balotaje.
Al mismo tiempo, el actual Gobierno optó por seguir comercializando "dólar ahorro" para no generar mayor malhumor entre los sectores medios de la sociedad.
¿Cuántos dólares quedan?
Por lo pronto, una de las grandes preguntas que corre como reguero de pólvora es qué cantidad real de "combustible" le queda al Banco Central, más allá de las cifras dadas a conocer por la entidad.
Las "reservas brutas", tal como informa la entidad monetaria, cayeron este viernes a u$s25.800 millones, su nivel más bajo en diez años.
Sin embargo, tal como diera cuenta iProfesional, las "líquidas" están muy por debajo de ese número. Esto genera extrema preocupación, porque limita la capacidad de intervención del Banco Central
Se hace necesario hacer esa distinción (entre brutas y líquidas) por un motivo sencillo: en caso de tener que frenar una corrida contra el peso, sólo puede poner sobre la mesa los dólares "cash" que tenga en cartera.
Y esa capacidad para defender la moneda nacional sí está seriamente cuestionada.
Para indagar sobre el nivel "real" o "líquido" que dispone el Banco Central, a la cifra que informa oficialmente (u$s25.900 millones) se le deben restar:
• Los préstamos que ha recibido.
• Los dólares que le son ajenos, contabilizados como propios.
• Los encajes bancarios (dinero inmovilizado) que surgen de los depósitos de particulares y empresas.
Papel y lápiz en mano, restándole estos conceptos, el total de billetes cash se reduce a tan sólo u$s2.200 millones, de acuerdo con los últimos datos oficiales proporcionados por la autoridad monetaria:
• Reservas Brutas: u$s25.924 millones.
• Encajes: u$s8.650 millones.
• Swap con China y otros préstamos: u$s15.000 millones.
• Total dólares billetes en cash: u$s2.200 millones.
Con estos números a la vista, puede entenderse por qué existe una profunda preocupación en el mercado respecto de su "poder de fuego", en caso de tener que salir a frenar una corrida.
En otras palabras, el cash del que dispone representa apenas el 12% de las reservas "brutas". Es decir, del número que da a conocer a diario.
Pero hay más motivos que suman preocupación. Como por ejemplo, que en la cuenta anterior no se descontaron los u$s2.100 millones que la Argentina pagó a los acreedores pero que fueron trabados por el juez Thomas Griesa.
Ese dinero se encuentra depositado en una cuenta oficial, en el BCRA. En teoría no está a mano de los funcionarios. Pero en los hechos, -y mientras el magistrado neoyorkino no disponga lo contrario- podría ser utilizado para las intervenciones diarias que realizan en el mercado.
En caso de restar también esa cifra, entonces quedarían menos de u$s1.000 millones.
Demasiado poco para hacer frente, por ejemplo, a los u$s9.000 millones que reclaman los empresarios para poder pagar deudas por importaciones de bienes e insumos que ya fueron realizadas.
¿Hay margen para evitar el terremoto?
Conocido el dato sobre las reservas "verdaderas" y efectuado el diagnóstico de que resultan totalmente insuficientes para atender una eventual corrida, la cuestión pasa por saber si existen herramientas que le permitan al BCRA evitar una devaluación inminente.
"Queda casi un mes hasta la entrega del poder. En ese lapso, el déficit del mercado cambiario no puede recorrer otro camino que no sea el de acrecentarse. ¿Quién va a vender soja en noviembre si con sólo esperar un mes podría liquidarla a un tipo de cambio mucho más alto y hasta quizás con menores retenciones?", plantea el consultor Federico Muñoz.
Él es uno de los que no oculta su escepticismo sobre cómo se dará la transición: "Las reservas seguirán cayendo y el próximo Gobierno entrante recibirá un Banco Central completamente saqueado".
En la misma sintonía se expresa Martín Redrado, ex titular del BCRA: "No todos los dólares que cuenta como reservas son recursos ´reales´, dado que la mayoría son fondos que deberá devolver a sus dueños o están afectados a algún fin específico, de modo tan que no están disponibles".
Ese panorama le deja un margen estrechísimo de acción. De todas maneras, hay expertos que creen que la situación todavía puede ser manejable.
Consultado por iProfesional, el economista de la consultora LCG, Gastón Rossi, considera que -hasta la asunción del nuevo Presidente-, existen algunas opciones para aventar la corrida. Entre ellas podrían figurar:
• Una rebaja temporaria de las retenciones, con el objetivo de apurar la liquidación de la soja "encanutada". Según cálculos de AFIP, en los silobolsas están guardadas 12 millones de toneladas, por u$s4.000 millones. Están a la espera de que el próximo Gobierno elimine (o acaso rebaje) las imposiciones.
• La emisión de un bono en dólares en el mercado local. La Argentina está impedida de colocar deuda afuera, en Wall Street, a raíz del conflicto con los fondos buitre. Pero podría hacerse de fondos verdes tentando a bancos e inversores del mercado interno, algo que el Gobierno realizó en el pasado.
• Un acuerdo expeditivo con organismos internacionales para que éstos liberen dinero contra el compromiso de ejecutar obras de infraestructura.
• Un blanqueo de capitales, que forma parte de la plataforma no escrita de los candidatos. Persigue el objetivo de que los argentinos que han dolarizado sus ahorros en estos años -y que los tengan en ‘negro'- los vuelquen a la actividad económica.
Tanto este último punto como el anterior podrían ponerse en marcha ni bien se conozca el nombre del futuro Presidente.
Confianza en el largo, preocupación en el corto
En principio, se tratan de medidas defensivas que servirían para mantener el control de la situación cambiaria pero en el cortísimo plazo. No así en el largo.
Rossi, como varios colegas suyos, hace hincapié en la necesidad prioritaria de conseguir dólares para robustecer las reservas y, recién ahí, tomar iniciativas más de fondo que puedan darle a la economía las condiciones básicas que requiere para volver a crecer.
En la misma línea, Aldo Pignanelli, ex presidente del Central, da su opinión sobre la forma de encarar una recomposición de las tenencias del BCRA: "Para recuperar reservas hay que llevar adelante un plan económico, volver a tener superávit gemelos, un dólar competitivo, levantar el cepo y sólo emitir moneda si hay respaldo".
A este menú le agrega "relanzar el INDEC, reinsertar a la Argentina en el mundo y, fundamentalmente, tener un equipo económico al que le crean".
El punto que muchos analistas destacan es que la necesidad urgente por hacerse de billetes verdes es algo propio de los mercados regulados, en los que la autoridad monetaria termina siendo el único oferente.
Como contrapartida, en un contexto de mercado libre muchos de los rubros que actualmente atormentan al Gobierno pasarán a estar cubiertos por los privados.
Así lo plantea la consultora Empiria, que dirige Eduardo Levi Yeyati. Considera que la gravedad de faltante de billetes verdes dependerá de cuál sea la estrategia.
"Sus consecuencias prácticas pueden no ser relevantes en la medida en que existan expectativas de un viraje apreciable en las políticas económicas". En cambio, de no haber mejoras en este sentido, "la ausencia de reservas propias sería una poderosa señal de alarma".
En esa línea también argumenta el economista Juan Carlos de Pablo, quien destaca que el país "está lleno de gente que tiene dólares para repatriar y para sacar de abajo del colchón".
"Los argentinos estamos esperando que el próximo Gobierno invite a poner, no a sacar", agrega, en señal de confianza sobre una rápida normalización, si es que se unifica el mercado cambiario.
De Pablo también considera que el nivel de reservas podría tender a normalizarse si se recuperase la oferta privada de divisas.
"Si se libera el tipo de cambio, el 35% que se cobra por compras con tarjetas de créditos en el exterior tiene que volar en el acto", apunta.
Pero claro, antes de que se produzca el cambio de Gobierno, la eventual unificación cambiaria y el prometido regreso del crédito externo, habrá que atravesar las últimas semanas de vigencia del cepo, con su imparable hemorragia de reservas.
Para el Banco Central, en el actual contexto y con las cifras ya expuestas, pueden ser las semanas más largas de la historia.