Tasas bajas e inflación ganándole al dólar: en qué invertir en este escenario
El enfoque adoptado por el Gobierno para abordar la inflación ha sido notablemente divergente de las medidas convencionales empleadas por los bancos centrales. Mientras que históricamente se ha recurrido al aumento de las tasas de interés para retirar liquidez del mercado y moderar la actividad económica, esta administración ha optado por una ruta alternativa, marcada por una política monetaria de tasas de interés negativas, un giro que va en contra de las recomendaciones, incluyendo aquellas del Fondo Monetario Internacional.
En un contexto de exceso de liquidez, inflación elevada y desaceleración económica, los bancos se han centrado en captar depósitos para canalizarlos hacia el Banco Central (BCRA), lo que ha llevado a un crecimiento exponencial de los pasivos remunerados, superando incluso el 250% de la base monetaria. Cada aumento en las tasas de interés ha implicado un incremento en los intereses a pagar por el Central, financiado a través de la emisión monetaria. Este ciclo ha alimentado una expansión descontrolada de la oferta monetaria, exacerbando aún más las presiones inflacionarias.
Ante esta coyuntura, se ha optado por una estrategia de "licuación del peso", tanto de los ingresos como de los ahorros. El objetivo principal radica en fortalecer el balance del BCRA y, posteriormente, contener la inflación a través de la pérdida de poder adquisitivo del peso.
Al minimizar los factores de emisión monetaria, se espera que llegue un punto en el cual el aumento de precios no pueda ser sostenido por la escasez de pesos en la economía.
La reducción de las tasas de interés y sus consecuencias
La reciente reducción de las tasas de interés por parte del BCRA es un claro indicio de la orientación de esta política. Sabiendo de la desaceleración registrada en la inflación, que alcanzó el 13,2% en febrero, el BCRA ha disminuido la tasa de política monetaria del 100% anual al 80% anual, y ha eliminado la tasa mínima de los depósitos a plazo fijo, dejando a discreción de cada banco la determinación de las tasas de interés para captar depósitos.
Con esta medida, es natural esperar una reducción en las tasas ofrecidas a los ahorristas por parte de los bancos. De hecho, al día siguiente de la modificación, las tasas de los depósitos a plazo fijo descendieron del 110% al 70%/75% anual en promedio. Actualmente, un ahorrista puede obtener tasas en el rango del 5,75% al 6,15% mensual para un plazo fijo a 30 días, en comparación con una inflación esperada del 10% al 15% para marzo. Este ajuste también impactará en los rendimientos de los fondos comunes de inversión (FCI) y las billeteras virtuales, que ofrecerán tasas incluso por debajo de estos valores.
Para el ahorrista convencional y prudente, escapar de la erosión del valor del peso resulta un desafío. Optar por un plazo fijo tradicional implica, en última instancia, una pérdida de poder adquisitivo, a menos que se asuma una mayor exposición al riesgo en busca de rendimientos más atractivos.
El plazo fijo en UVA, que ofrece una actualización por inflación más una tasa del 1% anual, emerge como una opción, aunque su plazo mínimo de colocación de 180 días puede limitar su atractivo para algunos inversores.
Las alternativas que ofrece el mercado cambiario
Por otro lado, el mercado cambiario ofrece una alternativa, con una inflación en el trimestre diciembre-febrero del 70% y un dólar libre que apenas sube un 10%, se generó una brecha que, eventualmente, tenderá a cerrarse.
Las obligaciones negociables, con rendimientos atractivos y la posibilidad de recibir pagos de renta periódicos, constituyen una opción que debería ser más considerada por el ahorrista medio, aunque su liquidez puede ser un factor a tener en cuenta, especialmente en períodos de volatilidad.
En cuanto a los bonos y acciones, el panorama presenta desafíos adicionales. Los bonos en pesos muestran tasas negativas cuando se ajustan por CER, mientras que los bonos hard dollar han experimentado un aumento significativo en su cotización en el último año, lo que podría dar lugar a tomas de ganancias o mayor volatilidad. Respecto a las acciones, la selectividad será clave, dado el contexto recesivo que impactará en los balances y, por ende, en las cotizaciones. En este sentido, los CEDEARs ofrecen una alternativa interesante, al proporcionar cobertura cambiaria y la posibilidad de invertir en mercados en crecimiento.
Sin embargo, persiste una brecha considerable entre los instrumentos tradicionales de ahorro, como el plazo fijo y el dólar, y aquellos de mayor riesgo, como los bonos y acciones. Esta brecha se debe, en parte, a las recurrentes crisis económicas en Argentina y a la falta de educación financiera entre los inversores. En este entorno, la diversificación de las inversiones puede jugar un papel fundamental para proteger los ahorros y maximizar los rendimientos, aunque se recomienda encarecidamente buscar asesoramiento financiero para adaptar las inversiones al perfil de riesgo de cada individuo.