¿Caputo se apura al festejar?: la City le da una tregua tras salto del dólar, pero siguen las señales de alerta
:quality(85)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2025/02/592391.jpg)
Si hubo un día en el que Toto Caputo saboreó el gusto de la revancha fue el jueves post aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en la Cámara de Diputados. No sólo cayó el dólar en el mercado paralelo sino que también hubo una retracción en la disparada que se había registrado en el mercado de futuros -y que se interpretaba como la apuesta de los inversores a una devaluación-.
Ahora -mientras abundan los comentarios socarrones dedicados a quienes en los últimos días estuvieron dispuestos a pagar $1.124 para asegurarse la cotización de fin de marzo, y $1.168 para abril-, el gobierno hace todos sus esfuerzos por demostrar que la corrida de los últimos días era injustificada y que lo que está ocurriendo es un regreso a la "normalidad".
Así, Federico Furiase, el ideólogo de la política de las "tres anclas" -fiscal, monetaria y cambiaria-, sostuvo que los escenarios de volatilidad cambiaria resultan cada vez más bajos, y que "esto es el fruto de fundamentos macro sólidos y un programa de estabilización consistente que tiene una secuencia diseñada".
Además, negó que haya sido necesaria una intervención del Banco Central en el mercado de futuros -una versión que venía corriendo en el mercado- sino que dio a entender que fue un cambio de tendencia propio de una mejora en las expectativas.
Y el propio Caputo hasta se permitió "cancherear" a los analistas que hablaban sobre un mercado internacional perjudicial para los intereses argentinos: recordó que el real brasileño se apreció -el dólar en el país vecino pasó de 6,22 a 5,66 reales-, con lo cual Argentina recupera competitividad por vía indirecta. El ministro ironizó como con movimientos relativamente pequeños del tipo de cambio sus críticos pasan de reprocharle "retraso cambiario" a escandalizarse por una "corrida" del mercado.
Mientras tanto, las ventas del Banco Central volvían a hacer de molesto recordatorio sobre la situación financiera: sacrificó otros u$s77 millones, con lo cual lleva acumulados u$s1.008 millones en cinco jornadas, algo que supera todo lo que había comprado en marzo.
Así, ya se perforó el "piso psicológico" de los u$s27.000 millones en las reservas brutas -una situación que en el mercado se interpreta como un aliciente para que el BCRA atenúe su intervención en el mercado del paralelo-.
¿Festejando por adelantado?
En principio, este alivio en el mercado parece demasiado poco y demasiado pronto como para que los funcionarios salgan a celebrar el fin de una corrida que todavía no da señales de estar controlada. Después de todo, los depósitos en dólares del sistema bancario siguen cayendo lento pero sin pausa y ya se ubican en u$s29.500 millones, mientras la incertidumbre sobre cuál será en nuevo régimen cambiario sirven como aliciente para que más inversores se vayan del "carry trade", desarmando sus posiciones en pesos y volviendo al dólar.
¿Por qué, entonces, el gobierno da la crisis por superada? Además del acuerdo con el FMI, hay otros motivos, que el propio Caputo insinúa con sus señales desde las redes sociales. Por ejemplo, el ministro destacó el hecho de que en el último informe de balanza comercial -correspondiente a febrero- las exportaciones de combustibles alcanzaron u$s847 millones, una suba interanual de 12,6%-.
El ministro viene insistiendo desde hace tiempo con el argumento de un cambio de paradigma, en el cual la economía argentina ya deja de ser soja-dependiente, porque ahora hay nuevas fuentes de ingreso de divisas. Y, gracias al boom de Vaca Muerta, se espera que, justo a tiempo en el momento en que termina el efecto de la cosecha gruesa -segundo semestre- será cuando entre el grueso de los "petrodólares", que podrían aportar un saldo neto de u$s8.000 millones.
Por otra parte, hay una expectativa de que la salida de divisas por turismo empiece a reducirse una vez terminada la temporada veraniega.
Y todo esto, sumado al refuerzo de las reservas que aportaría el FMI -con un nuevo calendario de pagos más benévolo- permitiría ahuyentar los fantasmas sobre la insostenibilidad del actual esquema cambiario.
Cuestión de incentivos
Pero claro, también los argumentos oficiales pueden ser interpretados en el sentido opuesto, y de hecho es lo que están haciendo muchos inversores. A fin de cuentas, la economía ya acumula nueve meses seguidos con déficit de cuenta corriente, y no se avizora un cambio de tendencia.
Ese indicador no sólo molesta a los economistas ortodoxos -que recuerdan que siempre fue el precedente de las devaluaciones- sino también al staff del Fondo Monetario, para quienes ese déficit es una vía segura de que su asistencia financiera sea dilapidada en poco tiempo.
Pero, sobre todo, lo que no termina de convencer son los supuestos oficiales de que los tiempos jugarán a favor. Y es una desconfianza que aparece justificada: la reducción de retenciones de exportación agrícola había sido diseñada para generar un boom sojero durante el verano, y sin embargo en los silobolsas permanecen guardadas unas 11 millones de toneladas, equivalente a unos u$s4.000 millones.
A pesar de que los consultores suelen recomendar aprovechar el precio actual -al que ven con pocas posibilidades de mejorar- y cerrar negocios con los valores de hoy, los productores siguen con la actitud opuesta: hay apenas un 4% de precio fijado, lo que denota una falta de confianza respecto de que las condiciones actuales del mercado se mantengan hasta mayo, el mes en que se realiza la mayor liquidación.
Y la volatilidad de los últimos días empeora la situación, dado que las subas de tasas en el mercado de futuros desincentivan las exportaciones, al tiempo que alientan las importaciones. Suena conocido, claro: es exactamente lo que le ocurría a Sergio Massa.
"Los futuros y las tasas en pesos quedaron alineadas de forma perversa, generando incentivos para que todos compren y nadie venda. El BCRA debería concentrarse en corregir eso", observa Gabriel Caamaño, de la consultora Outlier.
Hay, por otra parte, quienes observan que lo que infló el mercado de futuros en los últimos días fue la necesidad de cobertura por empresas de comercio exterior que habían tomado crédito en dólares para prefinanciar sus exportaciones, y que estaban aprovechando la tasa del carry trade.
El fenómeno de los créditos de prefinanciación ya había empezado en el último trimestre del año pasado, gracias a la abundancia de dólares que ingresaron por el blanqueo y se otorgaban a tasas bajas. En ese entonces, convenía desprenderse de las divisas y colocarse en pesos, pero naturalmente el negocio cerraba en la medida en que hubiera certeza de que no se saldría del esquema de crawling peg. Ahora, al reinstalarse el fantasma de la flotación del peso, la necesidad de cubrir esas operaciones llevó a los movimientos bruscos.
El mundo no se alinea con Caputo
El optimismo de Caputo ofrece flancos cuestionables también en el mediano plazo. La prueba está en los propios números de comercio exterior que el ministro exhibió: si no fuera por el aporte de los dólares del rubro energético, Argentina ya estaría en situación de déficit comercial.
Las importaciones crecen a una tasa anual de 42% y se encaminan a un nivel de u$s6.000 millones por mes. La noticia buena es que se trata de un volumen compatible con una economía en franca recuperación; la mala es que hay cada vez más dudas sobre cómo se financiarán esas compras -en las que ya más del 20% corresponden a productos de consumo final y automóviles-.
Porque, en marcado contraste, las exportaciones suben apenas a una tasa de 10%.
El aporte del agro no solamente está condicionado por las dudas que genera la política cambiaria, sino que además hay un temor a que los precios del mercado global sigan decayendo, por la combinación de una suba en la oferta y el "efecto Trump" sobre las cotizaciones de materias primas.
Para ponerlo en números, los analistas más escépticos ya están calculando que la campaña agrícola de este año dejará unos u$s3.000 millones menos que la de 2024, lo que implica una caída de 7,5%.
Lo mismo puede afirmarse respecto del petróleo salvador del segundo semestre: la expectativa del mercado global sigue siendo la de una baja en el precio del petróleo, también por el efecto Trump. El precio del barril WTI, que había llegado a los u$s80, está cayendo ante la perspectiva de una mayor producción que -según se propone la administración Trump- haga caer el precio de la nafta y compense la inflación causada por las subas arancelarias.
Con su lema "drill, baby, drill", el presidente estadounidense está haciendo que los analistas recalculen sus proyecciones, con precios que podrían caer debajo de los u$s70.
En definitiva, todos los datos ponen en cuestión los optimistas pronósticos oficiales sobre un superávit comercial holgado, mientras las reservas del BCRA continúan su persistente goteo y los argentinos vuelven a hacer tours de compras en el exterior.