DATO CLAVE

Milei festeja la mejora del indicador social: por cuarto mes, la canasta básica aumentó menos que el IPC

La comparación entre el IPC y la canasta básica permite adelantar una mejora en el índice de pobreza que se publicará en el cierre de la campaña electoral
ECONOMÍA - 14 de Enero, 2025

El 2,7% que registró el IPC de diciembre fue, a pesar de haber sido mayor al número registrado en noviembre, un motivo de festejo para el Gobierno. Y no sólo por los motivos que esgrimió el ministro Luis Toto Caputo -que atribuyó el pequeño salto a un mayor nivel de consumo pre-navideño-. Hay otro dato del que no se habla tanto, pero que en este momento es seguido de cerca en el gobierno: por cuarto mes consecutivo, la canasta básica tuvo una variación menor a la inflación general.

El encarecimiento de la canasta básica -que mide el nivel de ingreso a partir del cual se supera la línea de pobreza- en diciembre fue 2,3%, lo mismo que la canasta alimentaria -la que marca el límite para no ser considerado indigente-.

Hablando en plata, para que una familia de dos adultos y dos menores no sea considerada pobre tiene que contar con un ingreso global de $1.024.435; mientras que para mantener una dieta sana y no caer bajo la línea de indigencia, necesita ganar $449.314.

En diciembre, la sensible categoría de alimentos y bebidas no alcohólicas tuvo una variación de 2,2%. Es un salto importante respecto del 0,9% que se había registrado en noviembre, y los analistas atribuyen ese hecho, en parte, a la incidencia del consumo de carne, uno de los productos de mayor ponderación en la estadística oficial.

Buena noticia para Javier Milei: mejora el indicador social

En el acumulado del período septiembre-diciembre, mientras el IPC tuvo una variación del 11,7%, la canasta básica subió 8,9% y la canasta alimentaria un 6,6%. Es una evolución que desde el equipo económico destacan como una de las pruebas de que el programa económico está mejorando los índices sociales, gracias a la incipiente reactivación y al abaratamiento relativo de los rubros que componen las necesidades básicas, como el de alimentos.

La preocupación del gobierno por marcar su sensibilidad social quedó de manifiesto con los posteos de Caputo en las redes sociales. Ni bien conocido el dato del INDEC, destacó que tanto los salarios del sector privado como las jubilaciones y la Asignación Universal por Hijo habían mejorado en términos reales -respectivamente un 15,4%, un 12,8% y un 107,4%- desde el recambio gubernamental.

Los mismos argumentos suelen ser esgrimidos por el ministro cada vez que se dan a conocer los resultados fiscales: el ministro hace hincapié en que el recorte no recayó en los rubros más sensibles, como el de la asistencia estatal a los sectores de menores ingresos.

Este dato es importante para el gobierno por dos motivos fundamentales: el de corto plazo es que se está en pleno cierre de las paritarias para los mayores gremios, y Caputo se propuso el objetivo de que no haya "desbordes" que puedan poner en riesgo la reducción inflacionaria. Traducido a cifras, que las mejoras salariales se aproximen lo más posible al ritmo del 1% mensual, que es el nivel objetivo al que el gobierno prevé llevar el IPC, ayudado por el ancla cambiaria del crawling peg ralentizado.

En las últimas horas se comunicó el acuerdo -avalado por el gobierno- en el gremio metalúrgico, que prevé incrementos decrecientes, hasta un 1,5% para el sueldo de febrero. Antes, había ocurrido lo mismo con otro gran gremio tomado como referencia por el mercado, el de los camioneros. También en ese caso se determinó una suba de 1,5% para el mes próximo -aunque en este caso, como ya es tradicional, se "maquillaron" los números de un aumento mayor, dado que parte de la mejora va como una suma fija no remunerativa-.

El "ancla salarial" para la inflación

Lo cierto es que el gobierno ha dejado en claro que, además de las famosas "tres anclas" para estabilizar la economía -la fiscal, la monetaria y la cambiaria- también necesita una ralentización nominal de las subas salariales.

"La nominalidad de las paritarias convergiendo hacia las expectativas de desinflación, aun en un entorno de corrección de precios relativos y recuperación económica en "V", es clara señal de la credibilidad en las anclas del programa macro como motor principal de la desinflación con crecimiento y orden macro", argumentó el asesor Federico Furiase, en un tuit replicado por Caputo.

Para que esta siga siendo la tónica de las paritarias, el gobierno necesita argumentar que un salto en la inflación no implica que esté en riesgo el proceso desinflacionario. Es por eso que Toto sugiere no mirar períodos de muy corto plazo, sujetos a la volatilidad, sino mirar las tendencias de largo plazo.

Pero claro, en una negociación salarial ese tipo de argumento no suele ser muy persuasivo. Y es allí donde la comparación con las canastas básica y alimentaria resultan de ayuda.

El punto de inflexión de agosto

En realidad, el primer punto de inflexión ya se había registrado en abril, cuando por primera vez en la gestión Milei la canasta básica tuvo un incremento menor al IPC -7,1% versus 8,8%-. Fue el primer síntoma de que el factor que empujaba la inflación ya dejaba de ser el rubro de alimentos, y empezaba a recaer sobre los servicios.

Era lo que desde el gobierno se denomina "el cambio de precios relativos", un efecto típico posterior a las devaluaciones, que lleva al encarecimiento de los servicios que habían cumplido antes el rol de ancla de la inflación. En esos momentos, suele darse una mejora de ingresos relativos más rápida en el sector de ingresos bajos que en la clase media, que tiene una mayor proporción de consumo de servicios.

A partir de allí, esa fue la tónica, que tuvo una interrupción en agosto, cuando se registró un IPC superior al esperado. Fue el momento de mayor debilidad del ministro Caputo. Y no porque la cifra de 4,2% resultara alarmante, sino porque quebraba la tendencia descendente que el gobierno había prometido que se verificaría para el segundo semestre del año. Era un momento en el que la brecha cambiaria había vuelto a tocar el 50% y el gobierno intentaba persuadir al mercado de que gracias a su política de congelamiento monetario lograría estabilizar los indicadores.

Lo peor, además, era que el argumento del sinceramiento de precios relativos también estaba perdiendo credibilidad, porque en ese momento los alimentos tuvieron un rebote. En definitiva, en agosto se dio el peor dato desde el punto de vista social: la canasta básica volvía a encarecerse por encima del IPC -4,4% versus 4,2%-, algo que minaba la credibilidad del discurso oficial sobre la recuperación salarial.

Sin embargo, la seguidilla de reducciones del IPC a partir de septiembre -algo que incluso le permitió a Javier Milei adelantar su intención de llevar el crawling peg al 1%-, logró que el plan económico recuperase credibilidad, algo que se reflejó en el notable descenso del índice de riesgo país.

Una previa del debate sobre pobreza

El otro motivo por el cual es importante para el gobierno la comparación entre el IPC y la variación de las canastas es porque resulta un argumento de peso en el debate público sobre la pobreza.

Son datos que permiten seguir la situación social mucho más de cerca que el censo del Indec, que mide períodos semestrales e insume tres meses de procesamiento posterior. Es decir, en marzo próximo recién se conocerá el dato de pobreza del segundo semestre de 2024. Mientras que en septiembre -coincidiendo con el cierre de la campaña electoral- se tendrán los datos del primer semestre de 2025-.

En la medida en que se mantenga una valorización de las canastas básicas por debajo de la inflación, puede presumirse que los niveles de pobreza e indigencia irán en descenso, dado que los salarios están evolucionando a un ritmo cercano al IPC.

La estadística oficial de variación salarial recién incluye mediciones a octubre, pero la tendencia que viene marcando es elocuente: desde abril los salarios tuvieron un incremento nominal de 57,7%, mientras que la inflación acumulada fue de 36,6% en el mismo período.

Y el mayor orgullo del gobierno es que, dentro de esas cifras, las variaciones más abultadas corresponden al del sector informal, donde se desempeñan los cuentapropistas, monotributistas, subempleados y, en general, personal de menor calificación que realiza "changas" y es particularmente sensible a los picos inflacionarios. En ese período, la mejora nominal que registró el Indec para los informales fue de 99% -implica, descontada la inflación, una mejora real de 46%-.

En el otro extremo, los empleados públicos fueron los que tuvieron los incrementos nominales más bajos, con un 46% acumulado en el período abril-octubre. De hecho, es el sector que sigue registrando una caída en términos reales -algo en línea con el propósito oficial de aplicar "motosierra al gasto público".

No por casualidad, la paritaria estatal es la más conflictiva. El rubro salarial del presupuesto nacional -es decir, lo que se paga a los empleados de la administración central- equivale al 13,7% del gasto primario. Y el objetivo oficial es que este rubro no incremente su peso, justo en un año en el que habrá menores fuentes de ingreso tributario.

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